Comentaba en la anterior entrada, usando las palabras de la profesora Virtudes Atero de la Universidad de Cádiz, que el romancero oral: “se había preservado amorosamente en la conciencia del pueblo” hasta su rescate bien entrado el siglo XIX por el romanticismo de la época. (En portada, la pintura ‘Huida a Egipto de Murillo y un grabado del Señor Don Gato )
Muchas personas han sentido curiosidad sobre la convivencia en las zambombas entre letras de marcado carácter religioso (alusivas al Nacimiento del Niño Dios) y otras muchas de carácter profano, incluso satíricas burlescas, que nada tienen que ver con los Evangelios y su narración de los hechos navideños. Aquí va una posible respuesta.
¿Por qué se cantan también en la zambombas coplas que no son de temática propiamente navideña?
Conectando con la entrada dedicada al romancero se comprueba como su temática es tan amplia como diferenciada. Dicho a grandes rasgos, dentro del diverso corpus literario nos encontramos con el romancero propio “del ciclo Navideño” que contienen letras alusivas al Nacimiento del Niño Dios (como “Los Caminos de Hicieron” o «Cuando el Eterno», por citar algún ejemplo). Una categoría, por así decirlo, que engloba todas las composiciones propias del Adviento; tiempo litúrgico de preparación y que viene del latín Adventus Redemptoris. Lo que se traduciría, más o menos, por «llegada del Redentor». Incluso, se puede realizar una catequesis siguiendo el tenor de los significados de este cuerpo lírico navideño.
En principio, compartían mesa con campanilleros; propios de los rosarios de la aurora, pero que debido a su cercanía temporal desembocaron en la zambomba. También, entre las letras religiosas de la misma, se aprecian restos de antiguos autos sacramentales («Dime Niño de quién eres») y, curiosamente, algunos villancicos que han sido inspirados en los evangelios apócrifos (*1). Un buen ejemplo es el romance de «La Virgen y el ciego» (enclavado en la bitácora de la Huida a Egipto). No hay constancia en los evangelios sinópticos que la Madre del Niño Dios obrara ningún milagro (*2). Pero en esa copla concreta, María, que aparece siempre en las Escrituras como mediadora, sí obra un hecho milagroso al restablecer al ciego de su vista en recompensa por ofrecerle unas naranjas, ya que las aguas del río venían turbias y no se podían beber (en esta zona se ha cantando con el estribillo ‘viva el amor / viva el laurel’) :
La Virgen, como es tan pura (*3), no coge nada más que tres,
y el niño, como es tan niño, todas las quiere coger…
Se va la Virgen y al cabo el ciego comienza a ver:
—¿Quién ha sido esta señora que me hizo tanto bien?
—Será la Virgen pura y el patriarca José
(*1) Podría tratarse del evangelio apócrifo del pseudo Mateo que se suele datar en el siglo VII.
(*2) Curiosamente, los milagros de Virgen María también aparecen en La Cantigas a Santa María que se atribuyen al rey sabio Alfonso X. Un manuscrito que incluye 427 composiciones en honor a la Virgen María, la mayoría para contar distintos milagros obrados por la Ella.
(*3) En otra de las muchísimas versiones, la letra dice: «la Virgen como es tan corta», en el sentido de recatada.
Hay otros ejemplos como aquel del labrador mal hablado que comprueba como su cosecha se convierte en piedras, Mientras que el otro, comprensivo, ve cómo su trigo crece en abundancia por un milagro de María; que insisto no se conocen en los Evangelios oficiales. Pero no podemos detenernos en cada copla y su temática pues sería trabajo harto prolijo.
La razón estriba en que el romancero se cantaba durante todo el año y no solo en Navidad
Buena parte del romancero se cantaba durante todo el año, dividiéndose en ciclos festivos o de temporada. ¿Sabíais que había un ciclo de romances propios de la Cuaresma y la Semana Santa? Pero esta costumbre de reunirse a cantar se fue perdiendo de modo paulatino hasta prácticamente solo ejercitarla llegado el Adviento.
Los vecinos y las familias una vez reunidos en torno a las candelas entonarían las coplas propias de Navidad llegado su tiempo de celebración. En Jerez se denominaron de siempre como «Coplas de Nochebuena». Sobre las fechas de inicio de las zambombas hay muchas teorías. Unas apuntan a que empezaban en el puente de la Inmaculada hasta el día de la Nochebuena. Si bien, estudios más profundos podrían indicar – hablamos de hace mucho más tiempo – que se empezaban en el mes de diciembre, una vez respetado el mes de los difuntos y llegaban hasta el día de Reyes Magos.
De cualquier manera, una vez que se celebraba la zambomba y ya en faena la gente iba cantando una copla tras otra. Fue entonces cuando el pueblo recordaría otras muchas que estaban alojadas en su memoria colectiva y que nada tenían que ver con la celebración religiosa propiamente dicha. De camino, se ensanchaba el repertorio para llenar durante horas y horas las largas noches del invierno. Recordemos que entonces no había televisión, ni radio y la mayoría de los actuantes de la zambomba vivían en casas de vecinos.
Desde canciones infantiles a coplas erótico – burlescas
Con el objetivo de un mero divertimento, se extendía el cuerpo lírico de la zambomba a romances de todo tipo hasta perpetuarse como una amalgama de coplas de muy distinta procedencia. En ellas se incluyeron canciones infantiles y las de quintos (que las mocitas cantaban a sus novios cuando marchaban al servicio militar o las guerras), romances antiguos (como el ya estudiado de Don Bueno o «Al pasar por Casablanca»), canciones enumerativas dando vida a un pavo, sátiras al clero o coplas erótico – burlescas (buscando el guiño cómplice entre las mujeres cuando se reunían entre ellas: «padre cura mi marido / me quiere pisar el pie» ). Y un largo etcétera…
Esta sedimentación histórica de elementos populares fue conformando un patrimonio oral de una enorme riqueza. Un cuerpo lírico propio, de la ya conocida como zambomba, en la que podemos citar coplas de muy diversa temática. Como “El marinero al agua” (voto concepcionista); “El señor don Gato” (canción infantil); Los campanilleros (rosarios de la aurora – sentencias morales como el “Jesús disfrazado de pobre”); “Las doce palabras retorneadas” (enumerativas – cristianización de antiguos cantos paganos) o “Estando el curita” (sátira burlesca al clero – contenido erótico burlesco)… Y son solo algunos apuntes porque hay muchos más.
Continuará…
José María Castaño @caminosdelcante
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