A las siete de la tarde. Esa es la hora. La calle Laraña es un hervidero de aficionaos que no entiende el reloj. Es la hora de los raritos, de los jartibles a los que no solo les gusta el cante y el baile. La hora en la que suena el llanto de la guitarra y acudimos al arrope buscando la emoción. Esa es la hora. La horita llegó.
Una voz y dos guitarras. Al compás de Juan Diego Valencia y Cristi Santiago, los quejíos los trajo Ismael de la Rosa El Bola y el toque José del Tomate y Joni Jiménez. Comenzaron por alegrías, uno con la cejilla al 7, el otro al 4. Jugaron con la armonización de los metales y El Bola puso la sal evocando a La Perla. Luego se paseó por las variantes de Córdoba augurando un recital de mecidas con una garganta de caramelo.
Joni preñó de arpegios y trémolos clavaos el primer toque. Desnudó una sonanta pulcra de recorridos largos, amarrándose a la melancolía en la composición con acordes imposibles que le imprimieron aires de añoranza. José tarareó en sus cuerdas la Nana del caballo grande desembocando en la Zambra del moro Tharsis del Niño Miguel. Evidenció el gusto, la sensibilidad y el alma de un instrumento preciso cargao de futuro. No les faltó el compás. Se rifaron las falsetas por tangos y el soniquete alfombró cada turno sin que empastaran en la oquedad. Ismael agarró un jipío con brisas de Levante y al acordarse de Manuel Molina acabó en la bulería reposá endosando por lo bajini letras que aun nos retuercen de cosquillitas. Prosiguió con La rosa cautiva acercando a Quintero, León y Quiroga a las mieles de una vidalita sedosa que El Bola tejió con melismas dulces y falsetes bien timbraos para arribar por tangos a Triana, donde se quedó por la soleá. Entre susurros y embestidas dibujó el recorrido de las cadencias alfareras y recordó a Charamusco. Echó el pestillo por bulerías tributando en los cuplés a Fernanda y Bernarda de Utrera, haciendo bello lo bonito y cerrando al aire con María de la O y luego una pataíta.
«El Bola reivindicó sin quererlo que es el cantaor joven de Sevilla que tiene en el gañote más cualidades para triunfar. Sentido en los bajos, lleno en los medios y potente en los apretones, domina el falsete. (…) Y se rinde a los viejos homenajeándolos cada vez que templa un tercio»
El Bola reivindicó sin quererlo que es el cantaor joven de Sevilla que tiene en el gañote más cualidades para triunfar. Sentido en los bajos, lleno en los medios y potente en los apretones, domina el falsete, aunque a veces abusa, pero sobre todo encandila con giros de personalidad. Y se rinde a los viejos homenajeándolos cada vez que tienta un tercio, demostrando conocimiento y respeto por la tradición en la que ancla sus devaneos inquietos y las probaturas.
Joni está sobrao de técnica y compás. Posee un gusto divino para tocar las fibras. Discurre con fluidez pasmosa los caminos de los repelucos. José del Tomate madura con celeridad y dota de sensibilidad su toque alcanzando momentos de jondura sin necesidad de rodeos virtuosos. Su guitarra cuaja con alma.
Apostaron por rebuscar en sus entretelas los mimbres del escalofrío. Y a pesar de su rabiosa mocedad, se toparon con la incorporeidad del duende, que se asomó a los maderos del Turina para admirar la juventud flamenca que arrasa en un espectáculo magnífico para la posteridad de La Bienal de Sevilla.
Ficha artística
Algoritmo, de José del Tomate, Ismael de la Rosa ‘El Bola’ y Joni Jiménez
Noche Única – XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Espacio Turina
21 de septiembre de 2024
Guitarras: José del Tomate y Joni Jiménez
Cante: Ismael de la Rosa El Bola
Palmas: Juan Diego Valencia y Cristi Santiago