Si la aparición del serial discográfico ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’ supuso un hito sin precedentes en el devenir histórico de la zambomba, un nombre por merecimientos propios quedó con letras de oro: Parrilla de Jerez. (Cuadro de José Gutiérrez Montiel para la colección ‘Así canta nuestra tierra por Navidad’)
Justo es señalar un antecedente en el aflamencamiento de las viejas coplas de los vecinos que, tal vez, tuvo menor envergadura y poder mediático. De la mano del poeta Antonio Gallardo Molina se realizó un proceso similar pero a la inversa. Me explico. Antonio utiliza la melodía de los villancicos pero le cambia la letra por una de su autoría. Hay muchos ejemplos en aquellos discos pequeños de 45 rpm que grabó La Paquera de Jerez en los años 60 del siglo pasado con las guitarras de los hermanos Manuel y Juan Morao. Sin embargo esta concesión no entra de lleno en el campo de zambomba, como decíamos en la anterior entrada, sino de versiones individuales de artistas sobre la Navidad:
El gran aporte de Parrilla de Jerez, en cambio, es utilizar también la vieja melodía y la misma letra popular pero cambiando la estructura rítmica y manteniendo el coro; no así la individualidad (salvo excepciones). Una adaptación que cambiará por siempre la forma de interpretar el villancico al arracimarlo a lo aflamencado. De esta forma, el tradicional ritmo tres por cuatro se trasiega a bulerías, tangos y tanguillos, generalmente.
La guitarra flamenca entra a formar parte de la zambomba
Un cambio muy significativo de la colección de la Caja de Ahorros es la aparición de la guitarra flamenca en el esquema de la antigua reunión. Hasta entonces, el vecindario utilizaba toda una orquesta de instrumentos caseros, con la zambomba en el centro, que no precisaban de un aprendizaje ni de aptitudes artísticas. Botellas de anís estriadas con una cuchara, la clásica pandereta, latillas aplanadas en un alambre, una tinaja percutida en su boca con una alpargata… cualquier elemento de la casa era reclutado con tales menesteres para el acompañamiento del villancico. El acople del instrumento artístico dio paso no solo a la guitarra, también al cajón peruano; incluso la flauta y el piano que incluso se ven en algunas ocasiones.
Sin embargo, la guitarra precisa de habilidades especiales para su toque. Y no solo eso, también transforma el sonido del grupo cantor; entre otras razones porque marca un tono al que deben ajustarse todas las voces colectivas. Aunque esto parezca cuestión baladí, no lo es tanto. La zambomba tradicional es toda una polifonía (*) que tiene un sonido muy particular, muy de patio, con cada vecino colocando su voz en un sitio diferente. En cambio, en la artística ya no sirve cualquier voz. Debe ser una con capacidades para afinar y que sepa amoldarse a una tonalidad concreta y con facilidad para el encuadre rítmico.
(*) Damos las gracias al profesor y músico Marcelo Gálvez Jiménez, quien nos aclara que este fenómeno corresponde al concepto de la heterofonía, fenómeno en el que se simultanean variantes de la misma melodía y que es común en la música popular, aunque se cante en el mismo tono se pueden hacer dejes y florituras en distintos sitios.
Además, los discos estandarizaron las muchas versiones que había dispersas. Por ejemplo, es sabido que ‘Al pasar por Casablanca’ se iniciaba en algunos sitios con ‘Era el día de los torneos’; preámbulo que desapareció por completo al reproducirse lo grabado.
La artistas, los nuevos portavoces de la zambomba
Una vez implantado el uso de la guitarra y entrar de lleno la zambomba en el mundo de lo aflamencado fue muy lógico que se impusiera la voz artística. Ecos y voces, además dominadoras del compás, como las de Paquera, Macanita, Torrito, Fernando Torre o Ángel Vargas, entre otras, se impusieron a las voces de vecinas y vecinos amateurs que cantaban una vez al año. Fue un desarrollo que terminaría reinando por decantación, en buena parte enriqueciendo una parte musical ya no tan asequible al pueblo llano.
Esta evolución trajo consigo otro gran esquema: la zambomba (no siempre) pasó de ser una unidad participativa de todos sus integrantes a un escalón de intérpretes y espectadores. Nace así lo que podría entenderse como un espectáculo navideño con base en la antigua celebración zambombera y de camino, el villancico de autor reconocido con Antonio Gallardo y Terremoto hijo, al frente.
Por último, la colección dejó impreso el máster de las composiciones que, una vez aprendida por artistas de muchas otras latitudes, ya no necesitan una denominación de origen para anunciar la zambomba de carácter flamenca. Hoy día, las vemos anunciadas en todas las ciudades de España y el extranjero, la más de las veces como una mera fiesta flamenca y, a veces, un elemento de consumo. Y cómo no, nuestros políticos también entran en escena con sus dudosas capacidades y siempre aprovechando la coyuntura de la que tanto hablan.
Llegados a este punto lean a la admirada profesora María Jesús Ruiz:
http://caocultura.com/como-me-despatrimonializaria-yo/
Con todo ello no digo que la evolución sea para mejor o para peor, simplemente es el devenir inevitable de la historia como tantos otros asuntos a los que nos invitan los nuevos tiempos. Y como dijo aquel ¡Que suenen con alegría los cánticos de mi tierra y viva el Niño Dios que ha nació en Nochebuena!
¡Feliz Navidad desde Expoflamenco!
José María Castaño
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