No es Arcángel un artista al que las posibilidades del arte le pasen inadvertidas, por eso su concepción interpretativa la resuelve desde la coherencia buscando siempre un nuevo camino, un giro inesperado, una modulación diferente o una melodía que se sale del patrón para luego devolverla –o no– al lugar de procedencia. Rítmicamente tiene sobrada solvencia: maneja los tiempos y el compás con maestría, al punto en que lo moviliza, se lo lleva a un tiempo insospechado, lo corta, lo alarga y lo disecciona, pero luego lo recompone para dejarlo perfectamente cuadrado y en el sitio exacto. El estudio, la profunda indagación de las escuelas cantaoras y de sus máximos exponentes lo convierte en un cantaor canónico, otro asunto distinto es el modo en que intenta llevarlo a su terreno, al espacio creativo que legítimamente le seduce, pero con el que no siempre convence, y es castigado por un sector de la afición más conservadora que le afea sus vaivenes de las formas preconcebidas. Si bien, el fundamento, nos guste más o menos, lo tiene argumentado en sus obras, no solo en el discurso interpretativo sino también en la narrativa con que se explica. A muchos les parece un artista meticuloso y frío, y en efecto la perfección que persigue carga con esas consecuencias, producto también del manierismo que caracteriza algunos de sus trabajos. Sin embargo no es un cantaor mediocre ni un estrambótico provocador ubicado en una impostura. Tiene el conocimiento y posee las facultades vocales para mantenerse en un postulado de lealtad a sí mismo. Canta como realmente siente y piensa el cante. La sombra del maestro Enrique Morente es la que más se le critica, pese a que el onubense le abra el paso voluntariamente y sin complejos para que fluya en sus modulaciones. En cambio, en la cabeza, tiene a los cantaores más significativos y personales, y conoce el paño. Lo dejó patente en el concierto que ha traído a esta Bienal, titulado Un mar de cantes, propuesta concebida para la recopilación de los cantes y de las escuelas que han dado pie a la creación de los estilos patrimoniales. Joyas del flamenco. Morente, Vallejo, Chacón, Manuel Torres, Antonio Mairena, Mercedes la Serneta, Pepe el de la Matrona o Caracol rondan el repertorio tradicional con los que ejecuta bulerías, tangos, soleares, seguiriyas, cantes mineros, rumba o tangos del Piyayo y de Triana. El programa lo completa composiciones por bulerías, tangos y cantiñas pertenecientes a su cosecha. Un total de doce piezas. El broche estaba fijado para cerrarlo con una amplia gama de estilos de fandangos de Huelva, terreno en el que Arcángel es un apasionado experto. La bailaora Macarena López le puso movimientos bellísimos con el mantón a un fandango que parecía de cierre, aunque no lo fue porque le sucedieron más; en medio, un palo por sevillana del compositor Manuel Pareja Obregón: «Sevilla tiene una cosa que solo tiene Sevilla». Ahí terminó de ganarse al público. Grandiosos los dos.
«En la cabeza tiene a los cantaores más significativos y personales, y conoce el paño. Lo dejó patente en el concierto que ha traído a esta Bienal, titulado ‘Un mar de cantes’, propuesta concebida para la recopilación de los cantes y de las escuelas que han dado pie a la creación de los estilos patrimoniales»
La puesta en escena, aspecto tan poco cuidado en el formato de concierto-recital que estamos viendo en esta Bienal, en Un mar de cantes, en cambio, destaca por su elegancia, sin movimientos ni tránsitos innecesarios. El grupo artístico de acompañamiento contaba con una formación de diez músicos, perfectamente ordenados. Arcángel se ha ocupado personalmente de todos los aspectos técnicos y estéticos. La cuatro guitarras que le acompañan dan cobertura minuciosa y de calidad a cada cante, cada una en su concepto, desde el joven Benito Bernal, siguiendo por el moguereño Francis Gómez y continuando por los maestros Miguel Ángel Cortés y Salvador Gutiérrez. Los excelentes coros y el compás de las hermanas Molina, de los hermanos Gamero y de los Mellis, y el talento en la percusión de Lito cerraron el círculo a esta vuelta acertada de Arcángel, tras unos años de ausencia, a la Bienal de Sevilla.
Ficha Artística
Un mar de cantes, de Arcángel
XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Teatro de la Maestranza
21 de septiembre de 2024
Cante: Arcángel
Guitarras: Miguel Ángel Cortés, Salvador Gutiérrez, Francis Gómez y Benito Bernal
Coros y palmas; Los Mellis, Olivia y Carmen Molina
Palmas: Álvaro y Fernando Gamero
Percusión: Lito