Enrique Morente, ‘Se hace camino al andar’
He de reconocer que en mis inicios de aficionado flamenco me costó digerir el cante de Enrique Morente. Por entonces mi concepción del cante volaba por otros derroteros. A medida que mi afición fue madurando, fui asimilando nuevos horizontes de expresión. Hoy en día Enrique Morente es uno de mis cantaores de cabecera, uno de esos cantaores de los que
He de reconocer que en mis inicios de aficionado flamenco me costó digerir el cante de Enrique Morente. Por entonces mi concepción del cante volaba por otros derroteros. A medida que mi afición fue madurando, fui asimilando nuevos horizontes de expresión. Hoy en día Enrique Morente es uno de mis cantaores de cabecera, uno de esos cantaores de los que nunca te aburres y de los que siempre descubres cosas nuevas, y es que el flamenco es tan complejo y tan inmenso que nunca deja de sorprenderte. Manolo Sanlúcar, el genial guitarrista, dijo en una ocasión:
“Asegúrate de si aquello que no te gusta, está exento de valores o si, tal vez, aún no estás preparado para sentirlo o comprenderlo, pues la arrogancia cierra las puertas del conocimiento”.
¡Sabio, don Manolo!
Enrique Morente Cotelo (Granada, 1942 – Madrid, 2010), Enrique Morente para el arte flamenco, tiene una extensa discografía, una obra monumental donde están presentes lo popular y lo culto, la tradición y la experimentación, el recuerdo a los maestros y su propio magisterio. El álbum del que nos ocupamos hoy, contó con la producción del flamencólogo José Blas Vega, y las brillantes guitarras de Manzanita, Luis Habichuela y Amador. Salió a la luz en el año 1975 bajo el título Se hace camino al andar (Clave-Hispavox 18-1342 S), sugerente título inspirado en el poema Caminante, no hay camino…, de Antonio Machado, toda una declaración de intenciones por parte de Enrique, que después de aprender y recorrer las veredas de grandes maestros como Pepe el de la Matrona, Aurelio de Cádiz, Bernardo el de los Lobitos o Rafael Romero, va fraguando su propio camino, pasito a paso, haciendo camino al andar. En el disco aparece un texto de José Luis Ortiz Nuevo del que creo oportuno extraer unas líneas:
“Morente, audaz desde su creadora madurez, joven y viejo como la tradición auténtica de los que no se contentaron con repetir y repetir los antiguos cantes que un día nuevos fueron, y que también serlo pueden en este nuestro tiempo…”.
Tanto es así, que en el presente disco nuestro protagonista etiqueta a su nombre hasta cuatro cantes, como por ejemplo el primer corte del álbum: “A la hora de la muerte” (Tangos de Morente), auténtica delicia para los sentidos, donde Manzanita y Amador imprimen un ritmo a caballo entre los tangos y la rumba. Enrique por su parte, llena de giros novedosos el cante, con unos originales “ayeos” en la introducción, y también como remate de la letra “A mi lengua le eché un nudo”, donde pareciere que evoca los típicos “ayeos” propios de cañas y polos. Acto seguido se le oye a Morente jalear a Manzanita, y es que el acompañamiento de las seis cuerdas del desaparecido cantautor y guitarrista, eriza el vello al aficionado más gélido. Para la parte final de estos tangos “Abierta estaba la rosa…”, simplemente no encuentro calificativos, tamaña creación la que hace Enrique Morente con letras de su paisano Federico García Lorca. Impresionante. En el siguiente tema “Voces doy al viento” (Siguiriyas de Morente), lo acompaña en solitario Manzanita, que en la introducción me recuerda al todopoderoso Paco de Lucía. Enrique afronta las siguiriyas con mucha personalidad, pero quizás recreándose demasiado en los tercios, bajo mi humilde punto de vista, claro. Aún está lejos del tremendo “seguiriyón” que hizo junto a Juan Manuel Cañizares en la película “Flamenco” de Carlos Saura, pero bueno, ya sabemos que se hace camino al andar… “Granada, calle de Elvira” (Fandangos de Granada) es el siguiente tema del álbum, con ritmo abandolao de Manzanita y Luis el Habichuela para acompañar el fandango atribuído a Frasquito Hierbabuena. Continúan Morente, Manzanita y Luis el Habichuela con “Lloré más que Jeremías” (Soleares), con aires de Alcalá y Triana para cerrar la cara A del disco. En el primer corte de la cara B, “Yo seré como la mimbre” (Tientos de Morente), el cantaor granadino nos da una de cal y otra de arena, es decir, interpreta la primera letra a la forma tradicional para continuar con formas propias. Por cierto, la última letra que hace Enrique en los tientos, la que da título al tema, la interpretaba años después Camarón de la Isla, dos genios que se admiraron mutuamente sin ningún tipo de prejuicio racial, algo que por desgracia sigue aún latente en el flamenco, en pleno siglo XXI. Le toca el turno a “Minerico barrenero” (Taranto), una levantica que Enrique, Manzanita y Luis Habichuela ajustan al compás del taranto y donde se puede apreciar la amplitud de registro de Morente. ¡Mortal! Y de Levante para la Tacita de Plata con “Sale el sol” (Alegrías), los aires de la ciudad trimilenaria no podían faltar en este álbum, aunque en esta ocasión nuestro protagonista se mueve en parámetros más clásicos, arropado por las guitarras de Manzanita y Amador. Sigue el disco con “Contando los eslabones” (Fandangos de Morente), donde el cantaor ejecuta los fandangos con aires atarantados, una original creación de Enrique, que curiosamente registró en disco en primer lugar Camarón bajo el título “Ni que me manden a mí” (1975), aunque a mi parecer, el de la Isla ya había registrado aires similares una año antes con el tema “Se pelean en mi mente”. El álbum finaliza con “Trabajar y madrugar” (Mineras), donde le acompaña en solitario Manzanita, y donde Enrique se acuerda de la conocida letra “Me llaman Pedro el Morato”, que también interpretaba su maestro Pepe el de la Matrona.
En definitiva, como decía el poema de Antonio Machado:
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Paco Canela