El documental lleva por título Fernanda y Bernarda de Utrera. Y todo el metraje son ellas. Nada más ni nada menos. Un poquito de Utrera por aquí, una mijita de morirse cantando por bulerías por allá, cuarto y mitad de reventar –como revienta un cañón– dejándose la vida por soleá y… vualá: la obra de arte está cocinada y servida en la mesa juncal de los flamencos cabales. Su directora, la cineasta Rocío Martín, lo tuvo muy claro desde el principio, desde que empezó a imaginar y a soñar con la calle Nueva –la calle de los gitanitos de Utrera, que cantaba el Pali–. Quería que el largometraje oliera a romero gitano desde principio a fin. Y así lo podremos comprobar este martes 17 de septiembre, a partir de las ocho y media de la tarde, en la Fundación Tres Culturas, en la Isla de la Cartuja.
Desde que la cinta era solo una idea, Rocío puso todo su empeño en mostrar la cara real de las hermanas de Utrera. Una mirada brillante desde todos sus vértices, desde todos los puntos de vista. Como “mujeres –libres–, gitanas y artistas –ingobernables–”. ¿Y qué mujeres hay más mujeres, más gitanas y más artistas que las hijas de José y de Inés, las nietas del lebrijano Fernando Peña Soto, Popá Pinini? La hora y media de duración es todo Utrera y sus cosas gitanas, todo las niñas de Utrera, las que desde la terraza de una habitación de un hotel de Nueva York se preguntaban que para dónde estaba Utrera, ¿p´allá o p´acá?
La directora, Rocío Martín, desde que las escuchó la primera vez se dijo para sus adentros: “Yo quiero ser como ellas”. Y vaya si lo ha conseguido. A fe que lo ha logrado. Con la palabra libertad por bandera y con el orgullo de ser mujer en la mirada. Y con el arte flamenco de telón de fondo. Lo ha perfilado con mano maestra y nuestro gusto se logra cuando vemos imágenes inéditas de las hermanas, cuando las escuchamos cantar, cada una a su forma y en su estilo, sonando todo a nuevo, a flamante.
«¿Y qué mujeres hay más mujeres, más gitanas y más artistas que las hijas de José y de Inés, las nietas del lebrijano Fernando Peña Soto, Popá Pinini? La hora y media de duración es todo Utrera y sus cosas gitanas, todo las niñas de Utrera, las que desde la terraza de una habitación de un hotel de Nueva York se preguntaban que para dónde estaba Utrera, ¿p´allá o p´acá?»
Advierto: el documental es intenso y no puedes apartar la mirada de la pantalla. Y lo digo porque servidor ya lo ha disfrutado en Canal Sur y en la Semana Cultural de Actividades Flamencas de Paradas, en pantalla grande. Pero siempre te quedas con ganas de más. El detalle que no pillaste aquella vez, lo recoges en la siguiente, y así una vez y otra y otra.
Toda la cinta son ellas, y fiestas privadas, y Diego del Gastor y su sobrino Paco –Paco ruina, le decía Fernanda–, y las vecinas de la calle, y la Virgen de Consolación, y el mercado, y el matadero, y la Fuente Vieja alborotá porque al abuelo se le ha ido hoy la mano con el tinto.
Ya lo dice Rocío Martín, y yo firmo su sentencia punto por punto: “Mujeres a las que merece la pena verlas en cada movimiento, de su cante, de su vida. Gitanas a las que le rebosa la pureza. Flamencas que te reviven el alma. Artistas cuya memoria hay que perpetuar. Mujeres, gitanas y artistas”. Ole. Lo dicho, un documental imprescindible. Utrera, mucha Utrera… no se lo pierdan.