En la historia de la Literatura es constante el uso del símbolo, especialmente en poesía. Con este, las palabras parecen no significar lo que aparentan a primera vista. Así, una cárcel o estar preso puede no querer decir estar efectivamente entre rejas, sin libertad física, sino metafórica, simbólica, figuradamente, sólo estar enamorado. Qué gracia rebosan estos versos, altísimo piropo, ingenioso como pocos –recogidos por Demófilo (sic)–:
Tengo de ti mir agrabios,
Y te he de mandar prendé…
En la carse e mis brasos,
Que en otra no puée sé.
La que sigue, soleá de tres versos, reitera el símbolo de la cárcel de amor. Es una copla o letra también muy ingeniosa, y otro piropo, claro. En el fondo, una declaración solemne de amor, fina como pocas:
Tu ventana es una cárcel
con el carcelero dentro
y el prisionero en la calle.
En algunas aparece el término “cautivo” para referirse a una determinada situación. El diccionario nos dice que este término, “cautivo”, procede del latín “captīvus” y significa: 1. adj. Dicho de una persona: Hecha prisionera en la guerra. U. t. c. s. Era usado referido especialmente al cristiano apresado por los infieles. 2. adj. Dicho de un animal: Privado de libertad. 3. adj. desus. cativo (‖ infeliz, desgraciado).
Tomó este último sentido de “desdichado” en el siglo XIII, y de ahí, en el Quijote, el de “malvado”. Su acepción más común es la de “aprisionado en la guerra”, aplicado sobre todo o particularmente a los cristianos hechos prisioneros por los infieles. El término “cautivo” se usó muchísimo en la literatura morisca de los siglos XV al XVII, con este sentido comentado. El mismo Cervantes fue cautivo en Argel (por cierto, parece que pronto tendremos una película sobre Cervantes basada en su período de cautiverio, titulada precisamente El Cautivo, dirigida por el magistral Alejandro Amenábar. Ojalá le apeteciera hacer alguna otra sobre los flamencos y flamencas de postín y con una buena historia detrás. Hoy cautivo o cautivar es inusual, apenas usado en contextos cultos o en expresiones concretas con un sentido figurado, como “cautivar o atraer la atención”. Estas explicaciones creo que permiten entender mejor esta copla:
Los lamentos de un cautivo
no pueden llegar a España,
porque está la mar por medio
y se ahogan en el agua.
En este enlace la canta Pepe Marchena por soleares con la guitarra de Ramón Montoya, dos grandes del flamenco:
O esta otra recogida por Demófilo con esta ortografía, una tremenda maldición:
Aquer que tiene la curpa
E que yo fatigas pase,
Se bea en Argé cautibo
Sin tené ningún rescate.
Se parece a esta otra que escuchamos en la voz de Antonio Mairena por soleá, del canal de YouTube “Antonio Mairena oficial”, donde comentan: “Estas dos soleares son los dos estilos más conocidos del gran músico gaditano que fue Enrique El Mellizo. En esta ocasión Mairena se inspira en los modos de Manuel Torre. La primera letra ya la grabó, además por el mismo estilo, el propio Manuel Torre (1929). Dicha copla viene así en Cantares de Castilla (nº 220): “Aquel que tuvo la culpa / de nuestra separación / ojalá se le cayeran / las alas del corazón”. Y de forma similar en la Colección de cantes flamencos, que editó Demófilo en 1881: “Aquer que la curpa tiene / que fatigas pase yo / er corasón por la boca / se le sarga de doló”. Como toná se reseña en el número del 15 de enero de 1887 de la revista El Cante”.
Precisamente cautivo, o Cautivo, es la palabra que se usa asociada a Cristo, a Jesús, en las saetas, un palo a palo seco, a capella, del flamenco, circunscrito a un tiempo concreto, la Semana Santa, que adquiere en la calle, frente a las imágenes de los pasos, su verdadero sentido. Escuchamos una saeta en este enlace, Manuel Mairena, premio Saeta de Oro, gran cantaor de la casa de los Mairena, canta en la iglesia de San Juan de Palma (Sevilla), en el programa de la Exaltación de la Saeta de 1996:
El gran investigador José Luis Ortiz Nuevo, el Poeta de Archidona, recoge varias letras de tema carcelario en su imprescindible libro Pensamiento político en el cante flamenco (1985). En alguna se usa el término que comentamos:
¿De qué le sirve al cautivo
Tener los grillos de plata,
Y las cadenitas de oro,
Si la libertad le falta?
Seguiremos acercándonos a estos asuntos del cautiverio, del encarcelamiento, la privación de libertad que en las letras del cante aparece como una de las mayores calamidades.
→ Ver aquí los artículos anteriores de José Cenizo.