Bonela Hijo y Ramón Soler impartieron su magisterio en el Museo Taurino de Arroyo de la Miel (Málaga) en una conferencia del flamencólogo –El flamenco contado y cantado– ilustrada por el cantaor malagueño. Organizada por la Peña La Repompa, fue un éxito de participación.
Abre el fuego Soler, referente junto a su tío Luis de la investigación flamenca en Málaga, y se remonta a los orígenes de este arte centenario. «El momento fundacional del flamenco tiene mucho que ver con la historia del siglo XVIII y XIX. Llega una dinastía, la de los Borbones, y se fue menospreciando la música tradicional, la chacona, la zarabanda…, en favor de la música francesa e italiana», explica.
Y prosigue: «En 1808, con la invasión napoleónica, hubo una reacción furibunda ante lo francés agarrándose a lo más salvaje. ¿Y qué era lo más salvaje? Lo gitano. Se aflamenca el folclore y se lleva a los teatros hasta llegar al río que tenemos hoy día».
Para Ramón Soler, «aunque el flamenco es una música tradicional, no es popular. Es muy minoritaria, de paladares exquisitos que gustan de la música en la corta distancia. De todo ese árbol frondoso vamos a ir desgranando el sello que dejaron los primeros creadores hasta llegar a las distintas variantes. Hay tantas que encandila allá donde vaya, Japón Francia, EEUU. Está por encima de las lenguas».
Y presenta a Bonela como «un cantaor extraordinario, no sólo de Málaga sino del panorama flamenco actual. Un cantaor que sabe lo que canta, porque además es profesor de Conservatorio. Está en su mejor momento y acaba de publicar nuevo disco, una gran obra».
De bien nacidos es ser agradecidos y el cantaor malagueño le corresponde con estas palabras: «Los Soler, Ramón y su tío Luis, son una institución en el mundo del flamenco, Son dos entusiastas del cante».
«Los cantaores tienen la obligación moral —asegura Soler— de aportar cosas nuevas. En la guajira, Bonela toma décimas de El Piyayo y las adapta a la métrica de las guajiras»
Se templa por malagueñas de El Mellizo en la versión de el Niño de Cabra y de El Chato de las Ventas inspirada en la de La Trini, «con unos agudos y una dificultad vocal importante y con una gran memoria musical», apunta Soler. Las remata por abandolaos: rondeña, zángano de Puente Genil y cantes de Juan Breva. Su hijo Bonela Chico, zurdo, lo acompaña con solvencia pese a su insultante juventud.
Ofrece a continuación la guajira de su nuevo álbum, La feria del amor. «Un potaje por guajiras. Los textos me los buscó Ramón. Son décimas de El Piyayo —no se olvide que sus cantes son aguajirados— y las he adaptado a la métrica de las guajiras», explica Bonela. Y Soler abunda en ello: «Sirve para ejemplificar que el flamenco nace del aflamencamiento de músicas diversas, como la guajira lo hace de la música cubana tradicional, que viaja de un lado a otro del Atlántico».
«Los cantaores tienen la obligación moral —asegura Soler— de aportar cosas nuevas. Vemos en las letras interpretadas a Manolillo El Herraor, El Pena y un poeta cubano, lo culto y lo popular se entremezclan. El flamenco es un gran potaje maravilloso».
Por soleá pellizca en la de La Roezna —«Hasta los arboles sienten que se le caigan los hojas y está gitana no siente la perdición de su honra»—. Y Soler recuerda que se trata de «la columna vertebral del flamenco. La soleá desde que nace es flamenco puro». Pero además de soleá, Bonela canta bulerías por soleá, corrido y alboreá. «Ha hecho otro potaje, como buen cocinero del flamenco. El corrido y la alboreá son modos antiguos que algunas familias gitanas conservaron. Eran romances, las nanas de Alejandría, que servían para dormir a los niños y para las bodas gitanas».
En las cantiñas —cantiñas, alegrías, romeras y cantiñas del Pinini— da las cinco pesetas del duro. «¡Qué intensidad! ¿Cantes livianos?», bromeó Soler, quien aseguró que «es la primera vez que escucho la palabra magnética en el flamenco». Bonela aclara que la tomó de Sorderita, «flamenco de hoy, pero flamenco, que supo adaptar lo que traía en la sangre a los tiempos de hoy».
Dice adiós por fandangos, que canta muy recortaos, como aprendió a interpretarlos en su casa —su padre es el también cantaor Niño Bonela—. Fandangos para los aficionados de Corruco, Palanca o Cepero. Una delicia.
Imagen superior: Bonela Chico, Bonela Hijo y Ramón Soler en el Museo Taurino de Arroyo de la Miel, Málaga. Foto: Pili Cabrera
Ficha artística
El flamenco contado y cantado
Museo Taurino de Arroyo de la Miel
Peña La Repompa de Benalmádena
1 de marzo de 2024
Aforo: Lleno
Conferenciante: Ramón Soler
Cante: Bonela Hijo
Guitarra: Bonela Chico