Los prejuicios que han marcado el devenir en el baile o la danza han sido una constante, influyendo descaradamente al desarrollo creativo de varias generaciones. Ahora todo es más fácil, casi no existen esos parámetros obsoletos y grises, todo ha cambiado en favor de la libertad y la rienda suelta.
Ante esta situación actual, algunos quieren reivindicar los sustanciales pasos que otros han dado para combatir lo políticamente correcto, lo que la mayoría entendía como normal y lógico, por ende, dar espacio al discurso del individuo frente a lo aceptado por ¿consenso?
¿Qué van a decir de mi niño si baila bulerías con las chiquillas del barrio? La respuesta ya todos la sabéis. ¿Un bailaor que no tenga el pelo largo y no tenga las facciones del rostro raciales? Como que no es del todo normal… Pues Francisco Hidalgo plantea en Moscas y Diamantes, un título sugerente y que funcionaría perfectamente en el cine, un montaje nada convencional que, desde una base flamenca tanto en el baile como en la música y el cante, provoca la reflexión del público.
Para desarrollar sus ideas se inspira en la obra del pintor, dibujante y escultor ecuatoriano Oswaldo Guayasmín, cuyo estilo camina entre el expresionismo y las vanguardias de principios de siglo XX como el cubismo. Así, Paco Hidalgo lucha contra los movimientos y coreografías clásicas, incluso en la manera de abrir la boca, gesticular e, incluso dando gritos frenéticamente. Es algo incómodo, es su intención.
«Francisco Hidalgo desarrolla su hora y cuarto de recital en taranta, minera y taranto, otro bloque de tangos del Piyayo, seguido de verdiales, malagueña, rondeña, fandangos de Lucena y fandangos de Graná. (…) Un espectáculo con sentido, bien estructurado, con profundo mensaje corporal y emocional, en el que volvemos a ver en escena a un gran bailaor»
Comienza todo en el patio, antes de entrar en los Museos de la Atalaya. Veinticinco minutos antes de que den las 8 y media, hora de comienzo, el bailaor ya está en su burbuja, son un paseo sorprendente entre el público. Entra en la sala y comienza a tirarse por el suelo, quitarse ropa, ponerse otra… como si fueran capas de cebolla. Sube a la escena y nada es como se puede prever, dos árboles decoran el escenario pero no son ni naturales ni de pega, son de PVC, y los mismos intérpretes van moviéndolos de un lado a otro para crear determinados ambientes.
En lo musical, brillante estuvo Antonia Jiménez en toda la noche. Magnífica su presencia, suculenta su música, elegante y firme en sus intervenciones. No se queda atrás el cante de Miguel Ortega, premiado en ediciones anteriores por estas labores y la percusión fue clave con Iván Mellén. Los cuatro artistas conforman un todo indisoluble para el éxito cosechado, ese que aunque a veces se acerque a las moscas, y todo lo que conlleva, es tan brillante como un diamante. Pero esa es la clave, la de mostrar las dos caras, hacernos pensar en dos variantes, bailarle a la realidad.
Desarrolla su hora y cuarto de recital en taranta, minera y taranto, otro bloque de tangos del Piyayo, seguido de verdiales, malagueña, rondeña, fandangos de Lucena y fandangos de Graná. Sublime instante con la interpretación de Fina Estampa de Cachuba Grande, para concluir con la soleá y las bulerías de Utrera. Es un espectáculo con sentido, bien estructurado, con profundo mensaje corporal y emocional, en el que volvemos a ver en escena a un gran bailaor.
Ficha artística
Moscas y diamantes – Francisco Hidalgo
XXVIII Festival de Jerez
Museos de la Atalaya
6 de marzo de 2024
Baile: Francisco Hidalgo
Guitarra: Antonia Jiménez
Cante: Miguel Ortega
Percusión: Iván Mellén