Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla: un festival de festivales
En la LIII Reunión de Cante Jondo de la Puebla de Cazalla la juventud ocupó el papel. Los aficionaos cataron una edición distinta y extraordinaria de un festival de festivales que hasta ahora encabeza en organización y jondura los que llevamos vistos este verano en Sevilla.
Corría de boca en boca por los mentideros de las tabernas de La Puebla que La Reunión tenía un cartel flojillo. No sé por qué. Los paladares exigentes aún viven en el recuerdo de noches de embrujo con flamencos de los que ya no hay. La juventud ocupó el papel. Aquí había que fajarse. Y así lo hicieron midiéndose todos por seguiriya desgranando un repertorio en el que cada uno se dejó el alma. Sobre una alfombra de romero que perfumó el ocaso escondido en la Hacienda de la Fuenlonguilla, los aficionaos cataron una edición distinta y extraordinaria de un festival de festivales que hasta ahora encabeza en organización y jondura el puñao que llevo sentido desde poco antes de comenzar el verano en Sevilla. Un elenco de categoría, guitarra solista, cuadro de baile, cartelería a la altura, puntualidad, programa de mano, escenografía elegante y flamenca… Todo casi perfecto de no ser por los continuos fallos del sonido y la indumentaria indecorosa de Juan José Téllez que hizo de contrapunto a su presentación justa, acertada y poética. Me ahorré la foto para no estropear después la galería. Él mismo comentó jocoso: «Tengo la camisa con chorreras en la lavandería pero como estoy pasado de moda aún me siguen gustando estos colores». Si bien el respeto no va reñido con el atuendo, hay que saber guardar las formas. Que la palabra exquisita no supla el registro de armario que se requiere para una ocasión así.
La Yiya
Pisó La Yiya las tablas luciendo estampa. Comenzó a deslumbrar la noche poniendo el listón tan alto que casi todo lo demás quedó por debajo. Antes de abandolarse, una letra de su amigo Ventura por malagueña supo a almíbar tostao:
¿Cuándo te verán mis ojos,
Plaza de Andalucía?
¿Cuándo te verán mis ojos?
Adiós gran Café Central.
Sitios de La Puebla mía…
¿Cuándo te volveré a pisar?
Al compás, Noelia y Sofía de la Rosa. La guitarra de Antonio Carrión estuvo mejor que nunca provocando que Ana cantara a gusto en su pueblo, embriagada de los vestigios del eco que encalan aquellas paredes. Brilló por soleá desde la salía valiente repasando las variantes hasta llegar a Triana, donde agarró un pellizco y no lo soltó más que para abandonar el entarimado. Pleitesía para Moreno Galván. Luego ligó tercios y quejíos en los tientos en aquel pocito inmediato, pintó de rojo, blanco, añil, violeta y negro los tangos de Diego Carrasco, puso guapa a Mariquilla en una Sevilla que esculpió de chocolate Juana la del Revuelo y recordó a Juan Villar y Camarón. Pero si hasta aquí vino tejiendo peinetas de caramelo, luego cerró su actuación con una seguiriya soberbia dedicada a Pepe El Cachas. Nadie la superó después. Comenzó con la de El Mellizo amasando un lamento y remató con el macho agarrao de María Borrico echando las entrañas por la boca, sin mesura al desnudarse con esa nuez afillá que arrastra los terruños moriscos que lastiman.
David Palomar
Téllez lo definió como el Beni de Cádiz pasao por la Logse. Aunque precisó que era mucho más que eso. Si bien yo lo veo mejor en el espejo de Chano. Pero prefiero borrar lo anterior para reivindicar la figura de David Palomar como un cantaor largo que encasillan en el aire de Cádiz, por más que lo borde como nadie erigiéndose cual principal baluarte de la sal. A las palmas lo acompañó su mujer Anabel Rivera y Diego Montoya. La guitarra de Keko Baldomero hilvanó a granitos de locura la intervención del gaditano. Cantó por alegrías trasminando y oliendo a La Viña, retorciéndose con su baile en la silla y resolviendo los secretos del compás. Igual porta la gracia que sabe apretarse en el llanto por seguiriya. Una ristra de tanguillos tradicionales precedió las bulerías en las que recordaba a Luis de la Pica, Perrate o Camarón. Con una pataíta de arte y el pañuelo al aire demostró que en Cádiz todavía hay que mamar.
«Fue por soleá con la sobriedad oscura del vestido donde María Moreno consiguió crear algunos de los momentos mágicos de la noche. Un silencio sepulcral cayó empujándonos la congoja al pecho cuando subyugó al reloj parándose en las tablas mientras derramaba con parsimonia los brazos, derrochando sensibilidad»
Rubito hijo
Rubito hijo lo tenía difícil, pero dejando a un lado su tesitura de voz, para muchos poco agradable, no hay quien le pusiera faltas en la ejecución. Se ancló en la ortodoxia cantaora. Al socaire de la sonanta pura de Carrión y con las palmas de Diego Montoya y Luis Dorado, abrió por malagueñas de La Trini y abandolaos granaínos, donde coronó con empaque. Con Moreno Galván y Meneses en el sentío, abordó el polo prosiguiendo con un repertorio que discurrió con el cuidado de las letras en la senda del clasicismo flamenco. Tras los tientos tangos lo dio todo por seguiriyas en las que abrochó su cante con el cambio de El Tuerto La Peña.
Rafael Riqueni
El escenario se preparó para recibir el piano de los pobres en el regazo de un trianero insigne. Rafael Riqueni y su guitarra callaron el silencio oscuro de lo jondo. Entre sus dedos se escuchaba la huella del Niño Ricardo, Manolo Sanlúcar o El Niño Miguel tamizada por la otra orilla del Guadalquivir. Seis piezas, casi un concierto en solitario. Tocó ensimismado en las curvas de su compañera. Esta leyenda viva y clásico eterno del toque hipnotizó con sus composiciones armónicas y la melodía de la brisa de Triana que afina las cuerdas de su sonanta. Por Levante, alegrías, seguiriyas, fandangos… además de su farruca bachiana y el cierre por tangos en el que puso el bordón en RE, escribió la partitura de obligado cumplimiento para soñar. La vida no le perdona, yo sí. Y donde no llegó con las imprecisiones o buscó el remanso del compás, mi oído lo empujaba colocando los picados en su sitio. Porque Riqueni es historia viva de la guitarra y ha enseñado a amar con sus dedos. Si ahora puede menos, aunque no lo pida, se le da asilo flamenco en el cobijo de los aficionaos a sus sagradas maneras.
El baile de María Moreno
Pepe de Pura y El Pechuguita al cante, Juan Requena a la guitarra, Roberto Jaén al compás y la garganta de Tomás de Perrate para la soleá del baile de María Moreno subieron al podio flamenco de La Puebla de Cazalla. María bailó por cantiñas moviendo el mantón y la bata de cola con gallardía pero con menos peso que en el resto de estilos. Dibujó desplantes de enjundia y figuras de enorme belleza estética. Por taranto, el cambio de vestuario dejó ver una bailaora con pies portentosos y un braceo no escaso de calidad sino de uso, aunque con flores en sus manos que acariciaban el aire haciéndole cosquillas. Fue por soleá con la sobriedad oscura del vestido, ya metida en faena, donde consiguió crear algunos de los momentos mágicos de la noche. Un silencio sepulcral cayó empujándonos la congoja al pecho cuando subyugó al reloj parándose en las tablas mientras derramaba con parsimonia los brazos, derrochando sensibilidad. Zapateó en las escobillas sin machacar, suavizó los marcajes cuando la emoción lo pedía. Regaló un baile fino, conjugando tradición y originalidad, rebosante de recursos, sin extravagancias ni concesiones fuera del flamenco, con naturalidad espontánea, paseando sin teatralidad. Potente en los envites y suave al recogerse. Tomás de Perrate se placeó por Utrera en el cante y el tándem con María encendió al duende. Pepe de Pura hizo el compromiso con Bernarda, El Pechuguita esa letra que El Extremeño dedica a Cristo y toítos los sedientos y se oyeron los soníos de Gaspar de Utrera que no era viejo ni sabio pero se llevó a la tumba el cante lastimero que ya no vuelve.
María Terremoto
Y María Terremoto fue la encargada de clausurar el festival escoltada por su inseparable cohorte de compás jerezano: Manuel Cantarote y Manuel Valencia a las palmas, Nono Jero a la guitarra. Hasta la benjamina del cartel sabía que La Puebla es otra cosa. Se descubrió con un par de malagueñas para seguir con esa rondeña abandolá en las que dice a esa liebre no tirarle y la otra en la que un sereno se dormía. Le costó un poco dominar los graves pero mandó en los fraseos con fuerza de los tercios altos. Sorprendió acordándose de la caña y El Gallina en una interpretación más que decente que rompe con el calco de su repertorio. Algo más que aplaudirle a María, que va incorporando cada vez más cantes a su talega aunque todos sepamos que donde gobierna es en lo festero. No hay nada de malo en ello. Y ahora menos aún que la vemos cuadrarse en otros estilos en los que parecía impensable escucharla. La lio como siempre por tangos, se rebuscó en la seguiriya queriendo a su opaíto Fernando y volvió a encandilar por bulerías por más que se repita. Y es que cuando algo es bueno se antoja el doble.
Tras una ronda de tonás donde cada uno terminó de imprimir su sello en la penumbra de los faroles del escenario y con un fin de fiesta desenfadao y corto con medio plantel en ropita cómoda, echó el cerrojo pasadas las cuatro y media de la madrugada La Reunión de Cante Jondo de este año evidenciando que juventud y jondura también pueden ir de la mano en La Puebla.
Ficha artística
LIII Reunión de Cante Jondo de la Puebla de Cazalla
Hacienda de la Fuenlonguilla – 9 de julio de 2022
Presentador: Juan José TéllezCante: La Yiya
Guitarra: Antonio Carrión
Palmás y compás: Sofía y Noelia de la RosaCante: David Palomar
Guitarra: Keko Baldomero
Palmas y compás: Anabel Rivera y Diego MontoyaCante: Rubito hijo
Guitarra: Antonio Carrión
Palmas y compás: Luis Dorado y Diego MontoyaGuitarra solista: Rafael Riqueni
Baile: María Moreno
Cante: Tomás de Perrate, El Pechuguita y Pepe de Pura
Guitarra: Juan Requena
Palmas y compás: Roberto JaénCante: María Terremoto
Guitarra: Nono Jero
Palmas y compás Manuel Cantarote y Manuel Valencia
Iván M 10 julio, 2022
Pues me quedé con las ganas…
Aunque sea donde me duele no estar porque allí saben lo que hacen hablando de nuestro arte..
Leo estas letras y me pierdo más cante del que me perdí, pero me hago a la idea de quiénes merece la pena ver en siguientes ocasiones…
A parte de los genios, claro…
Riqueni, jolín, y Carrión allí cerca!
Y la Yiya a la que descubrí hace años cuando fui a ver a Meneses a otro festival…
En definitiva,
mi enhorabuena pa’ ese pueblo,
que no sé qué comen allí,
pero tiene que ser bueno.