Con una copla de más: prebelicando, ‘demonios’ en la copla flamenca
El demonio son los hombres / dicen todas las mujeres / y luego están deseando / que el demonio se las lleve.
Demonio es un término que nos repele: “Que los demonios te lleven”, o, más suave, “Este niño es un demonio”. El amor es, ya se sabe, algo maravilloso, pero también puede convertirse en una forma de locura. En la lírica del Flamenco, para expresar lingüísticamente este estado de enajenación –siempre entendido más bien como hipérbole– existen numerosos giros perifrásticos, algunos de verdadera agudeza: perder el sentío, perder la razón, volverse loco, quitar el sentío, prebelicar del sentío, quitar las tapaeras del sentío, tirar piedras por la calle, hablar solo con las paredes, etc.
Esta locura puede llegar hasta el extremo de, como en Fausto de Goethe, hacer un pacto con el demonio para conseguir estar con la amada, como certifican coplas como esta, recogida en la Colección Belmonte:
Al demonio del infierno
yo el alma le daría
por hablar contigo a solas
siquiera una horita al día.
Los hombres también pueden ser juzgados como mezquinos y falsos, como demonios malhadados:
El demonio son los hombres
cuando empiezan a querer;
que con palabritas dulces
engañan a la mujer.
Pero hombres y mujeres están condenados a atraerse, quizás, también, como dioses o ángeles y demonios:
El demonio son los hombres
dicen todas las mujeres
y luego están deseando
que el demonio se las lleve.
Nos despedimos con una copla de más sobre demonios, esta vez el demonio de los celos, verdaderamente lamentable y perjudicial. Una composición que siempre nos ha encantado por su misterio, por todo lo que no dice, diciéndolo todo, en apenas tres versos de soleá. Solemos calificarla como detectivesca, por la deducción que se hace a partir de un detalle tan concreto:
La noche del aguacero
dime dónde te metiste
que no te mojaste el pelo.