En Mairena se respira lo jondo. Su festival de cante suscita interés, genera polémica. Siempre está en el candelero. Lo critican por los carteles, por cualquier detalle de la organización, por lo que sea. Pero ahí sigue programando flamenco con mayor o menor acierto. Y no se vende con estrategias mediáticas que prostituyan nuestro arte. Lo digo sin insinuaciones. Me refiero a lo que están pensando, a La Unión.
El municipio de Los Alcores congrega todos los años a la crema de la afición. Esta vez casi mil quinientas entradas vendidas, aunque en el auditorio no lo parecía porque algunos se lo toman solo como acontecimiento social y están más tiempo en la barra que en la butaca.
Otra cosa son los artistas. Nunca llueve a gusto de todos. Y eso que el agua cayó del cielo casi al término del espectáculo, en el turno del cantaor local Paco Morillo. Hasta él mismo bromeaba: «Si queréis que llueva llamadme a mí para que cante». Yo también voy a criticar algo, con la mejor de las intenciones como propuesta de mejora. Salvo que el flamenco del pueblo sea una figura, debería actuar en primer lugar con dos cantes reconociéndole su sitio y el amor que le profesan sus vecinos. Luego el sobre a su bolsillo y a disfrutar de la noche. Tenemos la costumbre de dejar la guinda del pastel para el final. Algunas actuaciones se eternizan o se hacen pesadas por la calidad de quien ocupa el escenario y no es de recibo aguantar estoicamente añorando tiempos mejores y modelos de festivales caducos echando el cerrojo a las tantas de la madrugada.
«Joaquín Grilo bailó como él solo, porque es único, distinto. Te gusta o no te gusta, pero le imprime a todo su personalidad en un panorama dancístico donde salvo escasas excepciones se ve el flamenco vacío y clones insípidos. Se despidió con un adiós a cámara lenta reincidiendo en la broma. Magnífico»
Remedios Reyes
Rompió el silencio el cante de la flamante ganadora del concurso. Remedios Reyes mostró sus dotes festeras por tangos y bulerías, acordándose de Gaspar y Enrique Montoya. Caldeó el ambiente para lo que vendría después y se pegó unas cuantas pataítas con gracia y flamencura. La acompañaron a la guitarra su sobrino Nono Reyes, cada vez más solvente, y a las palmas Tate Núñez y Ana Reyes.
A Paco de Lucía. In memoriam
El compañero y amigo Manuel Martín Martín fue el maestro de ceremonias, con una presentación impecable y una breve y lucida glosa a Paco de Lucía, a quien iba dedicado el festival en conmemoración del décimo aniversario de su muerte. Para el acto protocolario subieron al proscenio el alcalde de la localidad Juanma López, la delegada de Flamenco Gloria Guillén, la delegada territorial de Cultura y Turismo de la Junta de Andalucía Carmen Ortiz, la presidenta de la comisión de Cultura del Parlamento de Andalucía y delegada de Cultura del Ayuntamiento de Algeciras Pilar Pintor, Cristóbal Ortega, director del Instituto Andaluz de Flamenco, el director de la Bienal de Flamenco de Sevilla Luis Ybarra, el presidente de la Casa del Arte Flamenco Antonio Mairena Manuel Jiménez, el sobrino de Antonio Mairena Antonio Cruz, Aurora Vargas, Calixto Sánchez… aparte de Pepe de Lucía, hermano del homenajeado a título póstumo y la hija de Paco, Lucía Sánchez.
Duquende
La rendición de honores al guitarrista algecireño explicaba la presencia en el cartel de Duquende. Vino acompañado a la sonanta por José El Ciego, indecorosamente vestido con pantalones rotos por las rodillas, en botines y con golpeadores rojos en la guitarra. Los palmeros, en ocasiones cruzados de compás, también en zapatillas de deporte. Y no soy crítico de moda, sino de flamenco, pero hay ciertos modales –seré arcaico– que no se deberían perder. Porque las formas cuentan. Cuando no se cumplen sientan como faltas de respeto. Pero hablando de cante, Duquende principió su idilio camaronero por taranta y cartagenera, más convincente en lo segundo. Siguió con los aires de la bulería por soleá, para acabar por tangos y bulerías. Ofreció un repertorio estridente, insulso y plano, plagado de apretones que se quedaron afortunadamente en la mitad de los que endiñaba antaño.
Aurora Vargas
Comenzó Aurora Vargas por alegrías derramando el soniquete en un recorrido por Cádiz y Sanlúcar. Se rebuscó pegando pellizcos en la soleá, escarbando en las raíces morenas del cante al mirarse en Tomás Pavón, asentándose luego en Alcalá para llegar a Cádiz con las de Paquirrí. Dolió. Y habiéndonos ya lastimao con sus quejíos negros nos revolcó de gitanería por tangos. Formó el taco haciendo tronar ovaciones de un público en pie que pedía más. El gentío le rogaba a gritos las bulerías con un aplauso incesante que hizo que Aurora cantara y bailara como en sus mejores años, reencontrándose en Mairena con su flamenco más genuino y racial. Tremenda. Arrasó como un torbellino arropada a las cuerdas serviles y dotadas de Miguel Salado. A las palmas Diego Montoya, Manuel Salado y Javi Peña. Cantó y bailó pa pegarse chocazos.
«Terminó por bulerías a los pies de Lebrija y llorándole al cielo a su madre Pepa, emocionada, y a su padre Curro, al que despedíamos hace solo unos meses en Triana. Cantó con afinación, sentimiento y donosura. Bailó con age. Esperanza Fernández estuvo de lujo»
Joaquín Grilo
Tras el descanso asistimos a la borrachera de arte del baile de Joaquín Grilo. Inició por seguiriyas para el maestro Paco, con la guitarra de Francis Gómez y el cante de Juan de Mairena, Manuel Moneo y Carmen Grilo. Buen atrás. En las alegrías empezó a derramar las figuras lánguidas de su característico braceo y pasos vacilones que hacen que sus coreografías estén cuajadas de momentos geniales y divertidos. Más allá de la comicidad guasona, El Grilo está pasao de compás. Es un maestro del son que juega con los tiempos y la burla hasta donde no entra, como en la soleá. Paseó con gallardía, fue original en los zapateaos y desplantes, desdibujó su cuerpo con los contoneos de cintura y culo… La lió por bulerías. Joaquín bailó como él solo, porque es único, distinto. Te gusta o no te gusta, pero le imprime a todo su personalidad en un panorama dancístico donde salvo escasas excepciones se ve el flamenco vacío y clones insípidos. Se despidió con un adiós a cámara lenta reincidiendo en la broma. Magnífico.
Paco Morillo
El cantaor local Paco Morillo estuvo bien acurrucado con la guitarra infalible de Antonio Carrión. No se desenvolvió bien en la malagueña de El Mellizo con abandolaos y jabera. Solo correcto por seguiriya y aún más flojo por tientos tangos y fandangos.
Esperanza Fernández
Esperanza Fernández volvió a subir esto de categoría. Al cobijo de la guitarra sublime y precisa de Miguel Ángel Cortés y las palmas de Miguel Fernández, Emilio Castañeda y Dani Bonilla –estos sí marcaron bien los tiempos– regaló una intervención intachable de pulcra profesionalidad. Descorchó las esencias trianeras por soleá en recuerdo de El Sordillo para hilvanar con la caña. Las alegrías y bulerías de Cádiz preludiaron las seguiriyas de las ovejitas que bordaba Antonio Mairena y abrochó su lamento doliente con los días señalaítos de Manuel Torre, cosiendo el palo en solución de continuidad con la serrana y fandango de Frasquito Yerbabuena. Terminó por bulerías a los pies de Lebrija y llorándole al cielo a su madre Pepa, emocionada, y a su padre Curro, al que despedíamos hace solo unos meses en Triana. Cantó con afinación, sentimiento y donosura. Bailó con age. Esperanza estuvo de lujo.
Ronda de tonás
La ronda de tonás fue un despropósito. Porque conforme fueron cantando abandonaron el escenario dejando en soledad a Esperanza. Un detalle desagradable y feo por parte de los compañeros de cartel, que bien podían esperar solo unos minutos para retirarse a lo que fuera que les urgiera. Sobresalieron los zamarreones de Aurora y la de Esperanza, con lo que encajamos la puerta en Mairena hasta el próximo festival.
Ficha artística
LXIII Festival de Cante Jondo Antonio Mairena
A Paco de Lucía. In memoriam
Auditorio Municipal Manuel Mairena, Mairena del Alcor, Sevilla
7 de septiembre de 2024
Cante: Remedios Reyes, Duquende, Aurora Vargas, Paco Morillo y Esperanza Fernández
Guitarra: Nono Reyes, José El Ciego, Miguel Salado, Antonio Carrión y Miguel Ángel Cortés
Palmas: Tate Núñez y Ana Reyes. Francisco de los Carrillos y Francisco de Almería. Diego Montoya, Manuel Salado y Javi Peña. Manuel Vareta y Antonio Torres. Miguel Fernández, Emilio Castañeda y Dani Bonilla.
Baile: Joaquín Grilo
Cante: Carmen Grilo, Manuel Moneo y Juan de Mairena
Guitarra: Francis Gómez