Expoflamenco Pódcast → Serie ‘Crónicas levantinas’ de Joaquín Zapata → Flamenco e intelectualidad (2): literatura en el cante de Las Minas
Sean bienvenidos a este pódcast de Crónicas Levantinas que ofrecemos, en esta quinta entrega, a toda la audiencia de ExpoFlamenco. El objetivo de este espacio no es otro que acercar al oyente cuantos temas tengan que ver con los cantes minero levantinos, el flamenco de ayer y hoy en la zona de Cartagena y La Unión, con especial atención al Festival del Cante de las Minas, consignatario de esos cantes de levante a quienes debe su existencia y los que constituyen su razón de ser.
Supone este episodio la continuación de la serie de pódcast que se iniciaran con el que precede a este, con los que pretendemos poner de manifiesto las muchas vinculaciones que el Festival de Cante de las Minas ha tenido con todas las ramas del arte más allá del flamenco. Decíamos que la literatura ha sido una de las manifestaciones culturales que con mayor intensidad se han desarrollado en el festival unionense. A nuestro juicio la relación de causalidad es absolutamente clara, y se debe a que personas de notable formación cultural estuvieron al frente del acontecimiento desde el inicio.
Se analizó en el primer capítulo la relación de la literatura con el Cante de las Minas de entre 1961 y 1973, pues advertimos que analizarla en su integridad no era posible en uno solo de estos pódcast. En consecuencia, hemos de retomar la historia por donde la dejamos.
En el año 1974 se celebró la XIV edición de un festival que ya era por entonces mucho más que un concurso de cante, pero que jamás ha pretendido ser más que eso. Visitó en esa edición por primera vez este certamen Antonio Mairena, si bien lo hizo como invitado de honor, pues jamás concursó por motivos obvios. Y es que los cantes de las minas nunca formaron parte del repertorio del maestro de los Alcores. Se crea en ese año el Concurso de letras de mineras Andrés Cegarra Salcedo, poeta unionense que no pudo desarrollar una larga carrera por haber muerto con solo 33 años. Será el primer ganador de este concurso el poeta malagueño Manuel Alcántara, quien seguro es conocido por toda nuestra audiencia, además de por la notoriedad de su obra, por el disco intitulado Al cantar a Manuel que, con los poemas de este autor, grabara la cantaora Mayte Martín en el año 2009. El premio para otras letras de esa edición fue a parar a manos de Antonio Murciano, quien fuera Premio Nacional de Poesía en 1966.
En la edición de 1975, el premio del concurso de letras por mineras lo obtiene José María Pemán, quien como sabemos era en el momento uno de los poetas con más relumbrón y un personaje destacado de la cultura nacional. Debió ser un revulsivo para el concurso de letras que un personaje de su talla se prestase a concursar en un certamen tan joven.
El Festival de 1978 también tuvo un protagonista literario de primer nivel. A cargo del pregón de la edición estaría Luis María Ansón, quien después sería nombrado académico de la lengua y galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación. Decíamos en el anterior pódcast que la figura del pregonero ha permitido acercar a La Unión a muchas personalidades relevantes de la cultura y la sociedad. Por supuesto, también de las letras. A modo de ejemplo, de nuevo, el pregón de 1979 que corrió a cargo de Carmen Conde, quien en ese momento ya había sido designada primera mujer académica de la lengua que, como dijimos en el anterior pódcast, regresó por primera vez a su tierra por la llamada del festival en 1971, por lo que desde aquel momento hasta el final de sus días habría una relación intensa entre el Festival del Cante de las Minas y la escritora cartagenera.
También en 1980 un insigne poeta y flamenco, Manuel Ríos Ruiz, será el encargado de pregonar la edición del Festival, que presentó como novedad los concursos de guitarra clásica y flamenca. Luis Caballero, por ejemplo, pregonó el Festival de 1990, que concluyó él mismo cantando con la guitarra de Antonio Fernández.
El Cante de las Minas también ha tenido la suerte de ser el lugar en el que se sintieran cómodos poetas de lírica flamenca como Enrique Hernández-Luike, quien es bien conocido en el mundo editorial español por ser el fundador de revistas del motor como Motociclismo o Automóvil, pero que para los aficionados ha trascendido como el creador de algunas de las letras de cantes de levante más hermosas que se recuerdan. Enrique gusta de escribir sus letras en servilletas de papel de las que se usan en los bares, en mitad de cualquier conversación o mientras escucha algún cante. En el año 1989 presentaría su libro La carpeta de Pencho Cros, en el que se compendian buena parte de sus letras, muchas de las cuales compusiera para el propio Pencho Cros. Luike también ganó ediciones de concursos de letras como el de 1990.
De vuelta a los pregones, el poeta Félix Grande, quien aunase en su haber el Premio Nacional de Poesía y el Premio Nacional de Flamencología, sería el encargado de proclamar el Festival de 1991. En cuanto a la prosa, el Festival del Cante de las Minas tuvo la suerte de contar siempre con la pluma del gran periodista Ángel Álvarez Caballero, quien desde el diario El País contribuyó a dar fiel cuenta de las maravillas del certamen unionense. En agradecimiento, en esa edición de 1991 se le impone el Castillete de Oro del Festival. Resultaría ser protagonista de los concursos de ese año el entonces no tan conocido guitarrista Vicente Amigo, que se haría con el premio Bordón Minero, mientras que la Lámpara quedó desierta.
En la edición de 1992 el escritor protagonista del certamen sería el murciano Antonio Parra, quien fue designado en aquel momento director del Festival. Esto constituyó un hito en la historia del Cante de las Minas, pues hasta entonces los directores se habían ido eligiendo de entre los miembros del propio Ayuntamiento. La figura de Parra y el buen hacer del entonces alcalde Salvador Alcaraz y su equipo dotarán al Festival de un aire renovado en algunos aspectos que después constituyeron sucesos relevantes para la historia del Cante de las Minas. Por ejemplo, la vinculación de la cartelería al arte contemporáneo, aunque esa cuestión deba ser reservada a un capítulo aparte, pues merece un tratamiento diferenciado. En cuanto a la literatura, desde esa edición se aprecia el nuevo impulso del Cante de las Minas por las letras. Solo en esa edición, presentan sus obras vinculadas con el flamenco autores como Luis Caballero, Félix Grande, Ángel Álvarez Caballero, Emilio Jiménez Díaz o Asensio Sáez, que presenta sus Crónicas del Festival, que sirven de sustento a buena parte de nuestra narración.
Hasta aquí la segunda entrega de esta serie que dejamos a las puertas del Festival de 1993, que marcará el punto de partida del último capítulo de esta secuencia que estamos dedicando a la relación del Cante de las Minas con la literatura.
Con la guitarra de Pablo Barrionuevo Bernal, quien ha tenido de nuevo la gentileza de acompañarnos con su toque durante todo el programa, nos despedimos hasta otra ocasión, si es que gustan.