David Lagos: Madrid se rinde al compás de Jerez
Crónica del XXIII Festival de Flamenco Tío Luis El de la Juliana, celebrado en el Colegio Mayor Isabel de España, Madrid. Actuaron los cantaores David Lagos y Melchora Ortega, con la guitarra de Alfredo Lagos y las palmas de Miguel Téllez y Noé Barroso.
El Colegio Mayor Isabel de España, de Madrid, es el encargado de respaldar el XXIII Festival de Flamenco Tío Luis El de la Juliana. La inauguración del festival es un cometido que en esta ocasión corresponde al cantaor jerezano David Lagos. Con un alto y claro «¡Viva Madrid que es la Corte!», David se dispone a enfrentarse al primer cante de la noche junto al guitarrista Alfredo Lagos.
El cantaor elige la caña y el polo para desengrasar las bisagras de la puerta que va a abrir el cante esta noche. David entona con paso firme y dicción intensa. Las personales virguerías de su voz le comen terreno al quiebro y quejío del flamenco, pero no por eso su cante tiene menos jondura. La vehemencia es el plato principal que el artista brinda al público, aunque todavía no ha llegado el momento clave en el que se relaja, se deja llevar y permite que la actuación discurra como a ella se le antoje. Y entre diablos, romeras y la evanescencia de uno de los ayeos que conformaban las letras cantadas hasta el momento, comienza el polo que va anunciando el fin del primer cante de la actuación para dar paso a la zona de levante, a Almería y al taranto.
Al comienzo, es la guitarra la encargada de templar el momento. Esto no implica distender al público, sino todo lo contrario. Alfredo consigue mantener un estado de alerta constante, pues el simétrico equilibrio entre la exaltación y la templanza viajan de forma insistente de las cuerdas de la guitarra al patio de butacas. Llega entonces ese mágico trance en el que David comienza a relajarse, a conectar con los aficionados y a transmitir con evidente sinceridad. Son estos momentos los que sirven para darse cuenta de que el flamenco es una cuestión de piel, de feedback, de conectar y poder sentir el pellizco de forma sincrónica con todos los demás.
Se aprecia en el cantaor una actitud de agradecimiento. Está cómodo, despreocupado y maneja la situación. Sobre todo cuando sabe que se acercan las esperadas bulerías pa’ escuchar. Y es que normalmente prestar la voz a lo autóctono aporta la seguridad suficiente para deambular entre el quebranto, el sosiego y la conmoción. Para alargar los tercios, acortarlos, jugar con el compás y el medio compás. Para estremecerse y apoyar el entusiasmo en cada ripio.
A continuación y tal y como él lo anuncia, «unos cantes de Cádiz hechos por un jerezano». Unas cantiñas que levantan el espíritu del auditorio. Una vez más, Alfredo marca el aire y el brío de la casilla de salida. Este, que ha salido con arrojo suficiente, incentiva al resto a través de la amalgama que impulsa golpeando con los nudillos en el cuerpo de la guitarra. De este modo, invita a David a pellizcar su palma, que ahora también está acompañada de la de Noé Barroso y Miguel Téllez. En cuanto al cante, la alusión a la aportación de Ignacio Espeleta deja al descubierto que son las alegrías las que van a marcar el inicio de las cantiñas. También, un cambio a menores que permite a los espectadores deleitarse con unas alegrías de Córdoba. Para finalizar esta interpretación, unas letras por romera que aceleran el ritmo hasta convertirse en bulerías con la intención de cerrar el penúltimo cante de la noche.
«Con un fin de fiesta por bulerías de Jerez se ha brindado la oportunidad de transportarse a aquel rinconcito del sur con tanta solera. A las peñas flamencas más acogedoras del mundo. A los tabancos en los que las cuentas se siguen haciendo con tiza en la barra»
Es el turno de Alfredo. A través de unos fandangos, el guitarrista deja descubrir a la concurrencia la sutilidad y la delicadeza que es capaz de desprender a través de su toque. Acompañando estas cualidades, un claro compás que marca con el pie y que no estorba. Más bien permite a los demás acompañarlo con exactitud en cada acorde de la melodía. Al público, poder mecerse con holgura en la escucha de la pieza. La suavidad de la que hace alarde hasta el momento se pierde en un rasgueo que abre la palma de Noé y Miguel. Dos artistas que lo acompañan con dedicación y mucho respeto. De repente, una eufonía inconfundible por fandangos anuncia los últimos compases de un solo que ha dejado un halo de frescura y mucha paz para afrontar con ganas la siguiente parte de la actuación.
Melchora Ortega sale al proscenio acompañando a David para entonar un pregón. Ambos tienen formas parecidas y unas voces que se empastan y secundan con gran facilidad. Los intervalos entre ambos resultan cómodos por la similitud en la forma del cante. Muchas veces parece que el contraste y la sorpresa marcan la belleza de una actuación. En este caso, queda demostrado que es precisamente la sencillez la que consigue un acoplamiento perfecto.
Antes de llegar al fin de fiesta, el último protagonista ha sido el Garrido de Jerez, de quien David versiona una mariana. El rescate de los palos que en la mayoría de los espectáculos quedan atrapados en el desván siempre da un respiro al aficionado, que está habituado a disfrutar del flamenco mientras bebe la esperanza a sorbos pequeños. Esa que confía en poder seguir disfrutando del flamenco sin ligarlo con un ápice de obsolescencia. Sobre todo, cuando se trata de cantes tan bien ejecutados y enmarcados dentro del acto como ha sido la mariana que Lagos dedica a sus oyentes.
El jerezano tiene una voz imponente que denota experiencia, sabiduría y sensatez. Pero a su vez, deja vislumbrar una parte de niño que siempre es necesaria cuando un artista se sube al escenario. De esta manera, el público puede disfrutar de la época de máximo esplendor en la carrera de un artista. Ese extremo fulgor llega cuando se fusiona la firmeza que alberga la madurez con la sencillez y el candor que avalan a la infancia. Una voz clara, limpia y con muchos matices. Una cadencia a la que se le deben atribuir como cualidades inherentes, la personalidad y la generosidad de quien ofrece sin límites más de lo que atesora.
Con un fin de fiesta por bulerías de Jerez se ha brindado a la gente la oportunidad de transportarse durante unos minutos a aquel rinconcito del sur con tanta solera. A las peñas flamencas más acogedoras del mundo. A los tabancos en los que las cuentas se siguen haciendo con tiza en la barra. A los bares familiares donde aún se puede disfrutar de una berza casera y un palo cortao, y a los veranos en las terrazas de los bares escuchando unos nudillos golpear por bulerías sobre una mesa. Ese compás humilde que suele marcar el inicio de noches flamencas inolvidables.
Ficha artística
XXIII Festival de Flamenco Tío Luis El de la Juliana
Colegio Mayor Isabel de España, Madrid
18 de abril de 2023
Cante: David Lagos y Melchora Ortega
Guitarra: Alfredo Lagos
Palmas: Miguel Téllez y Noé Barroso