El soniquete a las palmas de Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia por bulerías anticipó el secreto. María Terremoto y Jesús Méndez fundieron desde bambalinas al proscenio el alianda de La Paquera presentando las credenciales de Asta Regia. Erigieron sobre los vestigios de Jerez lo que vino a ser uno de los mejores recitales de cante de toda La Bienal.
Jesús templó la de La Serneta en la soleá por bulería —o bulería pa escuchá— y de ahí hasta la de Frijones o el remate recio con juguetillo le dio un repaso al catálogo con tintes jerezanos. Rebuscó el llanto en la seguiriya, recordando a Manuel Torre y abrochando la terna con el macho de Manuel Molina, vibrando con cuerpo, sin estridencias ni gritos. Se raspó un puñao de fandangos tiraos con enjundia e irrumpió María en la pelea con otros tantos jincándonos uno dedicado a su hijo Fernando del que aún me duelen las carnes.
Cada uno al socaire de su guitarra. Jesús al trino fresco de Pepe del Morao y María con los ríos acompasaos de Nono Jero. Pero compartiendo escenario en la conformación de un recital conjunto y no dos independientes en la misma noche, como veníamos criticando de otras propuestas que le restaban sentido al unir en el mismo cartel a dos artistas para desaprovechar la ocasión de que hicieran cosas juntos.
«El cante se vale por sí solo cuando rebosa calidad. Lo demás es revestir las carencias de quien las tiene y no exponer sus vergüenzas. Pero María y Jesús, o Jesús y María, se dieron como asta y regio para regalarle a Sevilla un recital de categoría donde a través de sus notables atributos colmaron las tablas de excelencia y trapío»
Menos solvente estuvo María en la malagueña granaína de Manuel Torre y la de El Mellizo que a fin de experimentar con giros nuevos y ralentizarla le faltó el pulimento. Detalle insignificante ante el soberbio recital que ofreció. Se abandoló por rondeña y fandango del Albaicín trotando con brío en los compases para acariciarnos con las mecidas de los tientos tangos en los que evocó a Juana la del Revuelo, Pastora o la Carmen de El Paquiro. Pataíta incluida con los pies descalzos. Y hubo motivos para que se transparentara la herida en la seguiriya. Embistió en cada tercio. La abordó pegándole bocaos al cante, doliéndose al rogar no llamadme al médico, llamadme al doctor o cerrar el palo con el cambio de Los Puertos de Manuel Torre porque eran los días señalaítos. María acudió a La Bienal con una penita mu grande y dio los veinte reales del duro mascando el sufrimiento en sus entretelas partías.
El sentido y extraordinario piano de Alejandro Cruz volvió a unirlos en los maderos para convidarse los apellidos. Maldijeron juntos los ojos verdes con los que vieron la Luz en los balcones, abrazando dos casas cantaoras del Asta Regia con cantes que fueron dignos estandartes de las dos estirpes.
Los jerezanos salpicaron de tierra albariza las maderas de Sevilla. Jesús coloreando con ímpetu los melismas rancios y pujantes y María dulce en los bajos aterciopelaos y arrasando en las arremetías.
Echaron el cerrojo por bulerías, preñaos de empaque y solera, demostrando que se puede revolcar la afición cantando por derecho sin discursos de vanguardia ni tonterías. El cante se vale por sí solo cuando rebosa calidad. Lo demás es revestir las carencias de quien las tiene y no exponer sus vergüenzas. Pero María y Jesús, o Jesús y María, se dieron como asta y regio para regalarle a Sevilla un recital de categoría donde a través de sus notables atributos colmaron las tablas de excelencia y trapío.
Ficha artística
Asta regia, de María Terremoto y Jesús Méndez
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Auditorio Nissan Cartuja
2 de octubre de 2024
Cante: María Terremoto y Jesús Méndez
Guitarra: Nono Jero y Pepe del Morao
Piano: Alejandro Cruz Benavides
Palmas: Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia