Andrés Barrios Navarro (Utrera, Sevilla, 1997) es un pianista ecléctico y renovador. Representa un flamenco del siglo XXI que acaricia los límites con otras músicas y estilos del mundo. De formación clásica, estudió piano de Grado Superior en el Conservatorio Bonifacio Gil de Badajoz con el prestigioso pianista Ángel Sanzo, después de obtener el Grado Profesional en el Conservatorio Francisco Guerrero, Sevilla, donde consiguió el Premio Honorífico de Fin de Grado de Piano. Recibió clases de prestigiosos pianistas como Benedicte Palko, David Kuijken… Tras ello, marchó a Holanda para realizar un máster de Músicas del Mundo. Su admiración por los compositores españoles Albéniz, Turina, Falla, etc, lo convierten en un músico excepcional, capaz de aglutinar en sus obras todo lo que se ha filtrado por su tamiz musical. Ha tocado en grandes escenarios y diferentes festivales: Festival de Flamenco de Nueva York, Festival Internacional de Jazz de Vitoria, Bienal de Flamenco de Sevilla, Festival Internacional de San Javier (Murcia), Teatro Maestranza de Sevilla, Festival de Músicas del Mundo de Essaouira (Marruecos), Teatro Gordon de Dubai, Ciclo Latidos Flamencos de Córdoba, Teatro de Badajoz, Festival Clazzjazz de Madrid, Festival de Flamenco y Fado de Badajoz, Festival de Jazz de Miranda de Ebro (Mirajazz), Suma Flamenca Joven de Madrid, etc. Ha girado por muchos países del mundo para llevar su música: Estados Unidos, Brasil, Italia, Alemania, Colombia, India, Marruecos, Emiratos Árabes… En 2016, con apenas 19 años, lanzó su primer disco en directo, Flamenco vivo, al que siguió Al sur del jazz (2019). En 2024 publicará dos discos con su firma. El primero ya tiene título, De Barrios a Lorca: Rapsodia de Canciones Españolas, que fue presentado como espectáculo en la Bienal de Flamenco de Sevilla.
– Andrés, ¿tenías claro a temprana edad que querías ser pianista flamenco?
– Fue una consecuencia. Hay gente que opina que soy pianista de jazz o fusión. Fui muy precoz a la hora de empezar a crear mi propia música. Al ser tan inquieto de pequeño, siempre me atrajeron muchas músicas diferentes, como el pop o el rock, aunque también la música clásica. Y fue gracias a la cultura musical que hay en mi tierra de Andalucía, concretamente en Utrera, donde las influencias que llegaban a mis oídos en las calles eran flamencas, por lo que cuando jugaba a hacer música con mis amigos, cosa muy frecuente en mi niñez y adolescencia, hacíamos mucho flamenco o aflamencábamos canciones de otros estilos. Además, en el conservatorio de Utrera o Sevilla siempre incluíamos obras de algún compositor español reconocido del siglo XX, como Albéniz, Granados, Turina, Falla… así que al crecer mi técnica pianística, también creció mi interés por la música que tenía más cerca. Recuerdo que de adolescente hice mi primer concierto de “piano flamenco” y un profesor de piano clásico me dijo “con eso te puedes ganar la vida”. Y así está siendo.
– ¿Eras consciente de que tus fusiones iban a mejorar tu posicionamiento en el mercado?
– Sinceramente, siempre hice música porque era mi manera de comunicarme con los demás, tratando de transmitir sensaciones. Aunque algo que tuve claro desde muy temprano fue hacer algo único y diferente. Creo que eso es lo que me permite distinguirme de otros músicos. Trato de que la música que hago tenga un sentido y no sea un puzle de piezas que no encajan bien, sino que haya una cohesión que pueda entenderse, aunque es una música que requiere de atención y concentración para comprender esa fusión. Pero no creo que necesite de estudios musicales para sentirla y vibrar con ella. Es una música que sale del alma, no de la teoría.
«El flamenco es como volver a casa. El flamenco, al haberlo tenido tan presente en momentos tan felices de mi infancia y adolescencia, tiene para mí un olor a hogar»
– ¿Preferirías interpretar solamente flamenco tradicional?
– En algún contexto me encantaría, pero no sería siempre. El flamenco tradicional me quita el sentío. Es una música llena de emoción y con el piano se convierte en algo también muy profundo. Creo que por mi personalidad es difícil ceñirme solamente al flamenco tradicional, porque al fin y al cabo sería mantenerme en una parcela concreta en la música, y siempre me gustó saltarme las reglas impuestas desde fuera, supongo que porque ya en mi infancia me gustaba crear e improvisar con total libertad y sin obligación. Me sentiría en una jaula haciendo solamente los palos flamencos tradicionales de manera ortodoxa.
– ¿Quién te inspira para cantar?
– En el flamenco, para mí, Camarón de la Isla es una voz impresionante, además de muchos y muchas de la época o actuales. De mi tierra escucho mucho a Bambino, o Enrique Montoya. También me gustan muchos cantantes de música brasileña, con una tesitura muy diferente. Caetano Veloso o Tom Jobim, por ejemplo. Cantantes de música árabe, como por ejemplo Umm Kulthum, son de gran inspiración, además de la indudable sonoridad cercana al flamenco. En mi proyecto tomo mi voz como una extensión de la música que sale de mí, como un instrumento más, que además del piano me ayude a transmitir. Por eso también lo de hacer percusión en la madera del piano o el uso del beatbox mientras toco.
– ¿Crees que el público en general prefiere una pieza clásica o una improvisación?
– Por la experiencia que he tenido al poner el pie en diferentes sectores creo que hay público para todo. En general, lo que más reclamo tiene de la música que propongo son precisamente los temas aparentemente más arriesgados, las improvisaciones y los arreglos que se salen de lo predecible o lo que consideramos clásico. Además coincide que es precisamente lo que más me gusta hacer: salirme de lo clásico y lo predecible. Supongo que eso tiene que ver.
– ¿Hay algún palo flamenco con el que más te identifiques?
– En general con los palos de doce tiempos, pero principalmente seguiriya, bulería y soleá. Al menos para hacer una creación y aportar ideas frescas, la seguiriya me parece un palo muy interesante. Es el menos predecible al principio, además de que cantar bien por seguiriya es de lo más difícil, porque tiene un compás que hay que conocer y sentir muy bien. La bulería, por su aire festero, me parece un palo muy versátil y donde me siento muy cómodo.
«El flamenco tradicional me quita el sentío. Es una música llena de emoción y con el piano se convierte en algo también muy profundo. Creo que por mi personalidad es difícil ceñirme solamente al flamenco tradicional. (…) Me sentiría en una jaula haciendo solamente los palos flamencos tradicionales de manera ortodoxa»
– ¿Qué sentimiento te inspira el flamenco?
– El flamenco es como volver a casa. El flamenco, al haberlo tenido tan presente en momentos tan felices de mi infancia y adolescencia, tiene para mí un olor a hogar. Aunque también me transmite el sentir de un pueblo que sufre con amargura. El flamenco es una música que me aporta muchas emociones diferentes.
– ¿Qué es más profundo para ti, el jazz o el flamenco?
– Tiene una dimensión de profundidad diferente para mí. He escuchado a mi abuela cantar fandangos, en cambio no la he escuchado tararear un standard o bebop o blues. El significado que tiene el flamenco para mí es de una gran dimensión, por eso es la música en la que me es más fácil inspirarme para transmitir lo que ven mis ojos cuando viajo por el mundo, gracias a la música que me cantaba mi abuela y que luego encuentro su relación con otras melodías que cantan personas a miles de kilómetros. El jazz lo conocí de manera más “provocada”, pero no me venía de cuna.
– ¿Cuánto tiempo te lleva componer un tema de fusión?
– Siempre digo que toda la vida, porque cada música que he escuchado o he hecho me ha influido para componer ese nuevo tema. La mayoría de las veces para encontrar una idea interesante hay que buscarla, y eso puede ser indefinido, porque soy muy inconformista. No cualquier idea me vale, sobre todo para hacer un concepto con estética novedosa. Por ejemplo, el tema Contrastes lo compuse en una noche paseando por el parque, pero es un paseo “muy intenso”, porque me propuse no volver a casa hasta no dar con lo que quería encontrar. Todo me lo grabo en notas de voz en el móvil. Luego en casa compruebo en el piano que mi oído interno ha acertado con la idea y desde ahí comienza el desarrollo del tema, que puede ser indefinido, pero normalmente, por la emoción de esa idea, suelo tenerlo en unos días o semanas.
– ¿Qué quieres expresar con tus conciertos de piano?
– Me gusta conectar con el público a través de la música, que haya interacción, que participen de alguna manera, ya sea cantando o dando palmas. Hablo sobre la música que hago, cuento anécdotas relacionadas. Trato de aportar una idea muy cercana de una música muy elaborada como la que llevo a escena, de forma que se entienda mejor y se resquebrajen esos esquemas mentales de que un concierto de piano es aburrido, o de que el flamenco o el jazz es de tal o tal sector y nunca les va a gustar. Es tender puentes, abrir la mente a un mundo sonoro que nos haga ser más inteligentes, más astutos y más sociales.
«Trato de que la música que hago tenga un sentido y no sea un puzle de piezas que no encajan bien, sino que haya una cohesión que pueda entenderse, aunque es una música que requiere de atención y concentración para comprender esa fusión»
– ¿Por qué escogiste el piano y no la guitarra?
– De pequeño no me gustaba la guitarra tanto. Mi padre siempre tocaba en casa la guitarra, él tocaba de oído, aunque ya de mayor tomó unos años clases de música. El piano llegó a mis manos por uno de juguete que tenía de pequeño y sigo conservando. Mi prima también tenía un piano. Sentía que las posibilidades del piano eran muy grandes y la guitarra quizá podría ser más limitada para lo que trataba de hacer con la armonía. Luego en mi adolescencia también cogí la guitarra y vi las grandes posibilidades, pero creo que elegí bien. El piano es mi pasión.
– Hace unos meses rendiste homenaje a Paco de Lucía en el Auditorio Nacional. ¿Qué significa para ti el maestro de Algeciras?
– Desde pequeño bebí su música. Es una gran inspiración, pues su inquietud me lleva a seguir esforzándome por encontrar nuevos caminos y no aferrarme a un estilo o una estética solamente, aunque tengamos nuestras raíces en la música que brota de Andalucía. Esto es de gran valor para mí. Esa influencia crece en mí aún más cuando viajo a otros países y veo el gran legado que ha dejado, o cuando su estela me permite hacer mi música en lugares tan importantes como el Auditorio Nacional.
– ¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
– Lanzo dos discos este año. El primero de ellos, De Barrios a Lorca: Rapsodia de Canciones Españolas, es un álbum al que le puse mucho cariño y que presenté como espectáculo en la Bienal de Flamenco de Sevilla. Luego me llevó de la mano para volar al Flamenco Festival de Nueva York o a tantos lugares como La India o Colombia. Es la materialización en un proyecto discográfico de esa música, en el que las canciones populares españolas que mi abuelo me cantaba y que Lorca grabó con la Argentinita pasan por mi filtro personal trayéndolas al siglo XXI, pero teniendo muy en cuenta las aportaciones de grandes de la música española del siglo XX, como Falla o Albéniz. Por otro lado, traigo otro proyecto más en este 2024, del que hablaré en los próximos meses, con una estética más flamenca y con la banda al completo y algunas colaboraciones de artistas muy reconocidos del género. Además, seguimos con una gira que me llevará desde festivales de jazz, flamenco o clásico hasta el teatro de la ópera de Frankfurt en septiembre.
Fotos: Diego García