Ana Morales: diálogo dancístico con el propio ser
Ana Morales expuso en el Festival de Jerez la obra 'En la cuerda floja', un grito a la libertad expresiva en una etapa de su trayectoria en la que se busca a sí misma a partir de la experimentación y el riesgo.
Poco público en la jornada del martes, 22 de febrero, en el Teatro Villamarta, pulmón del Festival de Jerez y escenario que acoge las producciones más esperadas. Y no es que la protagonista del cartel tuviese escaso interés, solo que se comprueba un año más que las noches alejadas del fin se semana tienen menos éxito en taquilla, más cuando el 50 por ciento de los cursillistas que llegaban para tomar sus clases no han venido en esta edición con motivo de la pandemia.
Quizá por esta razón se diera esa atmósfera íntima y familiar. En una hora, Ana Morales dejó claro su mensaje y, todavía con más vehemencia, caló su calidad bailaora. Estamos ante una intérprete y una creadora de eminente nivel que en la obra En la cuerda floja da un paso más en su carrera, sumergiéndose en unos códigos dancísticos más conceptuales y expresando con acierto sus emociones actuales.
Puede parecer un montaje robusto y de cierta dificultad a la hora de abordar, pues no hay una sucesión de bailes bien definidos ni tampoco el cante se hace presente de forma sustancial. Prácticamente son dos guiños sonoros los que regala una ausente Sandra Carrasco que aparece en la ficha artística pero que no lo hace sobre las tablas. Suena de fondo.
«En esa conversación con la intimidad del yo, Ana Morales, catalana afincada en Sevilla, diseña una obra redonda en la que acentúa su afán por avanzar, basando su éxito en la creación de su propio y singular camino»
Por ello, Ana vuelca toda su confianza en la musicalidad de un trío bastante eficaz a la hora de crear un espacio cómodo por el que vuela, aterriza, dibuja posturas y se desliza la bailaora. El escenario tampoco muestra su máxima sofisticación. Se constituye una caja negra con una especie de jaula a la izquierda de nuestros ojos en la que se posicionan los músicos, y sí es fundamental el diseño de luces en el que no escatima en el derroche, cosa que se agradece porque la tendencia al oscuro que tan de moda está hoy día se corta por completo.
El plano musical, como ya apuntamos, vence y convence con un imprescindible José Quevedo El Bolita que marca el tiempo con su guitarra para dialogar con las percusiones de Paquito González y el contrabajo (sin cuya presencia nada sería igual) de Pablo Martín. Así, este trío queda siempre expectante a los impulsos de Morales, que apuesta por el rojo en su vestuario y por el sentido en su discurso.
Como su nombre indica, En la cuerda floja es ese estado humano en el que conviven los miedos, las dudas, las alegrías, la tristeza, el temor al fracaso, la fantasía del acierto, el abrazo con el pasado, la visión de futuro, la discusión entre el crear o el conservar, el flamenco y la danza, la sustancia o la piel. En la que cabe la seguiriya o la soleá, pero no como siempre. También la improvisación del jazz… En esa conversación con la intimidad del yo, Ana Morales, catalana afincada en Sevilla (Giraldillo al Baile de la Bienal de Sevilla en 2019), diseña una obra redonda en la que acentúa su afán por avanzar, basando su éxito en la creación de su propio y singular camino.
Ficha artística
Ana Morales – En la cuerda floja
Teatro Villamarta. XXVI Festival de Jerez. 22 febrero 2022
Dirección artística y coreografía: Ana Morales
Dirección escénica: Roberto Olivan, Ana Morales
Colaboración musical: José Quevedo Trío
Baile: Ana Morales
Guitarra: José Quevedo “Bolita”
Percusión: Paquito González
Contrabajo: Pablo Martín
Cante: Sandra Carrasco