Lucía La Piñona: «En ‘Abril’ quiero llegar a sentir cada articulación y cada tejido del cuerpo»
La bailaora gaditana presenta en La Bienal de Sevilla su montaje 'Abril', para el que cuenta con la dirección artística de Pedro G. Romero y la presencia sonora de Alfredo Lagos. «Solo sentir y no ver».
Lucía La Piñona (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1985) vuelve a la Bienal de Sevilla en solitario para rendir honores al carismático poeta trianero Juan Manuel Flores. En él se inspira para llegar a la estética de unos años marcados por la intensidad de cada sentimiento, por la libertad, por el nuevo lenguaje musical que marcan algunos como Lole y Manuel. Camina en esta aventura junto a un excelente equipo creativo y musical, destacando la dirección artística de Pedro G. Romero y la presencia sonora de Alfredo Lagos. El 20 de septiembre presenta Abril, un montaje que “me ha ayudado a crecer y a confiar en mí misma”.
– Parece que a Lucía no le han robado el mes de abril.
– Para mí es un mes muy importante, siempre lo recordaré por el fallecimiento de mi madre. Cada abril es especial, pues no me lo tomé nunca como algo negativo, sino todo lo contrario. Me enfrento a él como en una reconciliación conmigo misma. He podido encontrar en el poema La tierra baldía (T. S. Eliot) un buen recurso, porque expresa bien esa mezcla de sensaciones que supone este mes. Abril es el mes más cruel:/ engendra lilas de la tierra muerta,/ mezcla recuerdos y anhelos,/ despierta inertes raíces/ con lluvias primaverales.
– Aunque sin duda el de 2020 será un abril inolvidable. ¿Cómo lo ha vivido?
– Encerrada, como todos (risas). Un mes y una etapa históricos. Reconozco que no lo he vivido de mala manera, aunque haya sido una tragedia para tanta gente. Yo generalmente lo he llevado bien. Me he sorprendido de la capacidad que he tenido para aceptar el momento, sin agobios por bailar ni por el tema económico. Durante el primer mes de confinamiento no fui productiva. Estaba tranquila, anestesiada, sin fuerzas para crear o trabajar. Eso me ha servido para parar, para dejar atrás el estrés, para no hacer nada, y me ha ayudado a luego retomar con la mente fresca. Luego ya empecé algo más activa con mi tablita a bailar y a tener contacto con el trabajo, con el nuevo estreno titulado Abril.
– Este espectáculo quizá suponga un gran salto en su carrera. ¿Es su intención?
– Totalmente sí. Para mí este espectáculo es un cambio en todos los sentidos, partiendo por el equipo, que en su mayoría no ha trabajado anteriormente conmigo, exceptuando a Pepe de Pura. Es una de las claves para determinar cómo expresar mis mensajes, es importante ir trasformando algunos conceptos, no mi forma de bailar… Pero en esta propuesta consigo dar un paso más, cambiar en algunos sentidos, y todo me está resultando positivo.
«Esta obra me ha aportado claridad, capacidad de seleccionar, seguridad en mí misma, confianza en mi intuición. Huyo de la zona de confort y me expongo en una Bienal de Sevilla con un estreno importante. No niego que haya vértigo»
– “La intimidad es el cuerpo, el saberse cuerpo”. ¿Cómo desarrollar sobre el escenario esta idea que aparece en su dossier?
– Estas palabras son escritas por Pedro G. Me parecieron muy poéticas y sugerentes. El cuerpo es fundamental para montar las coreografías. Es importante que el cuerpo sepa sentir, como en aquella época de excesos que supuso la década de los 80 para parte de la sociedad. Vivir con intensidad, la música, las drogas… Mi padre convivió en esos ambientes y sentía de forma extraordinaria. Quiero llegar a ese momento en el que sientes cada articulación, cada tejido de mi cuerpo, solo sentir y no ver. En el espectáculo sonará una versión de Pink Floyd que acaba en bulería y soleá.
– ¿Cómo se llega a fraguar este interesante equipo?
– Todo ha sido natural, nada premeditado y pretencioso. La idea estaba clara desde un principio y quise contar con Alfredo Lagos, que fue con quien primero hablé. Empezamos a vernos y a compartir ideas. En el proceso de investigación consulté con gente que conoce el contexto sociocultural de ese momento como Máximo Moreno o Ricardo Pachón, hasta que me topé con Pedro G. Romero, a quien escuché en un documental en el que se hablaba de ese tiempo en el que surge Lole y Manuel, el nuevo flamenco, unido al final de la dictadura, la fusión del flamenco y el rock en Andalucía. Pronto me transmitió esa energía y llegamos a tener mucho feeling. A partir de ahí caminamos juntos.
– La presencia de Pedro G. Romero no pasa desapercibida nunca. ¿Es un reto para usted bailar bajo su dirección?
– Cuando empezamos a trabajar juntos, en algún momento me preguntaba si de verdad había acertado. Él siempre ha sido reconocido por su creatividad, algunos lo conocen por “el que hace cosas raras”. Pero he ido conociendo su perfil más aficionado. Ni muchos flamencos que presumen de ortodoxia llegan a su profundidad. Muestra un interés único. Él ha sacado lo mejor de mí, ha potenciado lo que puedo expresar sin necesidad de cambiar mi forma de hacerlo. No ha querido transformarme. Ha ido dando las pautas necesarias para la creación de la escenografía, el hilo conductor, el vestuario… Ha vestido la idea original. Luego el resto del equipo ha desarrollado todo. No ha sido nada caprichoso conmigo, es decir, no ha querido hacer nada por hacer.
– La pieza clave en Abril es Juan Manuel Flores, conocido como el poeta de la luz, de las flores, muy sevillano… ¿Por qué decide pararse en su obra?
– Soy fanática de Lole y Manuel, pero hasta un extremo poco normal. A partir de ahí conocí la obra de Juan Manuel Flores, gracias también al libro recopilatorio de Marianna Maierù. Flipé leyendo su poesía, encontraba en él sensaciones que desconocía, ese punto de espiritualidad, de lo popular… Fue un hombre que siempre mantuvo la esperanza a pesar de vivir algo atormentado con el ser humano y la naturaleza. No se dejaba llevar por las modas, no se dejaba comprar…
«La escenografía es puro espectáculo. De mí intento que se perciba la integridad, la honestidad conmigo misma. He aprendido a seleccionar bien cada gesto, no bailar por bailar, cohesionar cada movimiento»
– ¿Qué tiene este espectáculo de Flores y qué tiene de Piñones?
– De Flores mantiene la estética, la energía, los sonidos… La escenografía es puro espectáculo. De mí intento que se perciba la integridad, la honestidad conmigo misma. He aprendido a seleccionar bien cada gesto, no bailar por bailar, cohesionar cada movimiento.
– Es curioso comprobar el extenso equipo artístico y creativo que la acompañan en esta aventura cuyo repertorio se divide en tres bloques.
– Es fundamental. Quiero agradecer a todo el equipo. A Marinna Maierù, que ha sido muy generosa, me ha dedicado mucho tiempo y me ha acompañado en importantes momentos como en el encuentro con la familia de Juan Manuel Flores. También a Sembradas, encargadas del diseño de la escenografía… Ha sido increíble la implicación. A todos y cada uno de los que están en este barco.
– Alfredo Lagos se encarga de la parcela musical, una presencia que se traduce en garantía de éxito. ¿Qué le ha aportado?
– He alucinado con la manera de trabajar de Alfredo, con su capacidad de entrega. Son cualidades que se tienen o no se tienen. Es la primera vez que trabajamos juntos, no teníamos amistad, pero ha sido una pasada verlo trabajar con una preocupación siempre por un proyecto como el mío. Él consigue que todo esté a tiempo, todo controlado… Alfredo ha sido muy importante. Pepe de Pura también ha realizado un gran trabajo, dedicándole muchas horas en casa a las adaptaciones de letras y música…
– Supongo que cuando se llega a un estado sumamente profundo en el arte es cuando se comienza a dar sentido a muchas dudas que acompañan al ser durante previas etapas de la vida.
– Abril me ha aportado claridad, capacidad de seleccionar, seguridad en mí misma, en confiar en mi intuición. Esta aventura se puede traducir en esfuerzo, en precipicio realmente porque huyo de la zona de confort y me expongo en una Bienal de Sevilla con un estreno importante. Es por ello que para llegar hasta aquí hay que aprender a tomar decisiones bajo tu criterio. No niego que haya vértigo. He confiado mucho en mi equipo, he aprendido a delegar… En fin, creo que me ha cambiado para mucho bien.