Jerez ha perdido a uno de sus bailaores más auténticos y llenos de compás, podría decirse que el más veterano de cuantos se subían a las tablas en los últimos años. Pepe El Zorri ha dejado una gran tristeza en el mundo del flamenco y por eso las redes sociales han sido altavoces de multitud de muestras de cariño, desde las peñas flamencas de la ciudad a la Cátedra de Flamencología, pasando por artistas y la propia alcaldesa.
José Domínguez Garrido nació en el barrio de San Miguel en 1935, primo hermano de La Paquera de Jerez y Dieguito de la Margara, por eso el flamenco lo acompañó hasta sus últimos días. Fue bailaor de adolescente, con su prima Paquera, compartiendo escenarios con Farruco, Paco Toronjo o Lebrijano, y pronto se retiró para formar una familia. Frecuentaba los tabancos de su barrio, vivió y murió en la Calle Sol, y las peñas flamencas La Bulería y Los Cernícalos. Las dos dedicaron noches flamencas a El Zorri en los últimos años a modo de homenaje, así como hizo el Tabanco El Pasaje. Fue gran amigo de Diego Rubichi El Gasolina, y admiraba el cante de Agujetas y Terremoto sobre los demás.
Una vez que su mujer, Carmela, falleció hace unos quince años, comenzó nuevamente a subirse a los escenarios, compartiendo espectáculos con grandes del flamenco en Fiesta de la Bulería, Bienal de Sevilla o en Madrid y Barcelona. Su nieta, la bailaora Saray García, lo llevó con ella al tablao Los Gallos, y ahí fue descubierto por la afición sevillana, extranjeros y otros medios de comunicación.
En 2019 llega a viajar a Japón para impartir cursos de baile y palmas, con 84 años, acompañando también a la maestra Ana María López. Era muy querido por los que venían a Jerez de cualquier parte del mundo, con una gran categoría humana, señorío y elegancia, un saber estar que lo ha definido como uno de los más queridos del flamenco jerezano.
Juan Garrido
«Tras la muerte de Pepe El Zorri, las redes sociales han sido altavoces de multitud de muestras de cariño, desde las peñas flamencas de la ciudad a la Cátedra de Flamencología, pasando por artistas y la propia alcaldesa»
El Zorri, una irreparable pérdida
Me temo que con El Zorri no se marcha sólo su baile ni su excelente persona. Con Pepe se nos pierde una manera de entender el flamenco desde la generosidad. Hoy día, que el arte jondo desde los escalafones más pequeños a los más altos es puro mercantilismo, nos quedamos huérfanos de ese ser flamenco desprendido y luminoso. Porque su motivo para subirse a la tablas de una peña en el fin de fiesta no era otro que el compartir, sin pedir nada a cambio. Ese poner el corazón en una loza para el disfrute de los demás. Él, como pocos, sabía que buena parte de la autenticidad flamenca es dejarse llevar por el compás para dar un poco de su alma. No es extraño que las redes sociales se hayan volcado en mensajes a quien regaló tanto en vida. Descanse en paz José Domínguez Garrido ‘el Zorri’, quien ha dejado una profunda huella desde la sencillez y la honestidad de una flamencura limpia como un mediodía en la calle El Sol de la Plazuela jerezana.
José María Castaño