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Kyoko Shikaze: «Si te gusta el flamenco, da igual que seas español, extranjero o extraterrestre» - Archivo Expoflamenco
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Kyoko Shikaze: «Si te gusta el flamenco, da igual que seas español, extranjero o extraterrestre»

Periodista, flamenca y japonesa. Tres décadas llevando el pulso de la actualidad flamenca desde el corazón de Sevilla. Una voz autorizada para entender cómo se concibe este arte en Japón y el mundo.


Kyoko Shikaze. O Shikaze Kyoko, da igual, porque en japonés va primero el apellido. Osaka, 1961. Pasó su infancia en Tokio y Yokohama. Estudió literatura japonesa en una universidad del sol naciente y su tesis versó sobre los poemas del siglo VIII. Japoneses, se entiende. No van a ser los cantares de mio Cid. La primera vez que visitó España fue en 1986: un viaje organizado por aficionados flamencos de Japón. Asistió entonces en fin de año a una juerga flamenca en Madrid con Rafael Romero Gallina, y otra en Sevilla con Rancapino. Definitivamente, los japoneses siempre han sabido cómo pasarlo bien. Entonces trabajaba en una empresa de productos hipotecarios. Meses antes, vio por vez primera un espectáculo flamenco en Japón: la Compañía de Antonio Gades. Ahí se enganchó. Lo siguiente fue comprar discos y apuntarse a una academia para tomar clases de palmas. En septiembre de 1987 dejó su trabajo y se trasladó a Sevilla para conocer el flamenco. Ya hace treinta y dos años de eso, la mayoría de ellos en el Altozano, Triana. Desde aquí narra los vericuetos de lo jondo para la revista Paseo Flamenco de Japón. Y sigue milagrosamente de pie, en sus palabras. Es profesional del flamenco, pues. Enterita. Vive de escribir, traducir, coordinar eventos… Ha acompañado como tour manager a Paco de Lucía. Ha oficiado de traductora del Ballet Nacional, Sara Baras, Antonio Canales, Ketama y Vicente Amigo. Y tiene marido español «desde hace poco».

Nos citamos con Kyoko en el Mercado de Triana. Aquí tiene sus puestos favoritos de frutas y verduras. A Mercadona solo va a por un chocolate pequeñito. Por cierto, en esta plaza hay un restaurante japonés. «Me da coraje que la gente crea que eso es sushi. Ese arroz dulce y pegajoso no tiene nada que ver con el verdadero sushi. Pasa igual con los flamencos, que se quejan de que se llame flamenco a cosas que no lo son. La mayoría de los restaurantes japoneses de Sevilla son chinos que quieren ganar dinero vendiendo la etiqueta de cocina asiática», dice.

 

– Comencemos con una pregunta creativa y original. ¿Por qué a los japoneses les gusta tanto el flamenco?
– Hay varias hipótesis. La teoría más creíble es que la cultura japonesa evita expresar los sentimientos. El que lo hace es como un sinvergüenza. Por eso llama la atención un arte que expresa tanto sus sentimientos. También puede ser que el flamenco tenga influencias orientales, gitanos que vinieron de la India. Y hay canciones populares en Japón que se parecen un poquito al flamenco en la manera de cantar.

– ¿Las que cantó Anna Sato con Eva Yerbabuena en la Bienal?
– La gente me preguntaba que qué había cantado. Yo no me enteré de nada. Era un dialecto de una isla entre Okinawa y Kawoshima. Pero me gustó esa fusión.

– Las crónicas se quejaban de que había poco baile flamenco, poca jondura.
– ¿Jondura qué es? Más jondo no lo hay. A mí no me interesa la jondura. Me interesa lo que hace cada artista.

– ¿Y a usted por qué le gusta el flamenco?
– Porque el flamenco es una cosa mu buena y los japoneses tenemos buen gusto. En otros muchos países hay también mucha afición, pero es que a los japoneses se nos ve más en la grada. Ahora hay muchos chinos en los espectáculos.

– En tres décadas ha conseguido un gran reconocimiento entre los profesionales del flamenco.
– Llevo mucho tiempo en esto. La verdad es que, como escribo en japonés, nadie puede leerlo y no se enfadan conmigo. Eso es una ventaja. Pero hoy en día con Google Translator quizá cambie la cosa. Hablando en serio, si me respetan es porque yo respeto.

 

«Mucha gente viene a Andalucía para vivir de cerca el flamenco, se gastan un dineral. Y los de aquí pasan por la puerta del tablao y no le echan cuenta. Lo ven como una cosa antigua»

 

– ¿Por qué Sevilla y por qué Triana?
– Vine a España por motivos flamencos, solo eso. En Sevilla viví en las calles Gamazo y Vidrio (cerca de La Carbonería), luego una temporada en Marbella. Después regresé a Sevilla y viví veinte años en el número 7 de la calle Betis. Ahora es una casa de apartamentos turísticos.

– ¿Conserva Triana el sabor flamenco de antes o se va perdiendo con tanta casa para turistas?
– Yo veo cada semana a Manolo Marín. En mi calle vive la bailaora Pilar Astola, el padre de Tremendita, Matilde Coral en la misma manzana… Me encanta cómo el público trianero disfruta el flamenco.

– ¿Aprovecha Andalucía suficientemente el flamenco como recurso cultural y turístico?
– Lo está haciendo bien. Ahora hay muchos sitios para ver flamenco: tablaos, restaurantes con shows… Algunos sitios deberían tener mejores condiciones para los artistas.

– ¿Es más complicado entender el flamenco si eres de fuera?
– El principal obstáculo puede ser el idioma. Pero el flamenco no lo entiende nadie, ni siquiera los españoles. Lo importante es que te guste. ¿Comprender? ¿Qué es comprender el flamenco?

– Diferenciar los cantes, por ejemplo.
– El flamenco no hay por qué entenderlo. Mi marido, que es de aquí, no distingue una soleá de una seguiriya. Como mucho, unas sevillanas de unas rumbas. Si tienes interés por el flamenco, quieres saber más y lo investigas a tu manera. Es como cuando te enamoras de alguien, que quieres saber más de esa persona.

– ¿Hay que ser de algún lugar del mundo o de una pasta especial para que te guste el flamenco?
– Mucha gente viene a Andalucía para conocer el flamenco, vivirlo de cerca. Se gastan un dineral. Y la gente de aquí al lado pasa por la puerta del tablao y no le echa cuenta. Lo ven como el aire que respiran. Como una cosa normal y una cosa antigua. Si te interesa el flamenco, da igual que seas andaluz, español, extranjero o extraterrestre.

 

«Si se quedara solo en Andalucía, quizá este arte no sobreviviría. Al abrirse al mundo, los flamencos comen mejor y pueden dedicarse a su profesión»

 

– ¿Por qué los japoneses aplauden tanto? Por favor, no se moleste conmigo.
– Si les gusta lo que ven…

– ¿No cree que a veces aplauden la ojana?
– Es que tenemos respeto a los artistas.

– ¿También a los que se alejan de lo jondo?
– Perdone, perdone. Eso de lo jondo, entre comillas, no lo entiendo. No me gusta.

– Es decir, usted defiende que artistas con capacidad innata para el cante jondo se pasen a la canción española, la copla, el bolero y todo aquello que llene grandes auditorios y plazas de toros.
– Que cada uno cante lo que quiera. ¿Por qué tienen que estar siempre cantando flamenco tradicional? Me encanta cómo canta Mayte Martín los boleros. O Paco de Lucía tocando rumbas. Yo no quiero meter el flamenco en una cajita chica.

 

Kyoko Shikaze, comprando aguacates en el Mercado de Triana (Sevilla). Foto: perezventana

Kyoko Shikaze, comprando aguacates en el Mercado de Triana (Sevilla). Foto: perezventana

 

– ¿No cree usted en la pureza?
– ¿Pureza de qué? Cada uno tiene su manera de pensar sobre lo que es puro. ¿Cantar puro? ¡Anda ya, eso es cosa de antiguos! Eso es imitar lo que está muerto. Es como pinchar una mariposa en algodón tras un cristal. Para otros, lo puro es la mariposa en la naturaleza. Pero también me gusta el que solo quiere cantar flamenco antiguo, claro que sí.

– Manuela Carrasco decía recientemente en este portal que ya no le gusta ir a ver espectáculos flamencos porque no se baila flamenco de verdad.
– ¿Habrá visto los cincuenta espectáculos de la Bienal? ¿No había nada de verdad en ninguno? Cada cual tiene el flamenco en su imaginación.

 

«Yo no pido los pasaportes cuando veo espectáculos de flamenco, no trabajo en aduanas»

 

– Usted sí va cada día a la Bienal.
– Por lo menos uno al día. Ahora, como hay dos cosas a la misma hora, es difícil. Pero me tratan bien.

– ¿Lo pasa bien en la Bienal?
– Termino muy cansada. Y también en el Festival de Jerez. Ya soy muy mayor.

– ¿Termina jarta de flamenco, con jota?
– Yo aguanto mucho, soy muy jartible. Para el aficionado que viene de fuera está muy bien pensado, pero para los críticos y periodistas…

– ¿Cómo es la gente del flamenco?
– Divertida. La mayoría es buena gente. ¿Culta? Habrá de todo. Hay muchos aficionados que leen muchos libros y otros que no han abierto uno en su vida.

– ¿El flamenco es una forma de vida?
– Depende de si eres aficionado o artista. Sin artistas no hay flamenco, eso está claro. Pero sin aficionados no se vive el flamenco.

– ¿Se vive diferente el flamenco si no eres español?
– Ser extranjero es una ventaja y un inconveniente. El flamenco es algo de España, de Andalucía. Al principio parece que tienes que pedir perdón por ser de fuera. Pero lees la historia del flamenco, los libros de Ortiz Nuevo, el papel del extranjero… Por ejemplo, un guiri que viene a ver flamenco pagando. Si nadie paga, el flamenco no llega a ser lo que es ahora. Ahora muchos flamencos viajan muchísimo, actúan en México, Londres… Dan clases. Si se quedara solo en Andalucía, a lo mejor los flamencos no sobrevivían. Al abrirse al mundo, los flamencos comen mejor y pueden dedicarse a su arte.

– Será por eso que muchos artistas dicen que el flamenco tiene más reconocimiento fuera que dentro.
– Sí, creo que fuera se respeta más. Mucha gente de aquí tiene prejuicios respecto al flamenco. Lo infravaloran. Lo consideran inferior a la ópera, por ejemplo. Este es el país en el que ha nacido el flamenco. De momento, los artistas número uno son de aquí. Pero cada vez hay más extranjeros interpretando flamenco: japoneses, chinos… La globalización. Lucero Tena era mexicana, José Greco era americano.

 

«Yo vi a Rosalía en la Bienal y no me llegó. Me gustó más el Niño de Elche, que tiene base y conoce el cante»

 

– ¿Lee la prensa flamenca? ¿Sigue a los críticos?
– Sí. Cada uno tiene su opinión y la expresa a su manera. Sobre todo, la gente que está empezando necesita esas palabras bonitas de los periodistas.

– ¿Quién le gusta más?
– Yo soy de José Luis Ortiz Nuevo y José Manuel Gamboa. Esa es la línea que me gusta.

– Alguien, no entremos en detalles, dice que Rosalía es la nueva Niña de los Peines.
– Afina muy bien. Pero yo la vi en la Bienal y a mí no me llegó. Me gustó más el Niño de Elche, que tiene base y conoce el cante. Lo que pasa es que hace muchas cosas de cachondeo.

– ¿Qué pasa con China? ¿Va a adelantar algún día a Japón en términos de afición flamenca?
– Es posible. Además, hay más chinos que japoneses. ¿Por qué no? Si conocen y aman el flamenco…

– ¿Veremos en el futuro a primeras figuras del flamenco con DNI de Japón o México? ¿Le gustaría que ocurriera eso?
– Puede ocurrir. Me da igual. Yo no veo pasaportes cuando siento el flamenco. No trabajo en aduanas.

– ¿Puede recomendarnos algún artista flamenco de Japón?
– La bailaora La Yunko. Vive en Sevilla. Muy buen nivel. Y la cantaora Yuka Imaeda. Ha sorprendido al mundo del flamenco. Buenísima. Si no le ves la cara no lo crees. ¡Cómo canta!

– Usted es mujer y es flamenca. ¿Hay machismo en el flamenco?
– Igual que en otros sitios. Antes si eras una mujer y estabas en una fiesta flamenca te veían como a una puta. Ahora a ver quién se atreve a decir eso.

– Terminemos esta charla con ExpoFlamenco.
– El flamenco es algo muy bueno. Tenemos que amarlo y cuidarlo entre todos. Que florezca más aún. Y que sea más feliz todo el mundo. Ese es mi deseo.

 

Kyoko Shikaze, en la Plaza del Altozano, Triana (Sevilla). Foto: perezventana

Kyoko Shikaze, en la Plaza del Altozano, Triana (Sevilla). Foto: perezventana

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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