Compro la afirmación que Israel Fernández manifestó en Baluarte en la noche del sábado, dentro de la programación del Flamenco On Fire: “Lo importante es disfrutar”. Esta frase la dijo cuando iba a interpretar la malagueña que acompaña con el piano, que él mismo hace sonar. Dada su inexperiencia en el instrumento (según él y no estamos de acuerdo), pidió prácticamente disculpas a los pianistas de la sala, lógicamente en tono desenfadado. Pues efectivamente, es muy importante, como lo que más, disfrutar.
Esta jornada ha sido brutal, desde bien temprano hasta ya entrada la madrugada del domingo cuando Aurora Vargas cerraba el telón en el Hotel Tres Reyes, dentro del formato tablao, después de haber entregado sin medidas. ¿Cómo compilar en pocas líneas las doce horas casi ininterrumpidas que vivimos? A las doce, cuando el reloj del ayuntamiento da la hora, Israel Fernández salió al balcón con el guitarrista Antonio El Relojero (cuyo magistral sonido parece estar coloreado en blanco y negro) convocando a muchísima juventud entre el público. No se alargó demasiado porque por la noche tenía que estar, como apuntábamos al principio, en Baluarte. Puso sobre la escena su Pura Sangre, con un Diego del Morao en inmejorable estado. Diego es el guitarrista, el que queremos todos escuchar, ver sonreír y dejarnos llevar por sus manos, porque nos hace sentir tocar la gloria. Las manos de Dios.
«Israel Fernández no fue una moda de verano. Es el cantaor con más poder de convicción del momento. Unas mil quinientas personas acudieron al espacio para escuchar FLAMENCO»
El repertorio camina entre la soleá a compás, taranto y granaína, hasta los tangos, bulerías y fandangos. Lo importante es destacar que Israel no fue una moda de verano, en absoluto. Hay que reconocer que es el cantaor con más poder de convicción del momento, al menos si nos fijamos en los números. Unas mil quinientas personas acudieron al espacio para escuchar FLAMENCO. Absolutamente asombrosa la entrega del público, es un mérito que se ha ganado y es propio subrayarlo. Con las palmas de Marcos Carpio y Ángel Peña, y la poderosa percusión de Ané Carrasco, consiguieron un sonado éxito. En un momento salió El Relojero, aprovechando para comentar que en septiembre publicarán un disco en común titulado Por mi amor al cante.
Otro de los grandes momentos, imborrables ya para la eternidad, lo produjo Aurora Vargas. La soleá no pudo ser más jaleada. Público en pie para reconocer la total valía de una artista genial, propia de una época gloriosa y capaz de expresar como nadie. Las palabras no siempre consiguen mostrar lo que uno siente, aunque deberíamos hacerlo, pero es que fue demasiado. Miguel Salado la acompañó con su toque tan limpio como jerezano por alegrías, luego por tangos, con su baile que todos deseamos, y luego por bulerías. No se fue sin cantar por fandangos porque se le pedía todavía más, cuando ya casi no guardaba más en su alma. Nos lo había regalado entre lágrimas y palmas. Actuación para el recuerdo, insisto. A las palmas estuvieron Tate Núñez, Cristóbal Santiago y José Antonio Torres.
«La soleá de Aura Vargas no pudo ser más jaleada. Público en pie para reconocer la total valía de una artista genial, propia de una época gloriosa y capaz de expresar como nadie. Las palabras no siempre consiguen mostrar lo que uno siente, aunque deberíamos hacerlo, pero es que fue demasiado»
Otros momentos vividos pasan por el recital del guitarrista José Fermín Fernández en el espacio Civivox Condestable, mostrando grandes recursos de ejecución y composición, gustando por granaína, fandangos de Huelva o bulerías. Solvente y con una amplia proyección de futuro. Seguidamente, Remedios Reyes llegó para constatar que ama el escenario, el cante y el baile, que es una artista que sigue creciendo y que no se acomoda. Con la guitarra de Julio Romero Santiago, cantó por alegrías, soleá por bulerías, tangos, bulerías… Salimos corriendo para beber de la fuente del rock flamenco de Raimundo Amador en el Zentral, lleno hasta la bandera y con la Kaíta como invitada, que hizo tangos, con esa singular manera de desenvolverse que va de lo imprevisible a lo auténtico. También invitó a “mi contrario”, refiriéndose a Emilio Caracafé. Todo era como volver al pasado, a la época de la fusión sana que exigían los tiempos del aperturismo cultural del país.
Mara Rey estuvo a mediodía en el balcón del Hotel La Perla con la guitarra de Juan Jiménez. Quizás me repita, pues he de decir nuevamente que Mara triunfó porque lo dio todo en el pequeño balcón que pareció agrandarse con esta figura que recordó por bulerías a Lola Flores con todo el mundo ovacionándola.
Por si fuera poco, además de disfrutar, aprendimos de la mano de Carlos Martín Ballester, que ofreció una conferencia bajo el título Escribir en el viento dormido un arabesco de sangre y hueso – Antonia Mercé «La Argentina» a través de sus discos de 78 rpm y su iconografía, con la pulcritud a la que nos tiene acostumbrado el recientemente galardonado por la Fundación Flamenco On Fire.