Volvemos con una nueva entrega y nuevos artículos que añadir a los que publicamos hace unos meses. En aquellos textos se exponen vivencias de algunos artistas que convivieron con el mismo Esteban Delgado Bernal, Esteban de Sanlúcar. Entonces hicimos públicas dos grabaciones interesantes. Pues ahora volvemos con algo parecido. En este caso realizamos otras dos incursiones con dos grabaciones totalmente inéditas. La primera de ellas, en el presente texto.
A través de mis investigaciones y gracias a la amistad con Sergio Enrique Sartorio, conductor y director del programa de radio Clavijas de Madera y del blog Hispanoamérica Flamenca, accedo a un material muy interesante. Una de las personas que convivieron con Esteban fue el guitarrista argentino Camilo Salinas, íntimo amigo también de Sergio tanto en lo personal como en lo artístico. Ambos tocaron juntos en numerosas ocasiones. Gracias a la gentileza y la bondad de la hija de Camilo Salinas y Pepita Ortega, María del Carmen Salinas Ortega, que entrega unas cintas de casete a Sergio como recuerdo de su padre. Sergio las escucha y detecta dos piezas inéditas, que pasa a digitalizar. Seguidamente contacta conmigo para ponernos de acuerdo para su publicación. Por ello, me siento muy afortunado. Además me llena de orgullo la confianza que Sergio deposita en mi persona, lo que agradezco públicamente. No solo a él, lo extiendo a María del Carmen Salinas por la confianza depositada en Sergio para dicho menester.
Cuando amplío la investigación sobre el maestro sanluqueño, me encuentro con observaciones y anécdotas interesantes y divertidas. En recuerdo de una gran aficionada, María Adela Huerta, La Pichi, resulta que esta señora se conocía toda la genealogía flamenca. Solía dormir de día, puesto que comentaba que por las noches esperaba el duende escuchando los programas de radio. Aparte, visita importantes tablaos y teatros de Buenos Aires en sus recitales o actuaciones. Lugares como El Tronío, Sevilla Colmado o el Teatro Avenida. Resulta que La Pichi conocía todo lo que componía Esteban de Sanlúcar y cada vez que se cruzaban le tatareaba sus melodías. Una mañana estaba ella en una panadería y entra Esteban, y ella le dice: “Ahí viene el maestro con su Primavera Andaluza a buscar sus Panaderos Flamencos”. Esteban compró el pan y le respondió: “Adela, tú no eres una aficionada, eres una atormentada del flamenco”. Y todos se echaron a reír.
Esteban era una persona afable y accesible, hecho que demuestra que realizó todo tipo de trabajos. No solo trabajó con las más importantes figuras de la tierra, también era solicitado por los artistas que llegaban de España. Pero dentro de su compromiso con el instrumento y con la música hizo varias giras con escuelas de baile y se desplazaban en autocar por diferentes localidades, eso sí, el buen comer era muy importante. Le gustaba compartir con todos, además de estudiar diferentes músicas de los lugares que visitaba.
En este artículo recalcamos su estancia tanto en México como en Venezuela. Es en Caracas y en la primera mitad de la década de los ochenta en la que situamos esta grabación, que no será la única. En esa época Esteban se relaciona mucho con Camilo Salinas. Y situamos la grabación en esas reuniones que ambos mantenían con más amigos y aficionados. Camilo, aparte de un importante guitarrista, también realiza una labor de recogida de documentación, imágenes y grabaciones. Además escribió un libro a modo de ensayo sobre los importantes guitarristas con los que convivió. Camilo colabora con revistas importantes como El Olivo y la Revista Flamenco, dirigida por Paco Vallecillo. Aparte, fue uno de los precursores del estudio del flamenco en Hispanoamérica.
Nocturno Minero, de Esteban de Sanlúcar.
Esteban llega a ser un referente de la guitarra flamenca en Hispanoamérica. Compone sus principales obras e incluso comparte muchos conocimientos, entre ellos con su gran amigo Manolo Yglesias. Además, aprende de otras músicas autóctonas hispanoamericanas, sigue nutriéndose de la guitarra clásica y compone para la escuela bolera de los Pericet.
En este caso presentamos una pieza distinta, un nocturno. Desde el punto de vista de la música general, el nocturno es una pieza musical instrumental o vocal. Con una línea melódica de carácter dulce y tranquilo. Y sigue una estructura compositiva libre. Estas piezas aparecen en el siglo XVIII como piezas que se tocaban en fiestas por la noche. Joseph Haydn fue cultivador de esta forma musical. Luego se desarrolló con exquisita calidad en el XIX por John Field y sobre todo por Frederich Chopin, entre otros grandes compositores.
Esta grabación de Esteban de Sanlúcar comienza con una presentación del tema por parte de Camilo Salinas. Se aprecia una madurez en el toque tanto en el desarrollo melódico como en la composición. Un toque asentado y con personalidad. Lo introduce con un pasaje de corte orientado al clásico, podría parecer una fuga de Bach. Pero pronto vuelve a la flamencura que lo caracteriza, ya que el toque se desarrolla en la tonalidad de toque de levante. Desde Fa sostenido va recorriendo el modo flamenco, pasando por sus diferentes acordes tanto tonales como los típicos acordes de séptima o de paso utilizado en este arte. Utiliza técnicas y un fraseo típico flamenco intercaladas con algunos pasajes más clásicos. Aunque se mueve constantemente dentro de la armonía de la tonalidad. Y con un final a modo de coda muy claro y concluyente, acabando en el modo menor, característico del nocturno clásico.
Aunque es una obra desconocida, pienso que su calidad y belleza como pieza instrumental es extraordinaria. Esteban hace una alarde compositivo ligando perfectamente cadencias y géneros de manera magistral. Sin perder esa esencia flamenca que artistas como Juanito Valderrama, La Niña de los Peines o La Macarrona vieron en él.
En breve habrá una nueva entrega. Agradezco nuevamente a María del Carmen Salinas Ortega la conservación de este material. Y sobre todo a mi admirado y amigo Sergio Enrique Sartorio su colaboración en mis investigaciones.
Imagen superior: Esteban Sanlúcar, con Capelillo de Almería, Gloria Romero y su marido Paco de Lucio. Archivo de Lucas Gil y Ana Simón.
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