Alejandro en mis manos es el tercer disco de la pianista y percusionista sevillana Laura de los Ángeles. Es un álbum valiente, porque Laura, que conoce perfectamente sus registros, abandona su zona de confort y se sumerge en un disco conceptual. Nada más y nada menos que en una reinterpretación de un puñado de canciones de oro de Alejandro Sanz, que a partir de ahora tendrán una nueva vida, una nueva lectura desde “lo flamenco”.
Una mirada nueva para obras maestras, popularísimas, que exceden el ámbito en el que fueron creadas, para vestirse de otros arreglos, de otra instrumentación, de otra sónica. Las grandes canciones pasan siempre a la historia y aguantan lecturas desde la música clásica, el jazz, las músicas de raíz y la contemporánea.
Estas canciones, obras de uno de los mejores compositores de pop de nuestro tiempo, se asomarán a la radio, a la televisión y a los bares, traducidas a Andalucía, a los palos flamencos, al compás, el duende y el melisma.
«Alejandro en mis manos es un proyecto que propuse a Laura de los Ángeles, recordando aquel magnífico álbum que publicara Jorge Pardo, donde recreaba desde su personalidad y su mundo diez temas de Paco de Lucía y que llevaba por título 10 de Paco», afirma el productor Paco Ortega. «Un álbum en el que la he “obligado” a crecer en otras armonías, otras líneas melódicas y otras formas de interpretar que no son exclusivamente las suyas, las que ella domina. Para eso he contado con la genialidad y la maestría de Diego Magallanes, que es un inventor de mundos, un músico que convoca al duende, al soniquete y al compás».
«Gracias también a otro monstruo del flamenco, al sevillano Emilio Caracafé, de Las Tres Mil viviendas, que ha hecho lo propio con ¿Y si fuera ella? A esta fiesta hemos invitado a amigos grandes y generosos para que dejaran su personalidad, su impronta y su maestría. Gracias a Jorge Pardo, Naike Ponce, Edu Barbero José Losada, Diego Villegas, Lin Cortés y Dr. Kely, entre otros».
El disco se ha grabado mezclado y masterizado en Musigrama (Madrid) y ha sido producido por el propio Paco Ortega y su hijo, Pablo Martínez. El álbum no pretende nada más que “gustar” y “sorprender” y lo han hecho con la devoción y el respeto que profesan a Alejandro. «Hemos vestido de lunares algunos temas del maestro», dicen. «Alejandro ya lo ha escuchado y lo ha disfrutado con el mismo amor y respeto con que nosotros lo hemos hecho».