Antonio Mairena no fue precisamente un imitador, pero tuvo unas referencias muy claras: Manuel Torres, Joaquín el de la Paula, la Niña de los Peines, Juan Talega, Rafael el Gloria, Juan Mojama y Tomás Pavón, entre otras. Siempre he defendido la tesis de que el cantaor mairenero fue el mejor continuador de Pastora Pavón, aunque no la imitara en todo. Si tienen un tocadiscos de 78 revoluciones y el disco Honores a la Niña de los Peines (1969), de Mairena, les propongo un experimento: que pongan a más revoluciones cualquiera de los cantes de este disco de larga duración. Las bulerías cortas, por ejemplo, y tendrán el estilo, el aire, la velocidad, el sonido y la carga melismática de la maestra, aunque sin llegar a su calidad.
He leído y escuchado muchas veces que el cante de Manuel Torres está en el estilo de Antonio Mairena, pero nunca lo he aceptado porque Torres y Mairena eran dos cantaores bastante distintos. El genio jerezano nunca dio voces y ligaba el cante como se hacía en su tiempo, como lo harían seguramente Enrique el Mellizo, Joaquín Lacherna, Francisco la Perla o el Viejo de la Isla, la base del cante de Manuel, que metía el fuelle pero sin alargar innecesariamente los tercios. Más bien los cortaba, se los tragaba de un gañafón. Mairena los alargaba y troceaba, con la consiguiente pérdida de pureza. Esto puede escandalizar, pero es así.
Mairena fue seguidor de Torres, era uno de sus ídolos, pero no creo que fuera el heredero de su estilo, como alguna vez se dijo. Nunca me creí la anécdota que cuenta en sus memorias, de que un tal Mata, de Carmona, se pasó una noche por la casa de Manuel en la calle Amapola, 4, de Sevilla, para disfrutar de su cante en privado. Cuenta Mairena que como Manuel estaba ya muy malo, poco antes de su muerte, Torres le dijo a Mata, un fanático de su cante, que él no podía ya cantar y que lo mandó a Mairena del Alcor a buscarlo a él para que le cantara.
«Si tienen un tocadiscos de 78 revoluciones y el disco ‘Honores a la Niña de los Peines’ (1969), de Mairena, les propongo un experimento: pongan a más revoluciones, cualquiera de los cantes de este disco de larga duración. Las bulerías cortas, por ejemplo, y tendrán el estilo, el aire, la velocidad, el sonido y la carga melismática de la maestra»
No parece muy creíble que Manuel le diera una fiesta al entonces joven y desconocido cantaor de Mairena teniendo más cerca a su hijo Tomás, a su hermano Pepe o a Tomás Pavón, que eran de verdad de su escuela. Por otra parte, si tan amigo de Torres era el tal Mata debía de saber que Manuel estuvo ingresado ocho meses en la Cruz Roja de Sevilla, por la tuberculosis que lo llevó a la tumba, sin poder cantar, de cuyos gastos se hizo cargo el torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías, el torero número uno.
Según Mairena, en sus Confesiones (1976), su encuentro con Mata en su pueblo fue la misma tarde en la que murió Torres, la del 22 de julio de 1933. Imposible, no era cierto que lo visitara en su casa y que lo viera en su cama, porque Manuel llevaba tiempo ingresado en la Cruz Roja de Sevilla, donde murió la fecha indicada. Según una entrevista en Pueblo a su hijo Tomás Torres, que fue también cantaor, estuvo en cama los últimos ocho meses de su vida, sin trabajar, luego la historia de Mata no es cierta o Mairena no la contó bien por problemas de memoria. No es el único descuido en sus confesiones.
Si tan fanático era el señor Mata del genio jerezano, ¿no estaba al corriente de que ya no cantaba y que agotaba sus días en un hospital? Por otra parte, conocería a su hijo Tomás y su hermano Pepe, el abuelo de José el de la Tomasa. Y a Tomás Pavón, al que Torres nombró su heredero cuando una noche en una reunión no pudo acabar una seguiriya y le dijo: “Acábala tú, Tomasito, que yo no pueo”.