Morón de la Frontera (Sevilla) es el territorio flamenco en el que David El Galli (mayo del 78) se desenvuelve, con el que se identifica, el que ha marcado sus idas y venidas desde que empezó a cantar siendo un niño. La emigración de los 70 lo llevó a nacer en Barcelona, pero es solo un hecho circunstancial. Dice que «en Morón se da algo especial, es pintoresco, y no solo en el flamenco». Y él sabe de lo que habla, porque ha conocido a la familia de Joselero y Diego del Gastor. Ha vivido «el último coletazo» de la época dorada y recuerda fiestas y reuniones como el homenaje que se le rindió a Perrate, o se ha emocionado al escuchar a El Funi, Fernanda, Bernarda… «De niños nos íbamos a Utrera a escuchar Gaspar o Bernarda con una motillo».
Es respetuoso y por eso esperaba siempre «el momento en el que ellos se inspiraban», refiriéndose a aquellas fiestas en las que se metía con sus amigos para escuchar a los grandes. Es camaleónico y se adapta a los nuevos tiempos, pero rompe una lanza a favor por los que quedan de esa época y dice que «mi cariño va para los mayores que quedan, no debemos olvidarnos de ellos».
«Nos íbamos en moto a escuchar a Gaspar o Bernarda desde Morón a Utrera»