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Camarón, ¿generador de copistas?

Para la generación actual de menos de cuarenta años, un considerable porcentaje considera a Camarón el viejo maestro, el número uno indiscutible, más o menos el lugar que ocupaba Antonio Mairena hace 60 años o Pepe Marchena hace 70.


Hace unos diez años se me ocurrió buscar con Google el número de resultados para “camarón”, para comparar la popularidad del crustáceo con la del cantaor al que todos conocemos. Curiosamente, casi empataban, ganando por poco el comestible. Hoy he vuelto a cometer la misma travesura, y me sale que Camarón el cantaor sólo saca 3.530.000 resultados, frente a 16.700.000 resultados para aquellas criaturas que consumimos habitualmente en los banquetes de ocasiones señaladas. ¿Será que estamos viendo el final de la época del de La Isla que ya abarca medio siglo?

 

Para la generación actual de menos de 40 años, un considerable porcentaje considera a Camarón el viejo maestro, el número uno indiscutible, más o menos el lugar que ocupaba Antonio Mairena hace 60 años o Pepe Marchena hace 70. Figuras de culto los tres, cada uno con su público y su franja histórica, con efectos duraderos que tiñen el cante más actual de colores personales de cada uno de ellos (además de Morente y pocos más).

 

No es lo mismo dejar escuela que ser imitado, pero la frontera entre ambos estados puede ser difícil de ubicar. Casi toda figura artística popular da lugar a imitadores. Dejar escuela en cambio pesa mucho más. Es marcar el género indeleble y profundamente de manera que se modifique su identidad para siempre. Es emplear técnicas, melodías o colocaciones de voz, gestos, etc., insistentemente hasta que los intérpretes que no adopten estas formas resulten desfasados.

 

 

«En el actual año 2023, el culto a su figura sigue presente, y sigue el fenómeno de personas que no tienen interés en el flamenco, pero que son incondicionales de Camarón. Su decir canastero ha invadido no a todos, pero sí a gran parte de los cantaores actuales»

 

 

Una de las mayores figuras del momento es Israel Fernández (Toledo, 1989), que muchos ven como camaronero. Nace cuatro décadas después de Camarón, cuando el efecto de figura de culto de éste había perdido algo de fuerza. Pero aún hay Camarón para rato. En el actual año 2023, el culto a su figura sigue presente, y sigue el fenómeno de personas que no tienen interés en el flamenco, pero que son incondicionales de Camarón. Su decir canastero ha invadido no a todos, pero sí a gran parte de los cantaores actuales, especialmente las hembras gracias a figuras camaroneras pioneras como Remedios Amaya, La Susi o la Niña Pastori, y ha modificado hasta el repertorio: en tiempos de Mairena, la bulería era un palo más, hoy en día se hace imprescindible en cualquier grabación o reunión en torno al cante gracias a Camarón y Paco, ¿a quién si no? La rumba prácticamente ha desaparecido, siendo las canciones aflamencadas por tangos las que nos sacian la necesidad de música binaria (4 x 4), y nuevamente podemos tachar de responsables a la parejita con su Rosa María, Como el agua u otras canciones suyas. En cierto modo, es la escuela del “lolailo” frente al “tiriti trí”, un feeling fresco y joven que ha ampliado la dimensión del cante de manera irreversible.

 

Luego, tenemos al popular Juan Rafael Cortés Duquende (1965, Sabadell). Empezó a circular profesionalmente en el año 1988 siendo imitador de Camarón, pero logró desarrollar sello propio y hoy en día sería injusto tacharlo de copista. Su admiración por Camarón maduró con el tiempo, y este catalán logró ubicarla y transformarla en personalidad propia. Es cuando deja un artista de ser imitador y se convierte en seguidor de una escuela. Un proceso similar tuvo lugar cuando Beni de Cádiz (1929-1992) pasó de caracolero a cantaor con marcada personalidad propia, merecedor de importantes premios en el Concurso de Córdoba del año 1971.

 

Imagen superior: compuesto Camarón de la Isla – Imagen original de Manuela Rosado Fernández

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

2 COMMENTS
  • luis Presa 23 mayo, 2023

    Interesante articulo.. sobre el que se puede discernir sobremanera desde diferentes puntos de vista. En el mundillo del aficionado flamenco, es muy común etiquetar a los cantaores con frases como «canta por tal y cual». En mi humilde opinión, los estilos flamencos desde que aparecieron en la segunda mitad del siglo XIX se conformaron con su estructura melódica ( compás, ritmo y armonía) lo que les define individualmente, y son invariables, Salvo que aparezca un nuevo estilo. Por ello cada generación está necesariamente obligada a escuchar y estudiar a sus predecesores, esto lleva como finalidad adquirir unas influencias, marcadas por los gustos, y la popularidad de los referentes que se escogen como maestros; tanto en el cante, baile o guitarra, Generalmente son los medios de difusión los que lanzan a la fama a determinados artistas, siendo estos los que más influyen a la hora de estudiar. Pero en mi opinión el alumno que intenta imitar al maestro creyendo que esto le va a favorecer como catapulta a la popularidad, fracasara rotundamente, porque los grandes artistas y refentes solamente son ellos mismos y el público no aceptará.. las imitaciones. Esto ocurre en todas las profesiones.
    Enhorabuena por el artículo. Mis más cordial saludo.
    Attmnte. Luis Antonio Presa.

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