Pepa de Utrera y Bambino para siempre
Pepa de Utrera y Bambino a menudo son definidos como rumberos, un término que hoy suena anticuado y despectivo. Sin embargo, ambos eran grandes festeros, en el sentido más positivo de la palabra, además de poseer largos conocimientos de las clásicas formas del flamenco.
El flamenco no se muere, ¿quién habrá dicho tal disparate? Pero en el nuevo milenio se nos ha ido toda una generación que ahora sólo podemos disfrutar mediante dispositivos digitales. Nada es eterno. Excepto quizás… quizás el flamenco.
Hace diez años, el 3 de mayo del 2009, perdimos a Josefa Loreto Peña ‘Pepa de Utrera’. Y hace veinte, el 5 de mayo, 1999, tuvimos que despedirnos por última vez de Miguel Vargas Jiménez ‘Bambino’. Dos voces legendarias de Utrera, piezas irreemplazables de la gran máquina flamenca de esta localidad.
En Andalucía occidental, con una población que es la cuarta parte de Jerez, menos de la mitad que la de Cádiz y sólo una pequeña fracción de Sevilla, a lo largo de las décadas Utrera ha aportado grandes artistas con personalidades singulares. Hoy en día se habla mucho de la joven cantante Rosalía con sus formas contemporáneas o experimentales. Pero décadas antes de que naciera, había intérpretes de flamenco versionando la música popular de diversas maneras. En otras localidades se cantan temitas al compás de bulerías o tangos. Y sólo son eso. Canciones populares con un soniquete flamenco. En Utrera, sin embargo, los cantaores logran transformar la música pop en flamenco, nadie lo hace mejor. Y sí, soy parcial. Pa’ eso están los blogs, para expresar una perspectiva personal.
Fuera de Utrera, Pepa y Bambino a menudo son definidos como rumberos, un término que hoy, en el 2019, suena anticuado y despectivo. Sin embargo, ambos eran grandes festeros, en el sentido más positivo de la palabra, además de poseer largos conocimientos de las clásicas formas del flamenco. Cantaban rumbas, sí, por supuesto. Su mayor fama coincidió con la moda de la rumba catalana de los años sesenta. Pero todo lo que cantaban estaba teñido del sonido de Utrera, ese compás sin prisas, dulce tristeza disimulada y una relajada ruta irresistible al flamenco que los artistas de Utrera tan bien saben recorrer. Flamenco del interior, un territorio compartido con Lebrija y Morón donde el aire no huele a mar sino a algarroba y aceituna.
Pepa de Utrera, hija de José Loreto el Feongo y María Peña, nieta del legendario Pinini cuya personalidad peculiar es parte indisoluble del paisaje utrerano. Recuerdo haber escuchado la voz seductora de Pepa por primera vez en una grabación de La Viajera, una dulce rumba melancólica perfectamente ajustada a esa voz y temperamento. Numerosas actuaciones en los festivales más importantes en España y el extranjero, ganadora de premios importantes en el concurso de Córdoba, fue figura solicitada en el auge de los tablaos madrileños.
La popularidad de Bambino fue todavía más lejos. Creó una nueva y dramática manera de entregar rumbas y bulerías que resultó irresistible para los aficionados y el gran público. Paseaba por el escenario con serena elegancia mientras el atrás, siempre poderoso, atizaba la intensidad. Los mejores guitarristas de la época, Paco Cepero, Paco de Antequera, Juan Maya Marote, Juan Habichuela, Paco del Gastor, Manolo Domínguez El Rubio o un Paco de Lucía adolescente, además de fabulosos coros y palmas hicieron posible momentos inolvidables que cambiaron la manera de interpretar este tipo de repertorio. La Pared, La Última Noche, Adoro, Bebí de tus Labios, Corazón Loco o El Poeta Lloró, entre muchísimos más títulos, la banda sonora de nuestra juventud de toda una generación.