Festival de Cante Jondo de Mairena: una borrachera de cante y pocos pellizcos
En el LXII Festival de Cante Jondo Antonio Mairena, La Yiya hincó las uñas en su queja seguiriyera. Juan Cástulo puso sabor al cante, caliente y con tropezones. El Pele vino malito, pero tuvo momentos geniales. Calixto agradó con tibieza. Rafaela Carrasco bailó con gallardía y finura. Reyes Carrasco derrochó frescura. Y Antonio Reyes lo hizo con gusto.
Pasaron las cuatro de la madrugá. La ronda de tonás echó el cerrojo. Desde las diez iba siendo hora. La de acabar con esta borrachera de cante y pocos pellizcos. Las guitarras brillaron. La Yiya hincó las uñas en su queja seguiriyera. Juan Cástulo puso sabor al cante, caliente y con tropezones. El Pele vino malito, pero tuvo momentos geniales. Calixto agradó con tibieza. Rafaela Carrasco bailó con gallardía y finura, de lo mejor de la noche. Reyes Carrasco derrochó frescura. Y Antonio Reyes lo hizo con gusto, sobrándole mesura. Acabó tarde. Y el público que llenó el festival iba mermando en número. Lo menguaban las vueltas del reloj.
Las inclemencias del tiempo lo habían querido. Coincidían tres festivales de solera en el mismo día. La Fragua de Bellavista, el Festival de El Viso y el de Mairena. Y a pesar de todo y de todos, la crema de la afición flamenca casi colmó el graderío. Ni las averías eléctricas que impidieron parte de las pruebas de sonido truncaron la puntualidad. Salió a las tablas el decano de la crítica. Con la palabra de Manuel Martín Martín comenzó el espectáculo.
Se celebraban efemérides en torno a Caracol, Diego del Gastor, Fernanda de Utrera, Manuel Mairena, Antonio Mairena y Curro Malena, de quien se acordó Martín glosando su figura. Y pidió palmas a compás por las víctimas del terremoto en Marruecos.
Estuvo feo que el arañón de la seguiriya se viera a plena luz. No apagaron la iluminación del público cuando La Yiya abrió el festival con su lamento doliente. Solo le dejaron un cante. La flamante ganadora del premio Antonio Mairena lloró la herida revalidando el título, volviéndonos irremediablemente yiyeros. La guitarra pura de Antonio Carrión le puso el camino. La Yiya lo anduvo segura.
«La Yiya abrió el festival con su lamento doliente. Solo le dejaron un cante. La flamante ganadora del premio Antonio Mairena lloró la herida revalidando el título, volviéndonos irremediablemente yiyeros»
La corporación del Gobierno municipal y la Casa del Arte Antonio Mairena entregaron una escultura del rostro del maestro a Antonio Cruz como representante de la familia. Y Juan Cástulo enjaretó la soleá con empuje y una seguiriya de El Marruro a la que se arrojó con entrega, coronándola con un macho valiente. Lo arropó a la guitarra Carrión. Culminó con unos tanguillos guasones de Joaquín el de La Paula. Se dio al pueblo, ofreciendo cante por derecho, «sin artificios». A pesar de la gracia del último.
El Pele le robó al tiempo un cuarto de hora por soleá, abrazando cuantas variantes quiso, mascándolas hasta llegar a las de su cosecha, donde estribó provocando la locura. Abrochó la seguiriya pidiéndoselo a la del alto cielo, cosiendo el cambio a la toná-liviana de Diego El Lebrijano. Personalísimo en la malagueña, se templó en la de Fernando el de Triana para abandolarse luego y lucir en las mecidas del fandango de Lucena, entre otros. Por bulerías terminó su parte, jugando con el Poema de mi soledad. Se abrió al aire, pegó su pataíta y se despidió con age. Lo escudó a la guitarra Dani de Morón. Tocó muy bien y acompañó mal. Se excedió en los porrazos. Y aunque no se le escapaba un tono de transición, engarzaba falsetas ricas y evidenció un dominio absoluto del instrumento y sus composiciones, dejó solo al cantaor en ocasiones o se tropezó. Le faltaron cierres con ímpetu en los momentos álgidos y no resolvió en las respuestas al cante. El Pele venía malito, con fiebre y un brazo lastimao por una caída. No tuvo su mejor noche, pero atizó algunos pellizcos geniales.
Calixto Sánchez recibió el reconocimiento a su maestría. Una escultura preciosa de Jesús Gavira en honor a su trayectoria. Su agradecimiento sin límites lo demostró principiando con la malagueña de El Canario y otra de su autoría, haciéndole cosquillas a los tercios con conocimiento y soltura. Buscó a la omaíta de mi alma por soleá, recordando el deje alcalareño o arremetiendo en La Andonda y en otras variantes. Con letra de Fernando Villalón tejió los tientos tangos. Y recordó por bulerías a La Campanera por los tablaos. O a Manolita, aquella chiquilla guapa que lo traía loco siendo un colegial. A la sonanta, su inseparable Eduardo Rebollar, cuajao de sabiduría. Calixto ofreció un buen recital en las formas pero no en la emoción. Su tibieza hizo pesado el mismo repertorio. Algo calentó, pero no quemaba. Es profeta en su tierra. Y muy querido. El público lo ovacionó.
Rafaela Carrasco bailó al cante con determinación. Fue quizá lo mejor de la noche. Empezó por garrotín, con sombrero. Y la elegancia jonda de quien recogió el Premio Nacional de Danza hace solo unos días inundó el entarimao mairenero. Luego crujió por seguiriya vestida con pantalones. Y terminó por alegrías. Supo pararse en los silencios y amasar los tiempos, doblegarse al dolor seguiriyero, romperse en los marcajes… Bailó con todo el cuerpo, la cara y el gesto. Descollaron su braceo fino y la jondura de sus dibujos, que evocaron solo al flamenco, sin conceder paso a intrusiones espurias. Endiñó pellizcos. Se retorció mirando desde el hoy al clasicismo. Regaló figuras de una coreografía estudiada pero natural, flamenquísima. Tatuó con sus pies sobre los maderos y pintó con sus caderas el baile sutil, femenino. Y el cante tuvo parte de culpa. Dos voces de primer nivel le echaron en su cintura leña al fuego, Antonio Campos y Miguel Ortega, que además de rendir sus mimbres a Rafaela, cantaron por tientos tangos y malagueña con jabera en los interludios de los cambios para partirse las vestiduras. A las sonantas, Salvador Gutiérrez y Jesús Torres.
«Rafaela Carrasco supo pararse en los silencios y amasar los tiempos, doblegarse al dolor seguiriyero, romperse en los marcajes… (…) Endiñó pellizcos. Se retorció mirando desde el hoy al clasicismo. Regaló figuras de una coreografía estudiada pero natural, flamenquísima. Tatuó con sus pies sobre los maderos y pintó con sus caderas el baile sutil, femenino»
A Reyes Carrasco la llevó en volandas la bajañi rotunda de Niño Seve. Pulcro, potente, exquisito y contumaz. Soberbio en los cierres, sublime en los alzapúas, sobrao de compás. Derramó Reyes sal fresca por alegrías, dulcificó la negrura de una seguiriya con aires de Pastora, se desenvolvió holgada en los tangos –con guiño a Morente para terminar– y tributó a Antonio Mairena en las bulerías. Primero un fandango acompasao, luego romance y cuplé. Se olvidó de la megafonía y echó el pestillo al aire con un fandango de propina. Solo tienes diecisiete años. Y se come el escenario. Conocimientos a raudales, planta, arte… aunque su voz transite entre los ecos rancios de flamencos antiguos y la copla acancioná. Un prodigio, sin duda. Y que los años dictaminen dónde quedan sus hechuras. Como acertó al decir Manuel Martín: ya habrá tiempo de darle palos cuando sea figura. Ahora toca apoyar la juventud, incluso cuando se trate de una apuesta controvertida para un festival de esta catadura.
El broche lo puso Antonio Reyes con la extraordinaria guitarra de Manuel Parrilla. Enjugó el gañote por soleá, recorriendo la geografía cantaora. Me gustó en la de El Mellizo y por Alcalá. Rebosó sus mieles en los tangos lentitos que bamboleaba, donde metió un fandango de Aznalcóllar. Pero se fajó por seguiriya abriendo el recuerdo con aromas a clavo y canela y apretando en la de Tío José de Paula, rebuscándose aunque suavito. Porque no es un cantaor de voces ni riesgos, sino de gusto, que solo a veces se rompe y disloca, aunque siempre borda con sedas los jirones de su garganta. La bulería puso el fin.
Luego vino la ronda de tonás, con ausencias. Solo quedaban tres para defenderla. El resto de artistas ya se habían ido. Ignoro si por dobletes o por cansancio. De igual manera fastidia e irrita. Juan Cástulo embistió echando los restos. Reyes le sisó dos o tres letras, aparte de comenzar con el Pregón del uvero de Los Palacios. Y Antonio se deshizo en melismas, empujando con jondura. Se acabaron la borrachera de cante y los pocos pellizcos. Hasta el año que viene, Mairena.
Ficha artística
LXII Festival de Cante Jondo Antonio Mairena
Auditorio Municipal Manuel Mairena, Mairena del Alcor, Sevilla
9 de septiembre de 2023
Cante: La Yiya, Juan Cástulo, El Pele, Calixto Sánchez, Reyes Carrasco y Antonio Reyes
Guitarras: Antonio Carrión, Dani de Morón, Eduardo Rebollar, Niño Seve y Manuel Parrilla
Baile: Rafaela Carrasco
Cante: Antonio Campos y Miguel Ortega
Guitarras: Salvador Gutiérrez y Jesús Torres
*Algunos palmeros no coincidían con las presentaciones y a fin de no errar en la cita no se han nombrado. Disculpas.
Iván MG 14 septiembre, 2023
Como siempre, lo bordas.
Yo disfruté con Cástulo y con el cante pa’ el baile…..
Y no entiendo que pongan a la Yiya apretujá y a la niña luego pletórica, aunque le desee lo mejor.