José Nondedeu Carrasco (mayo de 1946) quiso ser torero, para seguir la estirpe familiar. Su vida pasa por el anecdotario gaditano, por los artistas de Cádiz y Los Puertos, por saber escuchar y entonarse, por conocer como pocos los cantes de su tierra, por vivir momentos inolvidables en su mítica taberna de La Viña. Es uno de los últimos supervivientes de una generación marcada por la gracia y el ángel, ese que compartió con Beni, Chano, Camarón o Rancapino. Ahora se junta todos los días prácticamente con su querido Juanito Villar, en su peña de La Caleta, por donde pasan cada día aficionados del mundo pidiéndole una foto. «Juan les dice ya a muchos que no es él, que se han confundido», cuenta con gracia. Cuenta y cuenta, y al final me reconoce que «de todo lo que he dicho, el 70 por ciento es mentira».