Hasta ahora veíamos en esta sección –De guitarreras maneras– contenidos guitarrísticos de diversa índole: guitarristas, construcción, toque o didáctica, entre otros. Pero no nos hemos ocupado sobre la historia de la guitarra flamenca, cuyo referente en estas investigaciones lo encontramos en la figura de Norberto Torres. Por ello, en sucesivos artículos haremos un repaso histórico del origen del instrumento. Lo que sí observamos en la guitarra española como instrumento es la extraordinaria proyección nacional e internacional que atesora. A través de su abanico melódico y armónico se convierte en el instrumento para acompañar por excelencia. Además, por medio de una gran evolución técnica toma el papel de concertista, por lo que lo podemos encuadrar tanto en la tradición oral como en la música culta.
Su nombre se toma alrededor de su etimología: el árabe toma del griego la palabra quithara. Aunque antes del siglo XVI no se puede establecer la guitarra como la conocemos hoy. En España a través de un periodo de decadencia del laúd, en este siglo, origina que la vihuela tome un gran enjundia. Y durante el siglo XVI la vihuela desaparece ante el ímpetu de la guitarra, debido a que la vihuela fue relegada al ambiente de la corte. Por el contrario, la guitarra a través del ambiente popular y tradicional adquiere importancia en la música culta. Se expande por todas las tierras de España. Es en el sur donde la guitarra es usada preferentemente para acompañar el repertorio jondo o flamenco. Pero es a través del flamenco donde la guitarra lleva aspectos rítmicos, melódicos y armónicos a un desarrollo extraordinario.
La guitarra aparece a lo largo de la historia en fiestas y ambientes populares, como aportan datos de los investigadores desde el tercer tercio del siglo XVIII. Sirva de ejemplo lo escrito por el militar gaditano José Cadalso Vázquez en sus Cartas Marruecas (publicadas en 1789 a título póstumo). En su afirmación “lo destemplado de la guitarra”, describe, de forma despectiva, una juerga en el Cádiz de la época. Hecho general que muestra la antipatía de personalidades ilustradas por instrumento.
Desde esa época la guitarra no solo acompaña las danzas populares, sino que aparecen métodos didácticos académicos debido a la popularidad del instrumento. Además sufre un cambio importante. La guitarra pasa de tener cinco a tener seis órdenes, o cuerdas. Con toda una apertura de posibilidades musicales.
En este punto, finales del siglo XVIII y principios del XIX, nos encontramos con dos ilustres corrientes guitarrísticas. Por un lado el Toque de Salón, que se orienta a la música culta. Sus máximos representantes son Fernando Sor y Dionisio Aguado, precursores de la guitarra clásica y su formación académica. La otra parte ya la conocemos, la guitarra de las tabernas, bodegas o cafés cantantes. Y ahí se desarrollaría la guitarra flamenca. Aunque el lugar importante de estos encuentros son las barberías, de ahí el Toque a lo Barbero.
Desde esta época, se deducen claramente dos corrientes guitarreras. Por un lado la culta y académica, y por otro la popular. Pero poco a poco llegaría una convivencia entre ambas. Los de una corriente se inspiran en la otra, lo que sería un periodo retroactivo entre lo popular y clásico.
Los guitarristas incorporan técnicas y aspectos musicales de géneros distintos. Así, los guitarristas clásicos integran en su repertorio los llamados aires andaluces. No se le puede llamar flamenco propiamente dicho, pero se mueven entre lo clásico y lo flamenco o popular. El investigador Eusebio Rioja los denomina guitarristas eclécticos.
Por otro lado, la guitarra, que de manera pausada nace como flamenca, se nutre de técnicas como el punteo o el característico rasgueo. Esto junto a nuevas incorporaciones técnicas y aspectos rítmicos conjuntan el catálogo de ejecución del toque flamenco. Toque que resalta por su riqueza rítmica. Entre las personalidades debemos mencionar a Julián Arcas, el guitarrista romántico más importante. Un guitarrista decimonónico que basa su repertorio entre lo clásico y lo flamenco. Además compone y toca obras que serían integradas en el repertorio de numerosos guitarristas. Su obra se expande nacional e internacionalmente. Podemos considerarlo como uno de los padres de la guitarra flamenca. Aparte de la amistad que lo une con su contemporáneo el constructor Antonio de Torres.
Otro guitarrista importante es Francisco Rodríguez Murciano, El Murciano, que pese a su apodo nace en Granada y pasa parte de su vida alrededor del Albaicín. Es aclamado por la gran mayoría de artistas del cante de la época por la novedad de sus ritmos y la forma de encadenar los acordes. Una anécdota rescata que el compositor ruso Mijail Glinka, durante su estancia en Granada, queda maravillado del toque de El Murciano, pero no es capaz de transcribir su música.
Antonio Pérez, o el Maestro Pérez, nace en Sevilla en 1839. Trabaja en el Café El Burrero y también es guitarrista de Silverio. Y es el padre de la bailaora Carmelita Pérez. Otro es José Prado El Peinero. Se dedica a la guitarra, al cante y al baile, en la Sevilla de 1862.
«Es en el sur donde la guitarra es usada preferentemente para acompañar el repertorio jondo o flamenco. Pero es a través del flamenco donde la guitarra lleva aspectos rítmicos, melódicos y armónicos a un desarrollo extraordinario»
En la parte de Cádiz nos encontramos con Paco el Barbero, el principal precedente del guitarrista flamenco de concierto. Fernando el de Triana escribe esto en su obra Arte y artistas flamencos de 1935 sobre Paco el Barbero: “Discípulo de Patiño que aventajó a su profesor en ejecución y cuidó mucho del acompañamiento”. Encontramos a José Patiño González el Maestro Patiño. Patiño acompaña a Chacón de joven y a Silverio Franconetti. Aporta algo de modernidad al acompañamiento y crea piezas originales de concierto. Al maestro Patiño y a Paquirri el Guanté se les atribuye el aporte de la cejilla. También tenemos a Juan Gandulla Gómez, Habichuela. Acompaña a Chacón y a la Niña de los Peines en sus primeras grabaciones. Y Javier Molina, natural de Jerez de la Frontera, acompaña a Antonio Chacón y a otras figuras del cante de su época. Molina se le considera el creador de la escuela jerezana de guitarra.
Paco de Lucena, otra figura imprescindible, nace en la cordobesa localidad de Lucena. Parte de la formación clásica académica para luego pasar al toque flamenco. En los cafés de Málaga aprende el acompañamiento flamenco, pues sus cualidades técnicas y su aprendizaje le permitían tocar por lo fino o tocar aires andaluces. Y se le atribuye la estructuración de la caña y la creación de la rosa. No menos importante es Rafael Martín. Nace en Sevilla, pero pronto se traslada a Madrid. Es discípulo de Paco de Lucena, se convierte en maestro de la Sociedad Guitarrística Española y de Cultura Guitarrística y es contratado en la Exposición de París de 1900. Además, es el creador del primer método de guitarra flamenca.
Es de obligado nombramiento recordar a Miguel Borrull, uno de los guitarristas preferidos de Chacón, que nace en Castellón de la Plana y se afinca en Barcelona. Allí abre el Café Cantante Villa Rosa. Su hijo Miguel Borrull Hijo sigue los pasos de su padre. Se le reconoce como el guitarrista de más prestigio de la década de los años veinte.
Amalio Cuenca toma prestigio en Madrid, aunque hace carrera en París, donde abre el colmado La Feria, en cuya inauguración actúan Miguel Borrull y La Macarrona, entre otros. Junto a Ramón Montoya graba un disco.
Luis Yance, destacado guitarrista madrileño. Domina tanto la faceta de concertista como de acompañante. Manolo de Badajoz sigue la escuela jerezana de Javier Molina, aunque también la de Ramon Montoya. Acompañó a los más destacados cantaores de su época y realizó numerosas grabaciones. Antonio Moreno, poco reconocido guitarrista cordobés, acompaña a Manuel Vallejo y se le reconoce como un perfeccionista del acompañamiento al cante y al baile.
Manolo de Huelva es otro de los guitarristas preferidos de Antonio Chacón y Manuel Torre. Participa como guitarrista oficial del célebre Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922. En los años treinta realiza gira con Manuel Vallejo. Graba discos como solista y como acompañante, y participa en una película con La Argentinita. Gracias a la Fundación de la Familia Zayas se conserva su guitarra de Santos Hernández y un compendio de falsetas transcritas para guitarra.
Perico el del Lunar es un guitarrista jerezano del Tablao Villa Rosa de Madrid. Su importancia radica por ser quien dirigió la primera Antología del cante flamenco en 1954, obra importantísima.
Rafael Del Águila, guitarrista jerezano discípulo de Javier Molina, y dedica su carrera a la pedagogía de la guitarra de la escuela jerezana, principalmente de su maestro. Muchos de los tocaores actuales de Jerez salen de su escuela, como José Luis Balao, Gerardo Núñez o Paco Cepero, entre otros.
En sucesivos artículos repasaremos las diferentes décadas en materia guitarrera, con idea de realizar una breve aproximación histórica. Aunque poco a poco ahondaremos en diferentes temas importantes de la genealogía guitarrera.