La Caracolá Lebrijana asistió desde la azotea de la Peña Flamenca Pepe Montaraz al alumbramiento de un milagro de lo jondo. Vino del país del mago una joven cantaora para evidenciar que el futuro del cante está en su garganta. Se llama Consuelo Haldón, paymoguera de unos insultantes dieciséis años que revolcó a los cabales con la veta gitana que le endosó su mare cuando la trajo al mundo. Un puñao de quejíos frescos colmaos de herencia cantaora pusieron el cielo a Lebrija para adorar la providencia del flamenco. Porque Consuelo resuelve de un plumazo la perpetuidad del cante por derecho.
Tras la presentación fluida de José Vargas ‘Kilito’, abrió por alegrías de Córdoba sin atender a concesiones de otras variantes de cantiñas bordando las cadencias melódicas. Presentó sus credenciales y dejó al público mudo salvo para arrojarle piropos y jaleos ante la perplejidad de su talento. Inevitable el tributo por estos derroteros a Curro de Utrera. Un ramillete por soleá descubrió el dominio y los conocimientos de esta niña que canta sin ostentaciones ni gritos, con mucho gusto. Meció la malagueña de La Trini tejiendo filigranas para apretar después en el jabegote abandolao. Puso guirnaldas por tientos tangos demostrando velocidad en la voz y exquisitez en los melismas, evocando en algunos pasajes a Pastora. Y entró en la segunda parte doliéndose por seguiriyas con lamentos impropios de su edad, justificándose tan solo por el legado de la gitanería que le corre en vena. Aquí pegó unos cuantos gañafones hirientes de los que lastiman los costaos y cerró con el azote negro del macho de Juan Junquera, rubricando una seguiriya memorable para el catálogo de tesoros de la afición. Se mostró gozosa y con age en la bulería pa escuchá sin remedos ni imitaciones, metiéndose en faena por los aires jerezanos sin abusar. Derritió el mal bajío de la petenera abordándola melosa y sentía en la chica, más valiente y poderosa en el quisiera yo renegá que nos recordó a La Niña de los Peines. Luego trinó por minera y le echó reaños a la taranta de El Tonto de Linares -que rebautizó Fosforito– para terminar su actuación con un cartucho de fandangos. No se dejó llevar por la querencia de su cuna, también los hizo naturales, luciéndose en el de Pepe Pinto, otro agujetero o el de El Sevillano. Y abrochó la cita regalando al aire con empaque los que faltaban por Huelva.
«Consuelo Haldón, paymoguera de unos insultantes dieciséis años, revolcó a los cabales con la veta gitana que le endosó su mare cuando la trajo al mundo. Un puñao de quejíos frescos colmaos de herencia cantaora pusieron el cielo a Lebrija para adorar la providencia del flamenco»
Consuelo ofreció más que un recital una antología, emocionando por doquier en cada tercio que enjaretaba. Escribió la carta de presentación de una cantaora que va cuajando con templanza y contundencia. Rizó giros preciosos, moduló el cante sin pegar voces, domeñando los bajos con delicadeza y dulzura. Cantó compenetrada al deíllo con la guitarra de Antonio Dovao, al que le une un vínculo especial que explica quizás que a pesar de que Consuelo lo triplica en calidad artística siga siendo quien la acompañe. En definitiva, Haldón estuvo muy por encima del cuadro y brillaría aún más si cabe sobre los seis ríos plateados de una sonanta con más altura.
No me andaré con medias tintas, porque es de recibo mojarse. Y se me antoja decir que Consuelo Haldón es hoy día la mejor cantaora en su rango de este puñetero arte que nos tiene envenenaos. La ovación hizo justicia y su nombre aún se contagia por los corrillos lebrijanos que tuvieron la suerte de escucharla o la desdicha de no hacerlo.
Ficha artística
59 Caracolá Lebrijana
Recital de cante de Consuelo Haldón
Peña Flamenca Pepe Montaraz, Lebrija, Sevilla
16 de julio de 2024
Cante: Consuelo Haldón
Guitarra: Antonio Dovao
Palmas: Lalo Castellano y Manuel Barba
Presentador: José Vargas ‘Kilito’