Cuarta y última entrega de la serie que en esta ocasión dedicamos al parámetro seguramente más paradigmático de los que constituyen la música del flamenco. Después del timbre, de la armonía de la guitarra y el ritmo/compás, le llega el turno a la melodía, la vocal, el cante, y la instrumental, la guitarra. La melodía jonda como paradigma estético que contribuye eficazmente a que cualquier oyente identifique lo que escucha como flamenco.
Fue Manuel de Falla el que prestó una especial atención a la melodía del cante definiendo su especial calidad como “el enarmonismo como medio modulante”, en referencia a la “temperatura” particular que la caracteriza, repleta de sonoridades microtonales otorgando a la música ese colorido oriental tan particular. Desde hace años vengo afirmando que el gran milagro del flamenco fue y es fundir en un mismo género de música la sonoridad perfectamente temperada de la guitarra por mor de los trastes que dividen la octava en doce semitonos idénticos, y el cante con su escala atemperada que conducimos en múltiples intervalos que, para entendernos, no caben en el pentagrama. Es, como digo, un verdadero milagro logrado por esos alquimistas diestros en cuestiones musicales que fueron los iniciadores de lo flamenco durante la primera mitad del siglo XIX.
Aprender a cantar flamenco implica, sobre todo, dominar esa diferente y singular forma de entonar la melodía jonda para inyectar esa atmósfera tan propia del cante, intransferible a otros géneros y tan propia del flamenco. Esta forma de cantar está íntimamente ligada a la armonía de la guitarra, esto es, aquellos estilos que se acompañan en modo mayor y menor usan esta singular forma de cantar de manera menos perceptible que cuando se cantan los estilos en el modo flamenco, las melodías que se cantan en el modo de Mi respecto a aquellas que se entonan sobre las escalas mayor y menor.
Otro de los elementos propios de la melodía jonda se encuentra en el carácter melismático de cantar las letras de los cantes. Los melismas se basan en entonar dos o más tonos en una sílaba del verso cantable. Y es característica propia del cante realizar melismas más o menos extensos durante la recreación de una melodía.
En alguna ocasión he comentado con maestros de la sonanta intentando averiguar en qué se inspiran a la hora de componer sus melodías y muchos de ellos coincidieron en decirme: en el cante. Y en este contexto siempre recuerdo las sabias palabras que me dijo en una ocasión Pilar López: “En el flamenco se baila el cante”. Y así me lo confesó también el maestro Pepe Habichuela, “se toca el cante”, en referencia a los principales elementos que inciden en su forma de componer, confesando inspirarse sobre todo en el cante. Y así me lo dijo igualmente el maestro Tomatito. De ahí que yo siempre repita que “se baila el cante y se toca el cante”. Indicando hasta qué punto la melodía vocal del flamenco condiciona también la creación de la melodía flamenca.
«La melodía flamenca es una melodía ornamentada, los adornos que se realizan durante la interpretación concreta de un cante. Esos adornos se aprecian tanto en cante como en la guitarra que se ocupa convenientemente de ornamentar la melodía»
También es propio del cante flamenco un recurso que no es exclusivo de esta música, ya que entre otros géneros se utiliza como un arma de fascinación masiva, por ejemplo en la ópera. Nos referimos al jipío, que no es más que ligar dos versos de un solo aliento, lo que los flamencos llaman comúnmente ligar los tercios. Respirar de continuo durante la interpretación de un cante es signo de escasez de recursos para cantar flamenco. El cantaor o cantaora debe saber administrar convenientemente el aire para lograr ligar los tercios o versos melódicos. De un aliento.
La melodía flamenca es una melodía ornamentada, los adornos que se realizan durante la interpretación concreta de un cante. Esos adornos se aprecian tanto en cante como en la guitarra que se ocupa convenientemente de ornamentar la melodía.
También es propio de la melodía flamenca el cierre descendente. Curiosamente, o no tanto, las melodías flamencas siempre concluyen en sentido descendente. No encontrarán ustedes un cante que cierre en los tonos agudos. Si bien el rango de los cantes flamencos no es especialmente extenso, como también indicó Manuel de Falla en el escrito que nos legó con motivo del Concurso granadino de 1922, afirmando que no sobrepasaba el ámbito de una sexta, aunque hay estilos que sobrepasan con creces incluso la octava, lo que sí podemos afirmar es que siempre concluyen en sentido descendente. Al revés de lo que ocurre en otros géneros, como la canción y, sobre todo, en la ópera, que casi siempre tiende a los tonos más agudos de la escala para concluir una melodía, acentuando el sentido espectacular de este género. Sin embargo, el flamenco, si bien puede realizar los más espectaculares movimientos melódicos durante la recreación de un cante, jamás lo concluye en los tonos agudos, sino más bien en los graves. Es algo poco característico de otros géneros, pero sí es propio del flamenco.
Finalmente, en referencia a la rítmica melódica hay que referirse a un recurso propio del cante que no podemos dejar de mencionar en este recorrido por aquellos elementos que caracterizan la estética jonda. Me refiero a la rítmica acéfala, esto es, a la tendencia de la melodía flamenca a dejar en silencio el primer tiempo del compás, ocurre en múltiples estilos. Es una característica muy del cante, el toque, las palmas, el baile, los flamencos en general dejan el primer tiempo en silencio, recurso que por cierto trae de cabeza a los estudiosos que se acercan al flamenco y los vuelve majaras intentando comprender dónde empieza la melodía, ya que en muchas ocasiones dejan la primera parte en silencio. Algo que podemos considerar antiacadémico, fuera de la comprensión de alguien que ha estudiado en un conservatorio, de ahí que muchos estudiosos encallen a la hora de acercarse al estudio de esta música tan singular como fascinante.
Seguiremos desde esta tribuna A cuerda pelá comentando temas de interés sobre esta música regalo del cielo que es el flamenco.