Festival Flamenco La Fragua: el cante bonito y otra noche aburrido
Resurgió. Llenó. Mientras, a treinta kilómetros escasos, Mairena estaba celebrando su noche grande. A juzgar por la felicidad del público, que lo ovacionó casi todo, se diría que fue un éxito. Sin embargo, en el XLII Festival Flamenco La Fragua (Bellavista, Sevilla) el aburrimiento se apoderó de este crítico, que disfrutó de momentos contados en el Cortijo de Cuarto.
Ángeles Fernández, presidenta de la Peña Flamenca La Fragua de Bellavista, pidió un minuto de silencio para dedicar esta edición al guitarrista Manolo Sanlúcar, recientemente fallecido. Fue el único instante de calma, porque el murmullo incesante del bar no paró de colarse para entorpecer al oído. Concha Prieto la relevó en las tablas para presentar un festival que cabalgó entre Sevilla y Granada. De allí vino la guitarra de Pablo Campos, que abrió la velada tocando por granaína para acompañar después a Roberto Montaño en los cantes de Levante, ejemplificados por la murciana de El Cojo de Málaga. Por soleá destapó con la variante gaditana de El Mellizo para moverse en las de Triana y coronar con el remate de Paquirrí. Cerraron las bulerías, donde arrojó los avíos con el Corazón loco. Roberto aún está verde en el cante. No terminó de encauzar los fraseos, pero le puso ganas y conocimientos. La guitarra de Pablo posee técnica y recursos, aunque estresa: parece un catálogo ostentoso de todo lo que sabe hacer. Lo mostró precipitado, de un atracón. Picó algunas escalas imprecisas, otras simplonas y más con bastante acierto. En el acompañamiento dejó poco hueco al cante ensimismado en la demostración de cualidades.
La Repompilla recaló en las maderas al cobijo de las cuerdas de Antonio Soto. Taranta de Linares y de la Gabriela, malagueña de El Mellizo y abandolaos. Para cambiar de registro, como limpia el paladar el sorbete entre platos en el convite de una boda, sin el arrope de palmeros se metió aliviada por tangos y terminó por bulerías, en las que ofreció lo mejor de su intervención al cantar los cuplés Ojos verdes y, al aire, Esclava de tu amor. Se lució más con las coplas que en el resto del repertorio. Solo estuvo correcta. Tiene una voz arenosa que te arrastra en las arremetías pero no domina los bajos. Modula poco los tercios. Los deja desnudos de giros, tapados con un quejío que al menos suena flamenco. La guitarra de Soto dobla su calidad. Antonio tocó con una pulsación limpia y potente, respondiendo con justicia las llamadas de la cantaora, completando con tonos de paso para seguir la melodía vocal en la que Amparo se apoyaba, dándole el sitio y ocupando el suyo propio sin pisar. Vendió un surtido de falsetas de enjundia enredadas entre rasgeos ora rabiosos ora delicados, según respiraba el cante.
El Turry no llego solo. Lo hizo en volandas a la derecha de la sonanta de Fermín Fernández, que tocó con extraordinaria pulcritud y flamencura. Se abrazó al alma de madera fundiéndose en un ritual emotivo al que Antonio le puso voz y Miguel Cheyenne y El Tobalo le regalaron las palmas. Comenzó entonando la vidalita para templarse. Meció el cante con bajos redondos y altos seguros resolviendo los misterios de una afinación perfecta. Parecía que le estuviera rindiendo tributo a Márquez El Zapatero, que escuchaba desde la primera fila la soleá de Triana que sentenció en una noche fría. La calentó con los vaivenes apolaos de El Zurraque. Llegó el compás por alegrías, el desenfado en las sevillanas y la querencia granadina en los tangos con los que abrochó una actuación impecable que marcó la senda del cante bonito del flamenco futuro. Para gustos los colores. El Turry puede agradar o no, pero pisó el entarimado sin tachones. Demasiado apegado al legado camaronero y morentiano que le resta luz a la personalidad con la que ya brilla sin necesidad de concesiones manidas. Porque cuando se aleja de estas referencias cantaoras y las medias voces prestadas, se ciñe al don que trae de casa sonando a El Turry y a nadie más. Y eso vale mucho.
«Parecía que El Turry le estuviera rindiendo tributo a Márquez El Zapatero, que escuchaba desde la primera fila la soleá de Triana. La calentó con los vaivenes apolaos de El Zurraque. Llegó el compás por alegrías, el desenfado en las sevillanas y la querencia granadina en los tangos con los que abrochó una actuación impecable que marcó la senda del cante bonito del flamenco futuro»
Pepe Fernández a la guitarra, Diego López y Juan Mateos a las palmas y Rafael de Utrera al cante prosiguieron ocupando la tarima. Repitió la soleá trianera con soltura plagándola de melismas propios, como hizo en el resto de palos. Por Levante rebautizó la taranta con el nombre de Carmela. La remató susurrando La Tarara. Hizo magia con el compás de la alegría de Córdoba y la de Cádiz para torear en la Maestranza de Sevilla. Apoyado en el capote que puso en la enea, sonó la toná preludiando una seguiriya cuajada de adornos que la desvirtuaron hasta desdibujar la ortodoxia, sin aportar detalle alguno que pueda entenderse como parte de un sello propio. Por bulerías no destacó hasta llegar a cappella al Señorita de Enrique Montoya. Rafael canta muy bien, aunque suena a baile. Tiene los mimbres para el cesto, pero se agarra a unas hechuras gritonas basando el efectismo del cante en los extremos, estrujándose arriba para bajar a las medias voces en la exposición de un registro amplio con el que hace lo que le da la gana.
El cabeza de cartel subió los escalones escoltado por la bajañi incontestable de Antonio de Patrocinio, un tocaor de altura al que definirlo resulta una ofensa limitante que no hace honor a su valía. Pedro El Granaíno está dotado de una tesitura flamenquísima que viene apocándose desde años atrás. Abusa continuamente de recursos que sofocan una merma injustificada de facultades. O acalla directamente esos problemas con unos saltitos de voz que junto a aquella manera de tragarse el cante emula un llanto lastimero consiguiendo transmitir al público la congoja de los tercios profundos del acervo flamenco. Inició por malagueña y el fandango de la amapola de un trigal que Tomás Pavón dejó grabado en pizarra con Niño Ricardo a la sonanta. La seguiriya arañó a ratos y acabó apregonao. Pero la contención intimista de quien no puede o no quiere cantar hacia fuera encierra el duende en sus adentros ocultando la negrura de la queja que en otras ocasiones ha puesto al servicio del aficionao para revolcarse con ella. Luego hizo tangos y echó el telón del cante con un par de fandangos en los que jugó con el eco de Chocolate.
Con el baile de Manuela Ríos terminó el asunto. Alegrías y tangos. Al cante Ezequiel Montoya y Mari Vizárraga. La guitarra corrió a cargo de Paco Iglesias. Un cuadro de categoría por encima del nivel de Manuela, que todo lo bailó igual. Con naturalidad, fuerza, rajo… pero con una técnica poco depurada, algo brusca. Repitiendo figuras, contoneos de hombros y reparto simbólico de flores con más intención que gracia y más entrega que resultados. Con esto y el frío, se fue la mitad del patio en el primer baile para decir adiós al resucitado festival. Un festival repleto de tangos, cantes bonitos, cantes gritaos, cantes tragaos… que se antojó algo mediocre y más aburrido. Aunque el público se alzó varias veces en pie aplaudiendo con entusiasmo.
Ficha artística
XLII Festival Flamenco La Fragua
3 de septiembre de 2022
Cortijo de Cuarto, Bellavista (Sevilla)
Presentadora: Concha Prieto
Guitarra: Pablo Campos
Cante: Roberto Montaño
Cante: Amparo La Repompilla
Guitarra: Antonio Soto
Cante: El Turry
Guitarra: Fermín Fernández
Palmas: Miguel Cheyenne y El Tobalo
Cante: Rafael de Utrera
Guitarra: Pepe Fernández
Palmas: Diego López y Juan Mateos
Cante: Pedro El Granaíno
Guitarra: Antonio de Patrocinio
Palmas: Miguel Heredia
Baile: Manuela Ríos
Cante: Mari Vizárraga y Ezequiel Montoya
Guitarra: Paco Iglesias
Aficionado 5 septiembre, 2022
Soy aficionado flamenco y fui espectador del festival flamenco de Bellavista.Debo destacar a un joven guitarrista granadino de apenas 20 años,Pablo Campos.Siendo el más joven de todos los participantes demostró una capacidad técnica impresionante,a veces desbordada,hay que tener en cuenta que aún es muy jovencito.Pero repito posee un virtuosismo que pondría en evidencia a más de un guitarrista de los que actuaron esa noche.Cuando Pablo calme su salvaje forma de tocar la guitarra seguro estaremos ante una primera figura del toque flamenco.
Ciudadano 5 septiembre, 2022
No estoy de acuerdo con la crítica sobre el festival flamenco de Bellavista 2022.Todo el público asistente disfrutemos de una velada muy flamenca.Toda crítica es personal y subjetiva,como gustos colores.Agradecer a la peña flamenca La fragua la recuperación de este festival y animarles para que se pueda repetir en años venideros.Tambien es de valorar que la juventud flamenca debe de hacer acto de presencia en todo los festivales flamencos para motivar a estos jóvenes artistas que comienzan su andadura en el mundo flamenco..Como buen crítico hay que tener en cuenta la juventud de los artistas noveles y realzar el mérito de cada uno.
Iván M 7 septiembre, 2022
Cuando hay algo que decir
no se puede uno callar
porque callar es morir…
Jerezano 10 septiembre, 2022
Magnifica velada flamenca en el festival flamenco de Bellavista.Espero que se repita y apoyo a la peña de La Fragua por recuperar tan entrañable festival.Todos los artistas tuvieron un nivel muy bueno.La mejor crítica es el aplauso y disfrute del público lo demás es algo personal.