De rojo picantón se presentaron Calicha —Óscar Lago— a la guitarra y David Palomar al cante sobre los maderos del Teatro Alameda. La brisa de Cádiz empujó al gaditano a La Bienal de Sevilla para reivindicar los aires de su tierra en un espectáculo dramatizado, de teatro flamenco, en el que al final queda solito y Desamparao en el trajín de los cantes de La Tacita.
Si bien la dirección escénica, el guión y la elección del repertorio fueron aspectos intachables, atribuidos a José Troncoso y Ramón Soler, la interpretación de Palomar rozó demasiado lo histriónico y su ejecución del cante se vio manchada por lo actoral, alejándose del empaque habitual con el que ha zarandeado a este crítico en otras ocasiones, sin ir más lejos en la señera Peña Flamenca Torres Macarena de Sevilla hace poco más de un año en un recital por derecho.
Y aquí no se ladea pero le faltó un buchito como cantaor y le sobró una arroba dramática. Aunque imbuido en la gracia que le rebosa lo disimuló con age y al público le sentó bien.
«La dramaturgia le pega pero también le sobra, pesando el drama más que el cante, al que le da más teatro del que le cabe. Ni cantó ni actuó mal pero, en conjunto, agradó muchísimo al público que abarrotó el aforo del teatro y aplaudió por cuenta, y a mí me dejó poco más que a medias y sin entusiasmo»
Después de robarle al respetable el silencio de unos minutos de reloj mientras subía de espaldas sus brazos parando el tiempo, endosó dos o tres giros apretaos por martinetes camaroneros que dieron gustito al cuerpo. Y naqueró de los tiempos modernos y que «todavía nos alegramos» que nos quiten lo de antes, quejándose de los despropósitos urbanísticos en Cádiz, la desaparición de las tiendas de barrio… Y así acabó Macandé entonando sus fandangos y el pregón de los caramelos al rugir de una tormenta.
Glosó con su cita Onírica flamenca la memoria de los viejos cantaores gaditanos de referencia y cantó por soleá de Ramón Jarana ataviado con sombrero, bastón y fular blancos. ‘De Cadi, Cadi’. Paquirrí, El Mellizo… Arrancó un puñao de risas evocando a El Beni y sus ocurrencias romanas. Se acordó de El Vapor y de La Perla, de Pericón, La Sabina, El Cojo Peroche, Donday, Rosa La Papera, El Bohiga… Y buscó el cujío de sus lamentos en la seguiriya, sin doler demasiado. Acabó a torso desnudo y descalzo. Robó la luz.
Palomar se entregó reivindicando su pueblo y sus cantes, pero se antojó un discurso manido, muy transitado en los carnavales y entre la afición. La dramaturgia le pega pero también le sobra, pesando el drama más que el cante, al que le da más teatro del que le cabe. Ni cantó ni actuó mal pero, en conjunto, agradó muchísimo al público que abarrotó el aforo del teatro y aplaudió por cuenta, y a mí me dejó poco más que a medias y sin entusiasmo. No me hagan mucho caso y vayan a verlo, claro. Seguro que es un bastinazo. Y como ya me va pesando La Bienal, quizá necesite disfrutarlo otra vez para coincidir con la ovación. O no.
Ficha artística
Desamparao, de David Palomar
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Teatro Alameda
30 de septiembre de 2024
Cante: David Palomar
Guitarra: Óscar Lago