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Pedro María Peña: “Me identifico con aquel joven enamorado de la guitarra, cargado de ilusiones”

Tras volcarse con la producción y acompañamiento, se lanza al estreno de 'Paseo de las Delicias', un espectáculo que supone su ópera prima como compositor.


Texto: Juan de los Dulces. Fotos: Jesus Trujillo

 

Pedro María Peña afronta quizás uno de los momentos más importantes de su carrera. Tras volcarse con la dirección y producción, así como dedicarse al acompañamiento, ahora se lanza al estreno de Paseo de las Delicias, un espectáculo que supone su ópera prima como compositor y ve la luz el próximo 15 de septiembre de 2018 en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla.

– Usted lleva toda una vida dedicada al Flamenco y prácticamente se podría decir que lo ha vivido desde casi todas las facetas: guitarrista de acompañamiento, mánager, productor y director musical, como ha sido de su hermano David Peña Dorantes, la genial bailaora Manuela Carrasco, el maestro Mario Maya, su tío Juan Peña Lebrijano o artistas de otros géneros como Nolasco, Deojananá, Las Corraleras… ¿Por qué precisamente ahora, después de tantos años, se embarca en un primer espectáculo como guitarra de concierto y a la vez un disco con sus propias composiciones?

– En realidad, mis inicios como profesional fueron como guitarrista, y mis estudios y toda la preparación que he recibido desde la infancia iban encaminados para poder embarcarme en esta aventura algún día, con lo cual, quizás no sea tan extraño. La decisión de dedicarme por primera vez a mí, y no solo a otros, vino tras la muerte de mi tío Juan Peña Lebrijano, a quien estuve unido muy estrechamente tanto en lo personal como en lo artístico durante toda mi existencia, y de quien fui su guitarrista de cabecera en los últimos 20 años, además de ser el director musical de sus últimos trabajos escénicos y discográficos.

Paseo de las delicias. ¿Por qué elige usted tomar ese nombre para su primer espectáculo?

– Sevilla, además de ser para mí la ciudad más bonita del mundo, es mi ciudad. Y su Paseo de las Delicias aglutina todo lo mejor de ella: su luz, su río, su historia. Es un lugar muy romántico, alegre y cargado de pasajes. Y un título, metafóricamente hablando, que resume a la perfección todo lo que pretendo transmitir. Lo más importante de mi humilde historia, de mis vivencias personales y profesionales, expuestos desde una actitud positiva y agradecida por todo lo que me ha acontecido.

– ¿Qué puede adelantarnos del espectáculo y el disco? ¿Qué se va a encontrar quien presencie ese estreno de Pedro María Peña?

– Pues entiendo que es el espectáculo más importante al que nunca me he enfrentado. De alguna forma entiendo que va mi vida en ello, nunca mejor dicho. Por primera vez, después de muchos años, apuesto por mí, por mi concepción de la guitarra y del flamenco. Mi propuesta como guitarrista y compositor está creada desde la convicción de que los artistas debemos ser cada uno un mundo, diferentes en cuanto a la personalidad de cada uno. Yo rebusco dentro de mí continuamente y es lo que realmente me interesa mostrar. Como dice un buen amigo mío, «a todo a quien gane”, a lo que yo añado que “a todos menos a ser uno mismo”. Para el espectáculo contaré con el violinista Faiçal Kourrich, al que considero un hermano, y con la cantaora Anabel Valencia, entre otros artistas que me acompañarán, quien a mi juicio representa el futuro más sólido y más auténtico para el cante flamenco que estar por venir.

– Lleva más de 30 años cómo productor y director musical, manager y guitarrista de figuras como su tío Juan Lebrijano. ¿De qué manera cree que ha influido esto en el espectáculo que ahora nos trae?

– En mucho, claro. Afortunadamente, he podido dedicarme siempre a lo que he querido, por lo que me he enriquecido positivamente de todas las historias acometidas. Es imposible que no esté presente todo ese bagaje en cada paso que doy en esta dirección. Me fascina mucho el escenario, y mis conocimientos de la escena y sus posibilidades, técnicas y artísticas, aprendidas a través de mis muchas experiencias, siempre van conmigo.

– De todas las facetas del arte flamenco en las que se ha visto envuelto de manera profesional, ¿en cuál se ha sentido más cómodo y con cuál se quedaría?

– La guitarra es mi instrumento interlocutor natural sin lugar a dudas. Con ella en las manos es como más cómodo me siento. Aunque hay otras facetas desconocidas para la mayoría de la afición y que han ido aflorando en mí sin que me diera cuenta, sin haberlo pretendido, que es la de cantar. Yo siento una gran pasión por el cante, considero que es lo más importante del género. Esta misma pasión es la que ha descubierto la voz callada de mis adentros, regalándome el poder disfrutar de además de tocar, poder cantar, siempre desde mis posibilidades vocales, lógicamente, pues no lo práctico como hago con la guitarra, por ejemplo. Mi padre y maestro, Pedro Peña, es quien me transmitió esta pasión por el cante, al igual que hiciera con la guitarra.

– Muchas personas no saben que ya en el 86 recibió un premio como guitarrista en el Festival de Jerez, pero ¿cómo es el Pedro María Peña guitarrista de hoy día y que se lanza al ruedo con una ópera prima? ¿Qué nos puede contar sobre él?

– Ya ha llovido… Aquello fue un pasaje muy bonito de mi vida. Por entonces no había ninguna otra cosa más importante que la guitarra. Precisamente ahora me identifico mucho con aquel joven enamorado de la guitarra, cargado de ilusiones y muy perseverante en la consecución de sus sueños, de alguna forma he retomado aquel camino. Pero a diferencia del de antes, el Pedro María Peña de ahora ha vivido, se ha enamorado y desenamorado. Ha sentido el inmenso dolor de la marcha del ser más especial de su vida, mi madre, así como la de otros seres admirados y queridos. Tiene grandes amigos y ha disfrutado mucho de cada momento que mereció la pena. Todo eso inevitablemente también me acompaña y está reflejado en mis composiciones y la manera de expresarme.

– ¿Cómo ve el flamenco en general hoy día, y el mundo de la guitarra en particular?

– Los flamencos nunca han estado mejor que ahora, y eso es algo que les corresponde por el enorme valor que tiene lo que hacen y representan. El flamenco, igualmente, despierta un enorme interés y respeto desde fuera y se muestra en los mejores escenarios del mundo. En cuanto a la guitarra flamenca, está atravesando una etapa maravillosa e interesantísima. Hay diversidad de propuestas y de mucha altura. La guitarra se ha enriquecido brutalmente de otras disciplinas y la han llevado a un nivel inimaginable para nuestros antecesores. Ahora bien, pienso que a su vez se está alejando un poco de su esencia. Un guitarrista flamenco, más si se es solista por lo que se le presupone debe saber, tiene la obligación de conocer el flamenco profundamente. Con el máximo respeto a todos mis compañeros, me resulta un poco inquietante que hoy día se conozca mejor el último trabajo de Pat Metheny, por nombrar a alguien muy valorado entre los guitarristas flamencos, y que a mí encanta por supuesto, y que por lo contrario se desconozcan los cantes de Marrurro, Silverio, Cagancho, Chacón o la Andonda, por nombrar a algunos de nuestros más importantes creadores. Sinceramente, creo que ni siquiera interesa, aunque a decir verdad tampoco veo a nadie que lo exija, lo que es aún más preocupante. En otros géneros de igual relevancia e importancia eso no ocurre. No se puede evolucionar con paso firme desde la inconsciencia, obviando el valor de nuestro verdadero legado, el que fundamenta los pilares básicos del flamenco, de su grandeza. Hay que conocerlo con profundidad, aunque solo sea por responsabilidad .

– Hemos hablado de sus múltiples facetas dentro del universo flamenco y cómo usted ha desempeñado infinidad de papeles siempre ligado a figuras de primer orden, como fueron Mario Maya, Manuela Carrasco, de quienes fue usted mánager, o su propio hermano, Dorantes, al que dedicó varios años como promotor, director y productor musical. Pero si tuviera que quedarse con una figura, ¿con quién lo haría?

–. Bueno, sin duda es difícil escoger, porque de cada persona, y en especial cuando hablamos de tan grandes artistas, se saca un aprendizaje grandísimo. Mi hermano David es un ángel al que quiero muchísimo y admiro de una manera muy particular, un genio. Pero, quizás por lo vivido juntos, me quedaría con mi tío Juan Lebrijano, por los muchos años y por todo lo que aprendí de él: el oficio, el respeto a uno mismo, por no hablar de las muchas vivencias y el cariño y la admiración tan grande que nos unía. Él creía mucho en mí, incluso más que yo mismo, y me lo repetía continuamente. Acompañándolo por soleá o por seguiriyas nos fundíamos en un solo ente. Yo entraba en trance, me olvidaba del mundo y de donde fuera que estuviésemos actuando. Quizás algún día, cuando corresponda, cuente las muchas historias y anécdotas que de él y sus recuerdos guardo en mi corazón.

– Muchas gracias por su atención, maestro. Le deseamos grandes éxitos para su estreno.

– De nada. Ahí estaremos dándolo todo, con gran ilusión y muchas ganas de disfrutar el momento. Un placer.

 

 

 


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