Más allá de hacer un resumen del pasado año en el orden discográfico, Espacio Expoflamenco quiso dar voz a los autores de un brillante artículo en nuestra página web. En realidad, el título buscaba llamar la atención sobre los movimientos, nos gusten o no, que se están generando en la periferia de nuestro arte.

Aquí tenéis el enlace al artículo referenciado: 2022, el año en el que el flamenco se rompió – Expoflamenco

Tanto Manolo Domínguez como Fede Calderón dejaron muy claro que el núcleo esencial o repertorio clásico del arte jondo permanece inalterable a cuantas corrientes y vientos lo quieren cimbrear. Siempre teniendo en cuenta que el flamenco es un arte mestizo y en continua evolución donde conceptos como la hibridación son más comunes a lo largo de su historia de lo que creemos.

Sin embargo, y especialmente 2022, tal vez por venir de una pandemia que nos confinó a todos, fue un año donde hubo mucho tiempo para la creación o, al menos, para detenerse a pensar en ella. En este orden, las nuevas propuestas fueron más notables, allí donde los flamencos han entrado en contacto con otros músicos (especialmente de música electrónica) y, por ende, otros públicos de muy distinta procedencia.

Por ello, Manolo y Fede dibujaron un doble plano: por un lado, artistas flamencos fetén que fueron a buscar argumentos en intérpretes de otras estéticas y, por otro, músicos que desde la ‘galaxia exterior’ han empleado elementos rítmicos, literarios o armónicos en el flamenco para exportarlos a un público global desde su música. No faltó, el fenómeno Rosalía, como es lógico, sin entrar o salir que sea flamenco lo que hace.