Mercedes de Córdoba: «La que da ese grito es una mujer totalmente libre»
La bailaora Mercedes de Córdoba presenta en la Bienal su espectáculo 'Sí, quiero', «un grito para exponer al mundo mi compromiso con el arte en general, la danza en particular y con el flamenco sobremanera». Será el jueves 22 de septiembre en Cartuja Center.
Tras su exitoso paso por el Festival de Jerez, donde recibió tres galardones por este mismo montaje, la bailaora y coreógrafa cordobesa se sube a las tablas del Cartuja Center el 22 de septiembre, acompañada de la guitarra de Juan Campallo, las voces de Pepe de Pura, Jesús Corbacho y Enrique el Extremeño, Paco Vega a la percusión, El Oruco a las palmas y un elenco de cuatro bailaoras. Sí, quiero es el regreso de Mercedes de Córdoba a la Bienal de Flamenco de Sevilla. Una nueva propuesta entusiasta y reveladora. «No soy ni intento ser abanderada de nada, pero la que está dando ese grito es una mujer totalmente libre y con una cosa muy clara, que es contar mi verdad siempre», dice.
– Días atrás dijo en una rueda de prensa a la que asistimos en el Centro Cerámica Triana que le ponía nerviosa hablar ante el micrófono. Luego habló divinamente, por cierto. ¿Y no le pone nerviosa bailar en La Bienal?
– Gracias por lo de hablar divinamente, je, je. Lo que me pone nerviosa me gusta. Soy artista, me gusta el riesgo, esa adrenalina. Y cómo no, expresarme en público. Si hablé bien, espero bailar mucho mejor, que es a lo que me dedico y es la pasión que ocupa y hace plena mi vida. En la Bienal y en cualquier parte del mundo. Pero siempre hay que reconocer que es una plaza importante y el vínculo con ella es enorme. Eso hace siempre que sea especial y el cuerpo, la mente y el corazón lo notan.
– En todo caso, lo hace por propia iniciativa. Lo de Sí, quiero suena rotundo. Y feminista. Y nupcial.
– Bailar lo hago por iniciativa propia. Y sobre todo por necesidad. Una necesidad orgánica y psicológica, diría yo. Es verdad que Sí, quiero suena rotundo. Es una respuesta categórica, sin dudas. Es un grito para exponer al mundo mi compromiso con el arte en general, la danza en particular y con el flamenco sobremanera. Y sí, soy mujer, soy feminista porque lucho siempre por nuestros derechos. No soy ni intento ser abanderada de nada, pero la que está dando ese grito es una mujer totalmente libre y con una cosa muy clara, que es contar mi verdad siempre.
«Sevilla va a ver a una mujer que celebra la vida, que celebra el acto de querer, que es feliz por dedicarse a algo que le roba el sueño y que se muestra tal y como se siente desde hace un tiempo»
– ¿Qué va a ver Sevilla el día 22 de septiembre en Cartuja Center? ¿A Mercedes de Córdoba en plenitud de forma?
– El 22 de septiembre, Sevilla va a ver a una mujer que celebra la vida, que celebra el acto de querer, que es feliz por dedicarse a algo que le roba el sueño y que se muestra tal y como se siente desde hace un tiempo. Tengo que decir que me encuentro en uno de mis mejores momentos de mi relación conmigo misma, con el baile y la creación. Todo se alimenta de todo.
– ¿Cómo compaginar la flamencura y la jondura con la teatralización que exige un Festival de Jerez o una Bienal de Sevilla?
– ¿Acaso no pueden ir de la mano? Es algo que pienso que se confunde, o quizás me confunda yo, pero el flamenco es otra danza más donde utilizamos nuestro cuerpo como vehículo de transmisión. No creo que se pierda flamencura por teatralizarlo y encuadrarlo dentro de un proyecto con una escena cuidada, un guion, un hilo argumental o una sucesión de escenas diferentes. Yo creo que la flamencura no se pierde. Eso sí, creo que se tiene o no se tiene. Lo que pasa es que hay muchos tipos de flamencura y sería un debate casi interminable. Perder algo que se tiene es difícil. Perder algo que no se tiene es que no se puede… Nunca estuvo.
– En marzo de 2020, en una entrevista audiovisual para el presente portal, decía que el arte no puede ir por detrás de la técnica. Explíquese.
– La técnica, para mí en concreto, es imprescindible. Yo la considero y la trabajo como el total conocimiento de mi cuerpo y su dominio, ya que es el instrumento que tengo para expresarme. Si quieres hablar y no conoces el abecedario, no sabes de gramática, etc., no puedes expresarte. Pues lo mismo aquí. Por lo tanto, el instrumento sirve de canal para que lo que sientes o quieres contar llegue a su destino. Si el instrumento no lo mueves a través de la emoción y solo a través del conocimiento corporal, para mí se está ejecutando, que es muy diferente a bailar. Es mi opinión.
«El flamenco es otra danza más en la que utilizamos nuestro cuerpo como vehículo de transmisión. No creo que se pierda flamencura por teatralizarlo y encuadrarlo dentro de un proyecto con una escena cuidada, un guion, un hilo argumental o una sucesión de escenas diferentes»
– Y un año antes, en mayo de 2019, la disfrutamos en el tablao Los Gallos en una noche mágica. Esta era la crónica que firmábamos entonces. ¿En qué es mejor un tablao y en qué es mejor una Bienal?
– Creo que son incomparables. Cada uno es un mundo diferente. ¡¡¡¡Totalmente diferente!!!! La magia de no saber qué va a pasar en un tablao es maravillosa. Pero lo que conlleva y la suerte de tener la posibilidad de crear, ir consiguiendo metas poco a poco y ver en escena un gran pedazo de ti, ir creciendo en todos los aspectos –que son infinitos–, aprendiendo y descubriendo cada vez más y más, el tener recursos para ello… Eso es algo que a mí personalmente me fascina. Exponer como una película de tu cabeza… Eso no tiene precio como creadora. Pero por el tablao siempre aparezco. También lo necesito. Los tablaos me liberan de diferente manera.
– Además del baile, usted destaca como directora artística de espectáculos multipremiados. Solo le falta dirigir algún día el Instituto Andaluz del Flamenco. ¿Dónde está su techo?
– El Instituto Andaluz del flamenco no creo, eso mejor que lo hagan los que se dedican a ello. El Ballet Flamenco de Andalucía es otra cosa, además formé parte de él con tan solo 17 años. No sé, no descarto nada, nunca se sabe. Ahora mismo no me planteo mi techo. Me gusta más plantearme mi tierra, la que piso ahora mismo, mi propia compañía, que ha sido un sueño cumplido. Solo pido poder ser feliz, lo que conlleva estar dedicándome de una manera u otra a este arte toda la vida. No podría vivir sin ello y sin la salud de la gente que quiero. Y por eso lucho día a día.