La maestría de Arcángel en su abecedario flamenco
Crónica del recital del cantaor onubense Arcángel en el Auditorio Municipal de Rus, Jaén. Le acompañaron Salvador Gutiérrez (toque), Los Mellis (coros y palmas) y Lito Mánez (percusión).
No voy a descubrir la figura del cantaor onubense. Lleva muchos años encima de las tablas y demuestra día tras día su maestría. El Auditorio Municipal de Rus, pueblo jiennense, a pesar del calor que hacía, vio el nuevo proyecto-espectáculo del cantaor Arcángel. Él no solo es una delicia en el cante por su rango de voz, sino también por su tesitura, melisma y formantes que lleva dentro. Aunque lo lleve dentro, sacó fuera todo lo que atesora con una voz perfectamente timbrada y una afinación tremenda, con colocación de la voz y melismas a raudales. Estuvo acompañado por Salvador Gutiérrez y los Mellis, estos últimos ya habituales en sus espectáculos. A la percusión, Lito Mánez.
En palabras del mismo cantaor, este espectáculo forma parte de su interés musical, que se trasladó a cantar composiciones, flamencas o cupleteras, suyas o de otros compañeros, en los que al cantaor se siente cómodo, alegre y realizado. Y hay que darle la razón, porque históricamente todos han bebido de todos, y eso es algo intrínseco en la música y en el flamenco, por lo que no debería ser un handicap para realizar por parte de ningún artista.
El espectáculo se compuso de una primera tanda de cuatro cantes, sin descanso, donde realizó tientos-tangos, tradicionales, pero con sabor muy particular y mucho sabor flamenco, rematando por tangos de Camarón. Siguió con fandangos de Lucena al estilo de Dolores la de la Huerta. Aquí dio en su voz una amplia gama de tonos que lo llevó a empalmar en su cante las seguiriyas, a los estilos de Manuel Molina, con Manuel Torre y al cambio que se dice era del Fillo. Para terminar este primer repertorio sin descanso entre cante y cante, como se hace de forma tradicional, se acordó de Lole y Manuel, los geniales artistas de Triana y Ceuta. Viajó a continuación a Cádiz y su bahía, por cantiñas, alegrías y alegrías de Córdoba, perfectamente a compás y siendo uno solo con la guitarra y sus palmeros. En ese momento se quedó solo el cantaor acompañándose a la guitarra él mismo, tocándose, como pudo, que no es su fuerte, pero haciendo cuplés genuinos y con un estilo personalísimo.
En este momento Arcángel abandonó el escenario y se quedó Salvador Gutiérrez junto con los Mellis tocando por bulerías. Salvador es un tocaor ortodoxo, lleno de facultades, muy limpio, personalísimo. No se le escapa un matiz ni un tono. Las bulerías fueron impactantes y muy bien llevadas en todas las vertientes.
«Para cantar bien, que es distinto a sonar bien, solo se necesita una cosa: arte, conocimiento y una buena herramienta musical. Además, se puede ganar mucho si llevas un buen grupo de artistas a tu lado»
De nuevo compareció el cantaor, cantando –cómo no– por su tierra, Huelva y su fandango, yendo a Alosno, población que tiene su fandango valiente y a Huelva y sus fandangos dulcísimos. Por Alosno guiñó el ojo a Paco Toronjo y por Huelva deleitó con su personalidad, dejando al público contento y entusiasmado.
Para terminar, cantó por bulerías con ecos a Camarón de nuevo. Hizo un popurrí de todo aquello que le gusta y que, según él, era el objetivo de esto. Recordar y cantar otras cosas de compañeros de él, estuviesen fallecidos o vivos.
Para terminar, y con el deseo del público de volver a cantar, revisó a José Mercé, con su aire, llevado con maestría y soltura.
La gente quedó muy contenta de ver el espectáculo ameno y bien montado de Arcángel y su grupo de artistas. Los Mellis le hicieron compás, Salvador Gutierrez lo llevó en volandas con su toque, y Lito no se desvió ni un solo segundo del cante y la música.
En definitiva, para cantar bien, que es distinto a sonar bien, sólo se necesita una cosa: arte, conocimiento y tener una buena herramienta musical. Herramienta que puede ganar mucho si llevas un buen grupo de artistas a tu lado.
Texto y fotos:
José Ramón Checa Medina