Pansequito, a secas
Texto: Paco Canela Es evidente que por razones cronológicas no he tenido la fortuna de ver nacer multitud de discos, pero muchas de esas grabaciones han marcado mi vida de aficionado flamenco. Uno de esos discos que guardo de manera especial en mi corazón, lo grabó José Cortés Jiménez, conocido en el mundo flamenco por el nombre artístico de Pansequito, apodo de
Texto: Paco Canela
Es evidente que por razones cronológicas no he tenido la fortuna de ver nacer multitud de discos, pero muchas de esas grabaciones han marcado mi vida de aficionado flamenco. Uno de esos discos que guardo de manera especial en mi corazón, lo grabó José Cortés Jiménez, conocido en el mundo flamenco por el nombre artístico de Pansequito, apodo de origen familiar, o también Pansequito del Puerto, pues aunque José nació en La Línea de la Concepción en 1946, vivió desde muy temprana edad en El Puerto de Santa María, y es muy común en el mundo flamenco añadir el lugar de origen al nombre artístico. El disco en cuestión, cuya portada puede verse en la imagen, se publicó en el año 1974 bajo el sello discográfico Movieplay (S-26.216), y en él Pansequito estaba acompañado por las guitarras de Juan y Pepe Habichuela (Granada 1932 y 1944, respectivamente).
Estamos ante el cuarto trabajo discográfico de Pansequito, publicado tras su paso por la VII edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba (año 1974), donde nuestro protagonista fue obsequiado con un premio inventado para la ocasión, el Premio a la Creatividad del Ministerio de Información y Turismo, y es que las maneras cantaoras de Pansequito no encajaban lo más mínimo en los cánones del concurso cordobés. Como puede observarse en la imagen, dicho premio se publicitaría en la portada del disco, y curiosamente no volvería a otorgarse a ningún otro cantaor, de manera que Pansequito es el único poseedor del mismo, algo creo muy a tener en cuenta. Escuchando el disco, uno se da cuenta enseguida de la razón por la cual el jurado del certamen cordobés determinó otorgar ese premio a Pansequito: la personalidad creadora del linense-portuense.
Se abre el LP con su primer éxito: Tápame, archiconocidas bulerías que junto a las otras dos bulerías del disco, Mi niño y ¡Ay, qué mora! demuestran la clase de maestro buleaero que es Pansequito, un monstruo por bulería, con un compás apabullante, con unas formas y giros propios que han llevado a la afición a denominarlas como Bulerías de Pansequito, por ser de su propia cosecha. Las guitarras de Los Habichuela impecables, máxima compenetración entre los hermanos de Granada, llevando al cantaor en volandas en todo momento. La soleá Dejadme flores, esta vez en solitario con la guitarra de Pepe Habichuela, es un monumento. Sí, un monumento, como suena. La primera letra Al paño fino en la tienda, por Alcalá, famosa en la voz de Manolito de María, la interpreta Panseco con su decir personal, pero es en la segunda letra Y corta, es que la vía era mu corta donde uno se lleva las manos a la cabeza. ¡Qué manera de ligar los tercios, qué control de la respiración! No importa los años que pasen, después de escuchar esta soleá mil veces, uno se sigue llevando las manos a la cabeza. Continúa José con Es un suplicio el quererte, por tientos, el corte más conservador del disco. El punto de comercialidad viene de la mano del siguiente tema: El cristal cuando se empaña, una rumba fresca que también interpretaba por aquellas fechas el grupo Los Chichos. Quizás con la inclusión de esta rumba en el disco, Pansequito intentó pegar el pelotazo que un año antes había pegado Paco de Lucía con la rumba Entre dos aguas. Sigue el disco con los fandangos La Línea, esta vez con la guitarra de Juan Habichuela solamente. En ellos Pansequito canta a su pueblo, y de nuevo hace una demostración de su pecho poderoso, haciéndolos prácticamente del tirón. Completan el disco las alegrías No sé si debo quedarme, otro estilo de cante donde el cantaor gaditano ha marcado sello, y los tangos El puente al agua le dice, de nuevo ambos temas con las enormes guitarras de Juan y Pepe Habichuela, granadinos universales.
Nueve cortes en total donde Pansequito renueva y crea sin artilugios baratos, sin artilugios extraños, algo por desgracia muy en boga en la actualidad. Han pasado más de cuarenta años de la publicación de este disco, por entonces Pansequito era un revolucionario, hoy es un clásico. El amor a su arte y su tesón han hecho posible el milagro.