Todavía hay quien pone en cuestión la poca presencia de artistas flamencos de Jerez en la programación del Festival, siendo absolutamente un comentario falaz porque desde siempre han tenido su sitio y la dirección ha sabido equilibrar el diseño de las actividades con el peso tanto de los artistas locales como los de fuera, independientemente de la fama que tengan a nivel universal.
De ahí que ocurran cosas como las de la jornada de ayer, 4 de marzo, en el comienzo de la segunda semana del certamen. Por la tarde el compás se adueñaba del Palacio de Villavicencio, con dos de las voces más ilusionantes del panorama actual como las de Pedro Montoya El Chanquita y Bernardo Rubichi, y por la noche el protagonismo recaía en el dúo conformado por Beatriz Morales y Agujetas Chico. Jerez, por todos sus lados y aristas.
«La fuente de La Plazuela sigue emanando cante del bueno con la saga Rubichi. Bernardo, el hijo menor de Tomás, cantó con un arrojo sorprendente, echándole toda las ganas a la digna labor de triunfar. Así lo hizo, porque la gente supo valorar que estos nuevos testimonios sonoros son tan valiosos como el tesoro del Estado»
Cante nuevo de la vieja escuela
El Palacio de Villavicencio del Alcázar de Jerez abría sus puertas para recibir a los cantaores Chanquita y Bernardo Rubichi, dos de los mejores cantaores de la nueva hornada. Así hay que decirlo, sin metáforas que valgan. Dos buenos, muy buenos cantaores que ponen de manifiesto la realidad jerezana, esa que no ve mermada sus frutos ni sus ramas con el paso del tiempo, por mucho que algunos se empeñen en agarrarse a la visión nostálgica de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
No sé si fue mejor o no, porque yo tampoco lo viví. Estoy seguro de que no fue malo, más que nada porque podemos ser testigos una y otra vez de las grandes grabaciones que dejaron para la historia. Y por eso aplaudimos a esas generaciones de otro tiempo que marcaron el camino para que la actualidad brille como tal. Pero ahora sigue latiendo el cante con jóvenes que nacen con un talento y que bucean en las discografías, canales de YouTube y en las propias fiestas caseras, que todavía existen, insisto.
El primero en salir fue Pedro Montoya Chanquita, de fina y alta estampa sobre el escenario, dando la bienvenida por martinetes y tonás. De nervios andaba sobrado, porque lo conozco y lo noté, pero con media sonrisa le echaba valor al toro y así lo demostró por bulerías por soleá, una buena tanda de letras en la que se acordó de María Bala, a la que llegaron a escuchar. Siguió por seguiriyas, con buen temple y un buen acompañamiento de guitarra con Rubén Martínez, pues qué alegría que las falsetas no sean tan largas, acierta sugiriendo y eso me gusta. Por bulerías remató la faena, cuando ya estaba a gusto, cuando podría haberse llevado dos días más disfrutando y haciendo disfrutar. Markito Carpio y Pirulo estuvieron al compás. Santiago puro.
La fuente de La Plazuela sigue emanando cante del bueno con la saga Rubichi. Bernardo, el hijo menor de Tomás, cantó con un arrojo sorprendente, echándole toda las ganas a la digna labor de triunfar. Así lo hizo, porque la gente supo valorar que estos nuevos testimonios sonoros son tan valiosos como el tesoro del Estado. Bernardo ganó el pasado año el Premio Revelación del ciclo De Peña en Peña, por eso merecía este lugar y lo aprovechó para consolidarse como nueva figura. Hace los cantes de la casa (también es nieto de Dolores Agujetas), los tientos, cortos y bien hilvanados con los tangos, con las palmas de su hermano Manuel. ¡Qué buena casa! La guitarra es de Domingo, también Rubichi, una garantía para el cantaor. “Así ya no se canta por seguiriyas”, dijo Tomás a viva voz desde abajo del escenario cuando acabó de cantar este estilo Bernardo. Siguió por fandangos y terminó por bulerías, las letras de su gente, algunas propias de un ayer en blanco y negro, creadores de letras y estilos: En este cestito llevo, remedio pa to los males…, Este borreguito, que dime niño quien te lo dio…
«Las palmas vuelven a sonar cuando la elegancia de Beatriz Morales palpita en un zapateado y se desprende del peso que el día a día causa corriendo, huyendo, en el poco espacio que le permite un cenital, y sale vencedora centrándose en el goce propio del taranto junto al cante de calidad suprema de Agujetas Chico»
Conjunción de amor y pasión
El Teatro Villamarta despidió con palmas a Beatriz Morales y Agujetas Chico, un dúo artístico y personal que cumplió un sueño tras años de esfuerzo y ganas. Con amor, todo se consigue. Al menos es lo que nos han dicho desde niños. Y no cabe duda de que ambos hayan volcado en este estreno todo ese amor, cariño y mimo que necesita cualquier propuesta para ponerla encima del escenario. La ficha artística y técnica demuestra generosidad absoluta para con el resultado marcado, o sea, no escatiman en nada, ni en vestuario (Palomo Spain), ni en fotografía, ni en sonido o iluminación, ni en músicos, ni en dirección escénica (Juan Dolores Caballero “El Chino” )…
A Beatriz la hemos podido ver crecer en escenarios de medio formato como la Sala Compañía, en estrenos como en Mu cortito, mu flamenco (2016, junto a Carmen La Talegona), Hembra Alpha (2019) y Flamenco sin sulfitos (2022), ya con Agujetas Chico, y ahora era el momento de su gran noche en el principal espacio del Festival. Nos consta el esfuerzo que han puesto en este De la naturaleza del amor, pues dan un paso más en sendas carreras con una exploración tanto en repertorio como en dramaturgia hasta ahora desconocida por ellos. Como cualquier estreno absoluto, hay cosas a pulir, pero lo importante es que puedan llevarlo a más escenarios para que consigan redondearlo al completo y es ahí donde dependen del apoyo de los otros festivales.
El amor como temática, desde el familiar al que pasa por el erotismo, pasión, como juego, como posesión o como el amor propio que ha de estar siempre presente. Diseña en una caja imaginaria un espacio en el que baila e interpreta, metiéndose en la intrahistoria, al igual que un Agujetas Chico magnífico tanto en la ejecución de cada cante como en esa faceta que abre a la adaptación de textos de William Shakespeare, Federico García Lorca, Walt Whitman, Gloria Fuertes, Agustín García Calvo, Gabriela Mistral.
En un lateral del escenario, fuera de esa caja a la que hacía referencia, se encuentra un camerino improvisado con todo el vestuario que va utilizando para cada escena. El primer pellizco es el leco de Manuel Agujetas de fondo, iniciando el momento de la toná, y Dolores Agujetas desde el escenario anima el asunto con un “vamos allá”. El amor es un torbellino de dolor, un laberinto de emociones encontradas y Bea intenta salir de ese traje de fuerza que la oprime, pasando a los tangos pasionales. Amor personal en la soleá, de rojo, con las voces de May y María José Fernández, que la ayudan a vestirse y a que el cante suene.
Las palmas vuelven a sonar cuando la elegancia de Bea palpita en un zapateado y se desprende del peso que el día a día causa corriendo, huyendo, en el poco espacio que le permite un cenital, y sale vencedora centrándose en el goce propio del taranto junto al cante de calidad suprema de Antonio. Sigue por bulerías, con un abrigo de plumas blanco, firmadas por el coreógrafo Joaquín Grilo, para llevar al disfrute por rumbas, libres, disfrutones, felices, generosos… el verdadero amor. El atrás compuesto por Bernardo y Juan Parrilla, violín y flauta, el piano de Rubén Amador, la percusión de Carlos Merino, la guitarra de David Caro y los coros de Los Mellis de Huelva, realizan un gran trabajo, como si fueran la celestina y ayuden a que el amor pueda hacerse realidad.
Ficha artística
De la naturaleza del amor – Beatriz Morales y Agujetas Chico
XXVIII Festival de Jerez
Teatro Villamarta
5 de marzo de 2024
Baile: Beatriz Morales
Cante: Agujetas Chico, May Fernández, María José Fernández
Coros, palmas: Los Mellis de Huelva
Guitarra: David Caro
Flauta: Juan Parrilla
Violín: Bernardo Parrilla
Piano: Rubén Amador
Percusión: Carlos Merino
Poemas: William Shakespeare, Federico García Lorca, Walt Whitman, Gloria Fuertes, Agustín García Calvo, Gabriela Mistral