Las despedidas nunca son sencillas y menos aún cuando la persona a la que hay que despedir es de la talla de Curro Fernández. El fabuloso cantaor trianero, padre de la cantaora Esperanza Fernández, el guitarrista Paco Fernández y el bailaor Joselito Fernández, ha fallecido este viernes 14 de junio a la edad de 82 años por causas naturales, dejando una extensa carrera y un sinfín de recuerdos.
En mayo de 2022, hace tan solo dos años, la dinastía Fernández daba su adiós a la lebrijana Pepa Vargas, la matriarca. «Me preocupa Curro, tan pasional, un viejo roble gitano que los años han debilitado. Un día me contó, llorando, cómo conoció a Pepa Vargas y acabamos llorando los dos y ahogando la emoción en vino. Quería hacer un espectáculo contando esa historia, su vida junto a la mujer que no solo le dio el amor sino a tres hijos como tres soles morenos, artistas y gitanos de bien», llegó a escribir por aquel entonces Manuel Bohórquez en su columna La Tostá de El Correo de Andalucía. Precisamente Bohórquez iba a dedicar próximamente a Curro Fernández un capítulo de su serie audiovisual El loco del flamenco. El cantaor se mostró muy ilusionado con esa entrevista, que ya nunca podrá realizarse.
«Curro Fernández no ha sido nunca una estrella mediática del cante. Ni siquiera una primera figura. Sin embargo, en lo suyo, en el cante atrás, para el baile, siempre ha sido uno de los más grandes. Nadie como él ha sabido jalear a una bailaora o a un bailaor. Ha trabajado para los más grandes, desde Farruco y Matilde Coral a Manuela Vargas, pasando por Manuela Carrasco o el Mimbre, por no hacer esto interminable. Además, siempre fue un cantaor puro, entregado, de raza, que veló por los estilos de Triana, los de la Cava Nueva, aquellos que cantaban los calés del barrio en las tabernas y las fiestas íntimas. Entre aquellos gitanos herreros estaba el gran Curro Puya, de los Vega, de su familia, quien se medía de igual a igual con el Fillo o el Colorao», expresaba el propio Bohórquez en La Gazapera allá por 2014.
Cuentan los que saben que la boda de Salud Ríos y Juan José Fernández fue la última gran boda flamenca que se celebró en Triana. Hasta siete días de fiesta que no se quisieron perder protagonistas como Pastora Imperio, la Niña de los Peines, Antonio Mairena o Tomás Pavón. Palabras mayores. Era de esperar de que de esa unión con tanto arte saliese una familia flamenca formada por Curro Fernández y Pepa Vargas.
Francisco Fernández Ríos, o Curro Fernández, como lo conocían todos, nació en la trianera calle Fabie. A escasos metros del Altozano y la calle Pureza. Allí puso su padre Juan José una placa en el portal de la que fue su casa en honor del arte de su hijo. Cuando Curro cumplió seis años su padre los mudó a Camas, más concretamente a La Pañoleta, en lo que se llegó a conocer como la Triana chica.
«Toda una vida ligada al flamenco. Una vida que ahora se apaga, pero dejando anécdotas, historias, cantes y recuerdos jondos en todos los que le conocieron y una de las mejores dinastías flamencas del siglo XXI con la fantástica cantaora Esperanza Fernández, su hijo Paco, tocaor, y su hijo Joselito, bailaor»
Fue en Camas donde se inició en esto del cante gracias a su padre, gran aficionado, que organizaba fiestas en su casa en las tórridas noches veraniegas. A caballo entre el fútbol, su gran pasión junto al flamenco, con 17 años se decantó más por lo segundo de forma oficiosa. Cuentan que cuando iba a hacer algún recado para su padre se entretenía en las barandillas del Puente de Triana escuchando a los cantaores. El padre increpaba al niño preguntándole que dónde se había entretenío y él contestaba, «¡que los cantes me llevan al cielo!».
Con los Coros y Danzas de Educación y Descanso empezó como bailaor por toda España desde Burgos a Valladolid, pasando por Murcia. Así fue hasta que el cantaor del grupo enfermó y entonces sus compañeros le animaron a que él fuese el que cantase. Así lo hizo Paco –como le conocían por aquel entonces» y ahí comenzó una gran carrera.
La mayor parte de su trayectoria artística la llevó a cabo cantando detrás, como cantaor para el baile. Hizo bailar a las mejores artistas del baile de la segunda mitad del siglo XX. Conoció, se casó y le cantó a Pepa Vargas, pero también al Mimbre o a la mismísima Manuela Carrasco. También a Pilar López y Matilde Coral, Manuela Vargas o Lola Flores. Y a figuras más recientes como Juana Amaya, Carmen Ledesma o Farruquito.
Empezó en esto del cante para el baile en 1969 tras viajar a México con el elenco de La Contrahecha. Entre los 70 y los 90 formó parte de las compañías más importantes de la época. No obstante, sus inicios artísticos se remontan a 1967, año en que ganó el Concurso de Cante Jondo de Mairena del Alcor y que le llevó a formar parte del elenco que interpretó la Misa flamenca promovida por Antonio Mairena.
Toda una vida ligada al flamenco. Una vida que ahora se apaga, pero dejando anécdotas, historias, cantes y recuerdos jondos en todos los que le conocieron y una de las mejores dinastías flamencas del siglo XXI con la fantástica cantaora Esperanza Fernández, su hijo Paco –entre los mejores tocaores– y su hijo Joselito, gran bailaor.
Desde la familia de Expoflamenco queremos transmitirle a toda su familia y allegados, así como a todas las personas que lo conocieron y pudieron disfrutar de él y su arte, nuestro más sentido pésame. Descansa en paz, Curro.