El 7 de julio de 2001 asistí a la Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla, donde el espectacular programa destacaba artistas gaditanos como Santiago Donday, Felipe Scapachini o Encarnita Anillo.
Hacia el final de la primera parte, un hombre mayor, rellenito, que realmente ni cantaba, ni bailaba, nos derramó toda la sal de su tierra a puñados generosos, y nos refrescó con el aire de su chisposa presencia. Juan Jiménez el Gineto (Cádiz 1925-2010), tío del cantaor Juan Villar (Juanito el de la Gineta en sus comienzos), se acercó cojeando al micrófono. Murmuraciones entre el público delataban el escepticismo general, dada la presencia física del señor. Este hombre, guapito de cara en su madurez, se dirigió al público, hablando sin decir nada en concreto, y como quien no quiere la cosa, sus palabras empiezan a tomar forma dentro del compás de bulería. Hablaba, bailaba, decía, cantaba, sentenciaba, se reía, gesticulaba… El gran patio se llenó de un aroma al pasado, a tiempos más flamencos cuando no había telefonitos móviles ni leche sin lactosa, y se vivía la vida en blanco y negro. Qué maravilloso misterio de tanto arte en tan poquita cosa, y el público supo apreciarlo con aplausos espontáneos y calurosos a cada rato.
Igual que los demás, me enamoré del Gineto, sobradamente conocido entonces en Cádiz, olvidado y desconocido fuera. Me hice la promesa de entrevistarlo algún día, un encuentro que no tuvo lugar hasta el verano del 2007 en casa del Gineto, ya con problemas graves de salud, lo cual dificultó la comunicación, pero a pesar del error mío de haber demorado tanto la cita pudimos charlar animadamente, y el Gineto iluminó aquella salita de estar con la luz de su entusiasmo y una enorme sonrisa.
Casi no le hice preguntas, de un tirón me iba contando sus recuerdos de niñez y juventud, entre fiestas y viajes una vida desenfrenada que ya solo existía en sus recuerdos.
Habla El Gineto
Soy primo hermano de La Perla, y hermano de Pablito de Cádiz, conocío por to’ lo’ laos como Gineto de Cádiz, que me puso mi abuelo. Yo iba a la compra de ganao en las ferias, y era un buen jinete. A mi hermana Pilar le puso La Gineta, la madre de Juan Villar “el de la Gineta”.
Soy de aquí, del barrio Santa María. De niño he visto a mucha gente bailar muy bien. Donde mejor se ha bailao y cantao en todo el mundo es aquí en Cádiz. En Jerez también, pero de otra manera. Pero mucha mucha gente que cantaba y bailaba, como mi tía Rosa la Papera, madre de La Perla, hermana de mi mare. ¡Y Anzonini! Qué braceo, qué caídas. Y Paco Valdepeñas, sin ser de aquí abajo, ¡cómo bailaba! Y Faíco, estuve con él en Torres Bermejas de Madrid, con La Perla, con la Piquer, me sacaban todas las noches en las fiestas particulares, y bebí mucho alcohol pa’ aguantar la noche.
Conocí a tantos grandes artistas que ya no están, empiezo a hablar y… [llora] Pues mira, estamos aquí, y la vida es muy dura. Yo empecé de niño chico con aquel espectáculo de Encarnación López Argentinita y su hermana Pilar López, que ha muerto hace poco con 95 años. Las calles de Cádiz se llamaba el espectáculo. Yo era muy bajito, muy chiquetito para mi edad. Salí bailando y la gente embobá. Hay una foto famosa de la compañía con mi hermano Pablito, Adelita la Chaqueta, la Macarrona… Allí salió Ignacio Espeleta de zapatero, un tipo muy grande, muy gordo, pero cantaba por alegrías mejor que todos en España. Luego cuando murió se puso en su lugar a Pericón que conocía sus cantes: Plaza de la Catedral, es un verdadero encanto, porque se parece mucho a Melilla con su campo…
Me llevaba Pericón pa’ las fiestas, y Concha Piquer. Estaban también la Jeroma, Malena Loreto, y mi padre que iba de sereno, y una chiquita que se llama Paquita que aún vive, tiene mi edad… Yo no me acuerdo ahora de tanta gente. Después, Argentinita fue a América y allí murió. Y dice Pilar López, “ha muerto mi hermana, voy p’allá y voy a hacer una compañía buena”, pero yo era chico y no podía ir.
«Y venga botellas, y venga bandejas de comida, jamón y demás, y yo esmayaíto, te lo juro por mi mare. Totá, me arreglé, me busqué una pensión y salía cada noche con el cuadro tocando las palmas. Yo no soy buen artista pero soy gitano puro, sin despreciar a nadie. Estuve con Manolo de Huelva y el Niño Ricardo, fíjate los guitarristas que había»
Más tarde, con veinte años, me fui a Madrid con una maletita y un traje, una cazadora y un pantalón. Llevaba trece pesetas, y llegué allí a Villa Rosa, un tablao que hicieron. Y un señor mu’ puesto, mu’ flamenco, se me acerca, me da las buenas noches y dice: “¿Usted de qué tierra es?”. “Yo soy de Cádiz, señor”. “¡Qué dices! ¡Qué buena tierra, allí he cantao muchas veces!”. Era Juan Talega, el que mejor cantaba por soleá, lo mejor de toda España. Y me pregunta “¿tú qué sabes hacer?”. Le digo que canto y bailo, hago mis cositas. Entonces me dice Talega que pase por la oficina, y en el pasillo hay como veinte artistas, ¡pero de los grandes!… Estaba Manolo Caracol, la Niña de los Peines, estaba Tomás Pavón, había dos bailaores de Triana, y uno de Jerez, el Güiza, y otro de Madrid, el Porra, que bailando se comía a la gente. Y venga botellas, y venga bandejas de comida, jamón y demás, y yo esmayaíto, te lo juro por mi mare. Totá, me arreglé, me busqué una pensión y salía cada noche con el cuadro tocando las palmas. Yo no soy buen artista pero soy gitano puro, sin despreciar a nadie. Estuve con Manolo de Huelva y el Niño Ricardo, fíjate los guitarristas que había.
Después iba con Lola Flores tres años con su espectáculo La guapa de Cádiz, y tengo dos películas hechas con ella, Una señora estupenda y otra, Martingala. Luego, me fui con Valderrama que buscaba algún bailaor gracioso de Cádiz que bailara por bulerías en su espectáculo. Manolo Vargas fue en Ramillete, pero después tuvo una gracia mala, las personas cuando tienen la borrachera mala, ya sabes, estaba el hombre parao, que el pescao era muy caro, así que se fue a Madrid.
Yo en Madrid pasé por los tablaos, Torres Bermejas junto a La Paquera, Faíco y Bambino, y en los Canasteros con Manolo Caracol. ¡Y conocí a José Greco!, qué buen artista, me quiso llevar a América a mí y a mi hermano Pablito que fue con Canalejas. Y el Quino de Morón, todos los años en la feria de Sevilla en la caseta de los buñuelos todas las noches nos reunimos en la feria mi hermano Pablo, Anzonini, el Quino y servidor, el Gineto, bailaores de aquí abajo, armamos una fiesta y acabamos con el mundo.
Esa chufla del Bombero que todo el mundo conoce es de Manuel Jesulito, un ange que él tenía, no veas, luego la cogió el Brillantina, y después el Nano de Jerez. Trabajé con Chano Lobato, el Cojo Peroche, Curro la Gamba, Aurelio, el Beni de Cádiz, Los Gitanillos de Cádiz… Muchos más, gente grande, no recuerdo todos los nombres, aquellos tiempos ya no vuelven.
Ahora tengo 83 años y empecé de crío. He vivío mucho mundo, hija, no quiero que se olvide, cuénteselo a la gente.
Juan Jiménez Pérez, el Gineto de Cádiz, murió en abril del 2010 con 85 años.