Nuevo documental del pionero de los festivales flamencos
Dentro de la programación de la Bienal de Flamenco de Sevilla he asistido al estreno de 'Potaje Gitano de Utrera', un documental de 80 minutos dirigido por Antonio Rodríguez Ledesma y producido por la Hermandad de los Gitanos de Utrera, que detalla la génesis y desarrollo del más antiguo festival flamenco.
Una de las cosas más bonitas del flamenco es la diversidad de sabores que aportan las comarcas más relevantes. La intensidad de Jerez, la dolorosa dulzura de Utrera, la elocuente sencillez de Morón, el aroma a tierra húmeda de Lebrija, el dejillo canastero del flamenco extremeño que se merece mayor atención de la que recibe, esos tangos granadinos, malagueños y trianeros, el sabor folklórico de Huelva o el sonido inconfundible del levante, entre muchísimos otros.
Rebobinemos a Utrera y su particular perfume del cante. En el Teatro Alameda en la flamencamente histórica Alameda de Hércules de Sevilla, donde los fantasmas de grandes figuras del flamenco del pasado siglo te saludan en cada esquina, he asistido al estreno, dentro de la programación de la Bienal de Flamenco de Sevilla, de Potaje Gitano de Utrera, un documental de 80 minutos dirigido por Antonio Rodríguez Ledesma y producido por la Hermandad de los Gitanos de Utrera, que detalla la génesis y desarrollo del más antiguo festival flamenco.
Hace 65 años se pusieron en remojo unos frijones, y el 15 de mayo de 1957 nació la criatura “con muchos ajos”, como siempre se dice con una inocencia casi infantil que delata la escasez de la época, superada por el optimismo y la solidaridad aportados por el Festival del Potaje. Una humilde comida compartida sin grandes pretensiones para celebrar la primera salida de la nueva cofradía en la madrugada del Viernes Santo. Una hermosa y sencilla convivencia que todavía hoy, convertido en evento multitudinario, mantiene su obra social, el espíritu altruista y la sensación de un pueblo unido en la diversidad social y la cultura jonda.
«Grandes mesas redondas con manteles blancos, ollas de barro, cucharas de palo y botellas de vino tinto son la puesta en escena e hilo conductor a lo largo del documental ‘Potaje Gitano de Utrera’, realizado con buen gusto y cariño»
Vemos como la Semana Santa y el flamenco se dan la mano en años puntuales cuando a la Virgen se le canta por bulerías y alboreá en su largo y emocionante paso por la Calle Nueva de Utrera. A veces personas de fuera mantienen que es irrespetuoso cantar por fiesta en el marco del Viernes Santo dado su significado religioso. He vivido el recorrido en varias ocasiones, arrastrada por la multitud de devotos en medio de cante y palmas, y os aseguro que es una experiencia intensa y conmovedora.
En el documental, personajes relevantes ofrecen sendas impresiones y recuerdos del Festival con palabras de notable sinceridad apoyada por hermosas imágenes de interiores y de la campiña cercana. Hablan músicos como David Peña Dorantes, su hermano Pedro María Peña y el padre de ambos, Pedro Peña, guitarrista y cantaor que más veces ha participado en el Festival del Potaje. También interviene el destacado crítico e investigador Manuel Martín Martín, que comenta que el Potaje representaba el traslado de la tradicional fiesta familiar a un escenario público.
En 1954 se había celebrado el primer Festival de Jazz de Newport en Estados Unidos, un modelo de evento popular cultural que pudo haber inspirado la movida de los festivales flamencos en España. El desaparecido periodista Alfonso Eduardo Pérez Orozco, premiado en varias ocasiones por su labor de divulgación del flamenco, contaba que aquel festival de jazz captó el interés de Antonio Mairena, con quien tenía una estrecha amistad, como posible formato para la conservación del arte jondo. En el dossier del documental del Potaje se destaca que “Antonio impuso, no solo en el Potaje, sino en todos los festivales a los que asistía como artista, carácter, entidad, categoría y seriedad”.
Grandes mesas redondas con manteles blancos, ollas de barro, cucharas de palo y botellas de vino tinto son la puesta en escena e hilo conductor a lo largo de este documental realizado con buen gusto y cariño.
Imagen superior: Viernes Santo en la calle Nueva de Utrera. Foto: archivo Estela Zatania