Juventud flamenca en Guillena
Crónica del Festival de la Bulería de Guillena, Sevilla. Jóvenes sobre el escenario y jóvenes a pie del mismo.
La noche del sábado 3 de julio se celebró el decimocuarto Festival de la Bulería de la localidad sevillana de Guillena. Nos sorprendió la cantidad de jóvenes que se encontraban entre el público de la coqueta Plaza de Toros, que recibió la visita de unas 600 personas, agotando el papel horas antes del comienzo.
Este certamen está organizado por el Ayuntamiento del pueblo y cuenta con la colaboración organizativa de la Peña Flamenca La Rivera, cuya directiva está conformada por un número considerable de treintañeros con el firme propósito de mantener la esencia de la entidad, renovando, a su vez, el estilo de gestión propio de los nuevos tiempos.
Quizá una de las claves de la presencia de tanta juventud en las sillas y tendidos del coso fuera el perfil de quienes conformaron el cartel. Es curioso que tres de los cuatro protagonistas fundamentales formen parte de la nueva hornada de cante en la actualidad. Cada uno en su estilo, pero sí que conforman el aspecto más esperanzador del flamenco de hoy.
El encargado de abrir plaza, nunca mejor dicho, fue Alonso Núñez ‘El Purili’, quien con sus bulerías para escuchar, seguiriyas, bulerías y fandangos puso al público en órbita. Este joven de La Línea de la Concepción de veinte años de edad muestra en cada aparición una madurez insólita, un desparpajo envidiable y una manera de conectar sin barreras. Estuvo acompañado por la guitarra, buena de verdad, de Rubén Lara.
La siguiente en salir no supera los quince años de edad. Reyes Carrasco, de Los Palacios, volvió a cautivar con esa voz aparentemente veterana que nos recuerda a Pastora o a Paquera en esas letras por bulerías, iniciando por alegrías, ejecutando con gusto la seguiriya en el ruedo, sacando los olés por fandangos y despidiéndose con La Estrella de Enrique Morente. A su vera, el portuense Paco León, otro valor de la generación millennial de la guitarra.
Y qué acierto recuperar a Luis ‘El Zambo’ para capitanear un festival. El maestro de los cantes de Santiago, con un metal de oro, supo plantar bandera para también decirles a los jóvenes y no tan jóvenes cómo se hace el cante de bulería para escuchar, ese de Frijones o su tía María Bala. Y esas bulerías cortas, las que son difíciles. Luis disfrutó y el público lo recibió de igual forma, poniéndose en pie para despedirlo junto a Antonio Carrión.
Israel Fernández puso el broche de oro, antes de un fin de fiesta con un compás de miedo. Habían venido desde otros puntos de la provincia para escuchar a quien, junto a Diego del Morao, es el máximo exponente del flamenco mediático. Exitoso y carismático (además de gran aficionado y cantaor), la juventud –insistimos– rodeó el escenario para tocarle las palmas por tangos y bulerías, y gozar con las falsetas de Diego.
Está claro que si queremos que exista relevo generacional en el arte jondo hay que diseñar carteles en los que se celebre el equilibrio de gustos y edades, y variados. Aquí parece que la fórmula ha funcionado. A la 1:59 de la madrugada estaba todo el mundo saliendo de la Plaza de Toros tras haber disfrutado de buen flamenco.