Las caricias de la guitarra del cordobés Luis Medina, que estuvo divino, anticiparon la salía por tientos, pero Manuel de la Tomasa se rindió al sabor de las uvitas negras de Los Palacios y templó su gañote de bronce con el pregón del uvero. Así principiaba el recital que abrió la programación del Otoño Flamenco el pasado 9 de noviembre en la Tertulia Flamenca El Pozo de las Penas, donde se ahogan las ducas y se refrescan las alegrías.
Pero entroncó los tientos tangos engarzaos con las filigranas pulcras y jondas de Luis, mascando las mecías y acordándose de Pastora o las formas de Utrera, echándose el cante a la boca para paladearlo con gusto antes de dejarlo escapar hilao para el gozo del respetable. Se fue a Levante con el taranto con letras y melodías que busca en su ingenio y en el estudio, porque Manuel se preocupa por no calcar los recitales, ofreciendo siempre cosas nuevas propiciadas por su acuciante afición y la inquietud artística. Pero sin salirse de las vereas negras. ¡Qué difícil es doler a tierra!
Ligó los tercios y las estrofas de Cádiz por soleá en el temple y las hilvanó con La Andonda endiñando apretones con otro par de Triana echando las higaíllas del sentío al coronar el palo con empaque y rotundidad. Y lo alivió por alegrías, a salpicones de mar, dedicándole la última letra de su propia cosecha a su abuelillo José.
«Manuel de la Tomasa revolcó de nuevo a la afición palaciega y dejó el calor de su estirpe por los rincones de la peña. La merecida ovación fue tremenda. Él se llevó una espuerta de oles y nosotros un cartucho de repelucos»
Entró a bocajarro en la seguiriya haciéndole un monumento, sin templarse con los ayes porque sabe por dónde viene. Estrujó los puños y se quejó de doscientas formas distintas con jipios de siglos que arrastró por los maderos como le dio la gana. Sin pensarlo, pero sintiendo las punzás de alfileritos gitanos que le sobrevienen a la nuez por herencia de sangre. Se rajó en el macho acordándose de los días señalaítos de Santiago y Santa Ana. Con arrojo y valentía, crujiendo.
Se metió en un puñao de berenjenales de originalidad por bulerías y salió airoso. Y tras el soniquete regaló una partía de fandangazos para echarle el cerrojo a su actuación. ¿Pa qué más?
Manuel de la Tomasa revolcó de nuevo a la afición palaciega y dejó el calor de su estirpe por los rincones de la peña. La merecida ovación fue tremenda. Él se llevó una espuerta de oles y nosotros un cartucho de repelucos.
Ficha artística
Otoño Flamenco de la Tertulia Cultural Flamenca El Pozo de las Penas
Los Palacios, Sevilla
9 de noviembre de 2024
Recital de cante de Manuel de la Tomasa con la guitarra de Luis Medina