El Festival Flamenco On Fire llegó a su final casi entrada la madrugada del lunes, con un encuentro con artistas malagueños que hizo disfrutar al numeroso público que se congregó en el salón del Hotel Tres Reyes. Noche con encanto, mucho, porque cada artista llevó al escenario su personalidad marcada, como es el caso de Paqui Ríos, cantaora que tiene momentos de locura y que nos hace temblar, ponernos la piel fría y el corazón caliente, sobre todo en la seguiriya. Es singular como ella sola, no conoce más norma que la de cantar por derecho y entregándose, siempre con un gusto y una introversión que va desde lo tenue al drama de la seguiriya. Remache de Málaga es el festero que admiramos porque con muy poquito hace mucho, con un tono muy bajo y una sonrisa perenne, y con unas maneras llenas de sal y vida. Delia Mebrive volvió a derrochar un manantial de pureza, oleaje puro del Mediterráneo y dejándose inspirar por la brillante guitarra de Rubén Lara, uno de los elegidos del momento. Remedios Amaya no paraba de jalearla desde el público.
Antes habíamos visto a Manuela Carrasco despedirse artísticamente de Pamplona, contando para tal ocasión con la presencia de Remedios Amaya, entregada y emocionada por conectar con la ilustre bailaora que con una sola estampa nos deja saciados. Las dos sobre el escenario y dialogando, ¿hemos dicho algo? Lo mejor de una época que aportó una gitanería sevillana que aún perdura. Manuela es toda elegancia, su silueta encandila y su mirada hasta pone nervioso. Manuela es leyenda pero palpita como cuando empezó, asentando el movimiento por donde pisa, con la seguridad y la responsabilidad, a la par, que dan las tablas. Los jaleos son para grabarlos en la retina. Le deja el testigo a su hija Manuela, “buena bailaora”, como la presenta para que ésta se introduzca en las alegrías. Cierto es que queda mucho por recorrer, pero la hija de la reina cada vez lo hace mejor y dignamente, potencial que sabrá aprovechar para estar donde desee. Su Zamara Carrasco, El Extremeño, que le cantó la soleá, Manuel Tañé, Pedro Sierra (a la guitarra), José Carrasco a la percusión llevan el peso en el atrás, y Anabel Valencia tampoco se pierde esta gran fiesta, destacando en solitario por tangos.
«Manuela Carrasco y Remedios Amaya. Las dos sobre el escenario y dialogando. ¿Hemos dicho algo? Lo mejor de una época que aportó una gitanería sevillana que aún perdura. Manuela es toda elegancia, su silueta encandila y su mirada hasta pone nervioso»
La mañana estuvo más que animada, con Remedios Amaya poniendo el alma desde el balcón del Ayuntamiento por bulerías, junto a Diego del Morao. ¡Cuánta verdad en su cante, en su sencillez, en su manera de remover sentimientos! A pocos pasos y desde el balcón de La Perla, Celia Flores y Rycardo Moreno hicieron lo propio, llevándose un saco de palmas a compás de lo que gustaron. Otra de las actividades de la mañana se centró en el público infantil, con Del colegio al tablao, de Silvia Marín, y fuimos nosotros, el que escribe esto y José El Pañero, quienes desde la Casa Sabicas hablamos de la bulería festera.
Califato ¾ actuó en el Zentral, pero no pude estar porque coincidía con José y Perico El Pañero, que protagonizaron uno de los momentos de la edición, sobre todo un Perico profundísimo por seguiriyas y un Diego del Morao que desprendía magia a cada instante. Y es que lo de este hombre ya no se puede describir. Por soleá, igual, con letras suyas y con un dominio de los tiempos y estilos propio de los maestros. José se gustó por cantiñas y romeras, haciéndolas como son, al igual que por bulerías. ¡Qué tarde de cante y toque! Reconozco que me cayó alguna lágrima escuchándolos.
Dani de Morón dejó su sello antes de los Pañero en el espacio Civivox Incondestable, agradeciendo esta oportunidad porque es cierto que el público lo valora y el artista se siente cómodo. Farruca o las seguiriyas, con fandangos de Huelva o bulerías fueron algunas de las composiciones que interpretó. Estaba entusiasmado y se notó a gusto, nos dibujó el paisaje de Morón, hasta con el gallo, y volvió a firmar en el libro de honor (metafóricamente hablando) de la guitarra flamenca del ahora.
¡Hasta el año que viene, si Dios quiere!