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La Bienal: ¿muerta o mal enterrada? (y II)

El futuro incierto de la Bienal de Sevilla tiene un nombre, Antonio Muñoz, y un culpable, Chema Blanco. Ambos han atentado contra el derecho que tenemos los contribuyentes a disfrutar del flamenco sin artificio.


Ante los problemas señalados en nuestra entrega anterior, no podemos ocultar que el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, se ha relajado con las memeces de la Bienal. Creían que todo lo tenían ganado, entendiendo que Sevilla tiene un público conformista que todo lo aplaude y un tejido asociativo que no sale de su bucle. Y en 2022 se han equivocado.

 

El público sevillano le ha dado la espalda a la Bienal porque tanto el alcalde como el director han estado tan ciegos que, como decía Saramago, aun viendo no ven. Antonio Muñoz debió hacer una parada en boxes para ganar la carrera del acercamiento del pueblo de Sevilla a la Bienal, pero guardó silencio y aún continúa sin responder por el castigo impuesto a la ciudadanía con tan vana programación.

 

La única contestación a la ausencia de público ha sido regalar entradas por doquier y así no sólo tapar las calvas de los teatros, sino crear un público sin sentido crítico. Tan dadivoso ha estado el Ayuntamiento que tengo un amigo al que empezaron regalándole cuatro entradas de protocolo y en la última semana ya fueron de diez en diez. La Bienal ha corrompido, en consecuencia, al público, ha patrimonializado el flamenco irreal y se ha apuntado a unas probatorias insultantes.

 

Pero hay más. En una sociedad avisada por una relevante pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de la inflación, a la Bienal le sobran días y, obviamente, frivolidades. Le rebosa la bicoca a los amigos del patrón y le falta una muy seria reestructuración y sentido común para minimizar el riesgo de la falta de público. Es decir, invertir la situación, porque lo que es inadmisible es que Sevilla sea la capital del confusionismo, se haga la competencia a sí misma haciendo coincidir la Bienal con las Noches en los Jardines del Alcázar, el Icónica Sevilla Fest 2022 y las Noches de la Maestranza, aparte de excluir de la programación a quienes dan veracidad al flamenco.

 

Como decía Tío Casiano, si cada cual tira del carro por su cuenta, el carro no anda. Y si regalas sopa boba a los tuyos, siempre generarás fans, pero no público. Como así hemos constatado, por ejemplo, en el Teatro Lope de Vega y, sobre todo, en el Teatro de la Maestranza, donde el número de asistentes ha causado pavor.

 

 

«La Bienal es víctima de los errores de ambos. El regidor, por hacer dejación de funciones y mirar para otro lado cuando se avecinaba la tormenta. Y el director, por ser desleal a Sevilla, por abusar del nepotismo y convertir la Bienal en su club social, por querer matar el clasicismo con sus inventos y por haberse suicidado como gestor cultural al pretender cercenar la libre opinión»

 

 

A este respecto, el alcalde tampoco ha tenido en cuenta los cálculos electoralistas, porque la gestión de Chema Blanco no le augura buenos resultados. La Bienal ha quedado lastrada por los intereses de este personaje, pero es víctima de los errores de ambos. El regidor, por hacer dejación de funciones y mirar para otro lado cuando se avecinaba la tormenta, y el director, por ser desleal a Sevilla, por abusar del nepotismo y convertir la Bienal en su club social, por querer matar el clasicismo con sus inventos y por haberse suicidado como gestor cultural al pretender cercenar la libre opinión e ignorar, por tanto, que la pluralidad es la última trinchera del periodismo en libertad.

 

 

Las cifras económicas de la Bienal 2022

Más allá de estas disfunciones que hacen que el Ayuntamiento de Sevilla no esté aún a la altura de las demandas de los ciudadanos, está la parte económica, la administración eficaz y razonable de un presupuesto que se ejecuta con nuestros impuestos pero que ni ha satisfecho a todos por igual ni ha producido el efecto deseado.

 

La Bienal requiere, al parecer, mucho abono orgánico para dar fruto, porque aunque se desconoce la colaboración financiera con otros festivales o las aportaciones de entidades como la SGAE, por ejemplo, digamos que sobre un presupuesto que supera con creces el millón de euros, en el portal de transparencia impera la opacidad. Verbigracia. En el del Ayuntamiento, del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), sólo contemplamos que las partidas para el archivo Colita (40.800 €), Alfonso Losa y María Moreno (27.000 €), Rafaela Carrasco (24.000 €), Sergio de Lope (11.570,25 €), Estévez & Paños (13.057,85 €), Olga Pericet (14.990 €), María Terremoto & Pedro Ricardo Miño (12.000 €) o b (13.000 €) evidencian que los activos no han generado ingresos, los pasivos no han hecho referencia a las obligaciones del Ayuntamiento y que el tercer término de la contabilidad, el patrimonio neto, nos lleva a un balance de situación muy desacertado.

 

Es obvio que faltan muchísimas partidas aún por conocer, las más cuantiosas, las de los mimados. Pero abundando en lo dicho, nos encontramos con que para el ciclo Guitarra desnuda, los registros contemplan al coordinador, Gerardo Núñez (21.500 €), y a los solistas, como son Canito, Salvador Gutiérrez y Álvaro Martinete, a 3.000 € por barba; José Antonio Rodríguez, que es una de nuestras grandes figuras internacionales, El Bolita y Alfredo Lagos por un montante de 4.000 €), y Paco Jarana que aparece en las partidas de la Diputación Provincial por un total de 4.000 € más IVA.

 

Sin dejar al órgano de gobierno de la provincia, de aquí extraemos que La Macanita, Dolores Agujetas y Juana la del Pipa han actuado en la iglesia de San Luis por un caché de 4.132,23 más IVA cada una, en tanto que el concierto Territorio joven, dirigido por el periodista Luis Ybarra, está valorado en 16.320,66 € más IVA, y el de la coproducción de David Coria en el Teatro Central queda cuantificado en 10.000 € más IVA.

 

Las diferencias contables son palmarias, igualmente, en los aportes de la Junta de Andalucía, donde nos encontramos con los 8.200 € más IVA de Paula Comitre frente a los 11.000 € más IVA de Lucía la Piñona. Y si buceamos en lo dado en el Teatro Alameda, aparecen Los Voluble (5.000 €), Raúl Cantizano & Marco Serrato (7.000 €), Segundo Falcón y Dani Llamas a 8.000 € cada uno; Álvaro Romero, el que vimos en la serie de TVE con Soleá Morente (11.570,25 €), y Andrés Marín & Jon Maya (20.000 €).

 

 

«El Ayuntamiento de Sevilla aún no tiene un proyecto flamenco para la Bienal. Con su actitud impúdica ha profundizado en una degradación que cada día que pasaba era más insostenible, y le resulta imposible seguir confiando en un director que, al planificar para sí porque sólo le preocupa su ego y le ocupan sus artistas, ha quedado incapacitado para toda gestión»

 

 

Pero hay más. La infraestructura municipal no existe. Hemos pagado los suelos acústicos (68.023,53 €); alquiler de sonido (138.589,82 €); escenarios y estructuras (43.090 €); asesoría técnica y producción (73.005 €); publicidad (38,347,11 €); vinilos para promoción en autobuses de Tussam (3.052,50 €); comunicación desde el Gabinete de Prensa (43.543,50 €); documentación audiovisual y fotográfica (22.894,50 €); transporte, carga, descarga y montaje (33.949,24 €), o alquiler temporal de generadores, sillas, mesas, montaje y afinación de pianos e instrumentos (26.011 €).

 

Sin tener, pues, a la vista de todo el grueso del plan contable y ante la incapacidad demostrada de disimular el desprecio que los responsables sienten por el flamenco real, la conclusión es obvia. La Bienal no puede guiarla el culto al yo ni la ideología, ni siquiera la especulación, y menos aún las pruebas de ensayo de quien ha venido a construir un proyecto vaciado. A la edición de 2022 le ha faltado conocimiento de la realidad flamenca, pragmatismo y responsabilidad, por mucho que hayan mimado a los periodistas adictos a la tranquilidad de quedar bien, esos que cierran los ojos cuando se agrede a un periodista y no tienen agallas de condenar la agresión.

 

El Ayuntamiento de Sevilla, después de 42 años, aún no tiene un proyecto flamenco para la Bienal. Con su actitud impúdica ha profundizado en una degradación que cada día que pasaba era más insostenible, y le resulta imposible, por consiguiente, seguir confiando en un director que, al planificar para sí porque sólo le preocupa su ego y le ocupan sus artistas, ha quedado incapacitado para toda gestión.

 

Coligiendo lo apuntado, el futuro incierto de la Bienal de Sevilla tiene un nombre, Antonio Muñoz, y un culpable, Chema Blanco. Ambos han atentado contra el derecho que tenemos los contribuyentes a disfrutar del flamenco sin artificio. El primero conoce que quien no ha sabido gestionar el presente, está incapacitado para dirigir el futuro, por lo que si Blanco no puede gozar de inmunidad, el alcalde de Sevilla está obligado a entrar en el fondo de la cuestión, porque para 2024 la pregunta es: La Bienal, ¿está muerta o mal enterrada?

 

 

→  Ver aquí la primera parte de este artículo.

 

→  Ver aquí todos los artículos de opinión de Manuel Martín Martín en Expoflamenco

 

 

 


De Écija, Sevilla. Escritor para el que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Entre otros, primer Premio Nacional de Periodismo a la Crítica Flamenca, por lo que me da igual que me linchen si a cambio garantizo mi libertad.

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