Un día habrá que meterse de lleno en analizar aquella generación de escritores de los sesenta, la de Félix Grande, José Manuel Caballero Bonald, Ricardo Molina o Manuel Ríos Ruiz, por citar solo a los más representativos de esa época tan importante para el flamenco. Félix Grande fue un gran amigo mío y hablamos horas y horas sobre este arte, unas veces por teléfono, en la mayoría de las ocasiones, y otras en Sevilla o Madrid aprovechando que él venía a la capital andaluza o yo iba a la Villa y Corte. Era un gran conversador y te quedabas embobado cuando hablaba, por su cultura y, por qué no, sus vivencias. Casi nadie ha escrito sobre el flamenco como lo hizo Félix, por ejemplo de la guitarra. Era el Marmolejo de la palabra, un tallador de la mejor literatura.
Sin embargo, el gran escritor de Mérida no fue nunca un gran experto en flamenco y me lo solía decir él mismo cuando hablábamos. Era tremendamente gitanista, de ahí su amor por Lorca o Mairena. En Antonio Mairena chocábamos bastante, sobre todo cuando tratábamos sobre sus postulados gitanistas. Ni uno ni otro investigaron mucho, y he de decirlo para que entiendan bien este pódcast. Aporto un audio, una entrevista de los años ochenta, donde Félix habla sobre la grandeza del cantaor mairenero, al que presenta como “gitano por los cuatro costados”…
En este audio dice Félix que los pioneros del cante flamenco fueron todos gitanos, y lo dice varias veces porque siempre creyó que era así. Había leído mucho a Demófilo y era muy amigo de gitanistas como Bonald y Mairena. Pero no llevaba razón Félix: los primeros grandes profesionales del flamenco no fueron todos de la etnia calé. Demófilo se asesoró a través del cantaor jerezano Juanelo, gitano, y, claro, siempre que le preguntaba que quiénes eran los mejores cantaores de Cádiz, Jerez o los Puertos, le daba nombres de cantaores gitanos. Sigue pasando. Pregúntenle a un gitano de Jerez que quiénes son los mejores cantaores del momento y sería muy difícil que nombrara a Ezequiel Benítez o Jesús Méndez.
«Queda pendiente un estudio riguroso de cómo pudo influir en la historia del flamenco el concurso de esa generación de escritores amantes del flamenco que se apoyaron en nuestro arte para crecer como escritores. Algunos nos dejaron obras maravillosas, como Félix Grande»
Lo mismo le pasó a Demófilo, quien responsabilizó a Silverio de la pérdida de pureza del cante gitano por meterlo en los cafés cantantes. No fue Silverio el primero en hacerlo, pero aunque hubiera sido, el cantaor gitano Juan Junquera hizo lo mismo que Silverio, crear cafés cantantes, pero el padre de los Machado no lo responsabilizó nunca de nada. ¿Quizá porque Junquera era gitano y, al parecer, yerno de Juanelo de Jerez, su gran amigo y asesor? Félix Grande y otros ilustres escritores españoles militaron en el gitanismo animados por Demófilo y Mairena, pero sin investigar mucho. ¿Alguien sabría decirnos qué aportaron Ricardo Molina y Antonio Mairena sobre el Planeta, Frasco el Colorao, el Fillo, Tomás el Nitri o Curro Dulce? Quiero decir algo fiable, documentado.
Si lo hubieran hecho habrían sabido que en lo que respecta a Sevilla los primeros profesionales del cante no fueron gitanos: Silverio, Juraco, Sartorios, Enrique Prado, José Lorente, Perea del Puerto o el Cuervo Sanluqueño, entre otros. Son los únicos que aparecen cantando en los salones de baile, las academias o los teatros, que ahí empezó todo. En la guitarra, siguiendo con Sevilla, el Maestro Pérez, Montero o los Triano de Écija. Y en el baile, Miracielos o Antonio el Pintor. Están en la prensa de la época de mediados del siglo XIX y ninguno era gitano. “Porque aprendieron de los gitanos”, se solía decir. ¿Cómo, si no dejaban entrar a los gachés en sus fiestas?
Queda, pues, pendiente, un estudio riguroso de cómo pudo influir en la historia del flamenco el concurso de esa generación de escritores amantes del flamenco que se apoyaron en nuestro arte para crecer como escritores. Algunos nos dejaron obras maravillosas, como Félix Grande, sin ser un investigador nato.