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Lola y la austeridad actual del arte jondo - Archivo Expoflamenco
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Lola y la austeridad actual del arte jondo

¿Dónde está la estética del flamenco? ¿No será aquello que desprende nuestra Lola, y que cada día nos atrae más? ¿Cómo puede el público aceptar la insoportable oscuridad y movimientos lentos de tantas obras flamencas actuales, a la vez que beben a sorbitos grandes, sin miramientos, el arte vibrante de Lola Flores?


El día 31 de marzo, año 2023, se inauguró en Jerez de la Frontera el Centro Cultural Lola Flores, artista que, aunque ya no esté, nos sigue invadiendo la psique con su dinámica personalidad, enseñándonos el camino hacia la luz de Andalucía con la chispa e intensidad de su persona.

 

Ya han pasado más de cuarenta años desde que el remozamiento del flamenco (tufo irónico intencionado) cogió el carril exprés y nos dejó a los de cierta edad en el museo de la nostalgia (nuevamente, el tono sensiblemente irrespetuoso es con intención). 

 

La lolamanía que nos ha contagiado recientemente a casi todos en este “Año de Lola Flores”, esa extravagante estética, la flor tamaño pomelo, los pendientes que son pequeños candelabros, lunares y estampados psicodélicos, todo en talla XXX incluyendo la maraña de pelo que hace de pareja de baile para las manos de la Faraona, a la que hay que ver aunque “ni canta ni baila”, según nos destacan hasta la saciedad, todo es un vibrante lugar común llamado Lola Flores, un espectáculo ella sola. De hecho, su expansiva personalidad y apariencia coinciden con la imagen del flamenco popular de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, como la percibía el gran público, tanto nacional como extranjero.

 

 

«Nos incumbe mirar al pasado para comprender, cultivar y valorar la estética del flamenco futuro, en cualquiera de sus formas.  Es un género vivo y dinámico, también frágil y vulnerable. Un culto a la vida en todas sus manifestaciones al son del compás en banda sonora sinfín»

 

 

Pero a partir de los 80, el flamenco destinado al consumo popular se mudó a otra ubicación psíquica. Un denso telón de contemporaneidad empezó a descender y envolver el producto jondo, aislándolo de una valiosa realidad existente, sofocándola espiritualmente. Lo que había habido hasta entonces, empezó a desprender un olor a moho que molestaba cada vez más a la generación emergente de artistas ansiosos de triunfar a través de lo novedoso, y se hizo imprescindible experimentar, renovar, modernizar. Fue entonces que el flamenco “nuevo” se iba separando de lo clásico en un parto lento y difícil, sin anestesia. Cada vez que un seguidor del flamenco convencional se levanta y se marcha de un teatro, dejando vacía su (costosa) butaca porque no acaba de asimilar la nueva onda, los duendes lloran un poco, se secan sus lágrimas con los mantones abandonados y dicen resignados “adiós adiós” (debéis aceptar por un momento que los duendes hablan), con movimientos desganados de los flecos.

 

El susodicho telón sigue descendiendo mientras leáis estas palabras, y es negro y tupido. Los artistas visten de negro. Las mujeres no llevan flores en el pelo ni pañuelos de lunares. Hay frialdad, caras vacías, una sinopsis impenetrable y poca luz, poquísima. Mis ojos quieren luz y color. Algo que refleja la intensidad de estar vivo, sintiendo emociones que nos llegan de un lugar desconocido. ¿Dónde está la estética del flamenco? ¿No será aquello que desprende nuestra Lola, y que cada día nos atrae más? ¿Cómo puede el público aceptar la insoportable oscuridad y movimientos lentos de tantas obras flamencas actuales, a la vez que beben a sorbitos grandes, sin miramientos, el arte vibrante de Lola Flores?

 

Nos incumbe mirar al pasado para comprender, cultivar y valorar la estética del flamenco futuro, en cualquiera de sus formas.  Es un género vivo y dinámico, también frágil y vulnerable. Un culto a la vida en todas sus manifestaciones al son del compás en banda sonora sinfín.

 


Jerezana de adopción. Cantaora, guitarrista, bailaora y escritora. Flamenca por los cuatro costados. Sus artículos han sido publicados en numerosas revistas especializadas y es conferenciante bilingüe en Europa, Estados Unidos y Canadá.

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