Tal vez no haya en el panorama actual una artista que haya estado sometida a una presión semejante. Desde que conozco a Estrella Morente –éramos muy jovencitos los dos– ha vivido bajo el peso de la responsabilidad y la exigencia. Era el precio de ser hija de un genio, de haber nacido con unas cualidades excepcionales para el cante y de haber sido presentada como promesa dorada del flamenco. Demasiado para casi cualquiera.

 

Lo que viene después es conocido por todos: discos grabados con un perfeccionismo que rozaba la locura, la conversión en carne de prensa rosa, una carrera con momentos álgidos y también altibajos, la herida sin consuelo de la ausencia de Enrique. Nada de ello ha colaborado en que los pasos artísticos de la granadina hayan discurrido por cauces normales. Y el público y la crítica no han parado de exigirle una excelencia que, asumámoslo, ella no siempre ha estado en condiciones de dar. Tal vez sea la hora de entender que Estrella es humana, y pedirle solo lo mejor que pueda dar de sí misma.

 

De lo que no cabe duda es de que la cantaora tiene un poder de convocatoria muy por encima de la media. No cabía un alfiler en el Teatro Central para ver y oír su participación en el ciclo Flamenco Viene del Sur –perdón, Andalucía Flamenco–, en la que se hizo acompañar de una amplia representación de su familia, incluyendo a su hijo Curro Conde a las percusiones. Las voces del coro por toná le dieron la bienvenida para que Estrella cerrara la presentación con Los cuatro muleros.

 

 

«Estrella debe haber leído en alguna parte que la inteligencia emocional consiste en aprovechar una situación desfavorable en tu beneficio. O simplemente recordó que ha pasado toda su vida preparándose para ser artista de las grandes. Sin inmutarse, ordenó “id arreglando eso” y saltó al patio de butacas sin micro ni falta que hiciera»

 

 

 

 

Siguió calentando motores con la caña, un tanto rozadita de voz pero con la fuerza acostumbrada, y quiso crecerse por los tangos de Ay mi vida se me va. En todo caso, parecía que iba a ser otra noche de medianías para la granadina, a la que Sevilla, como plaza fuerte, no siempre se le ha dado bien. Esas sospechas se acrecentaron cuando los ruidos provocados por problemas técnicos empezaron a asomar sobre el escenario hasta hacerse insufribles. Unas cacofonías impropias de un espectáculo profesional y de un teatro como el Central, y que casi hicieron que se mascara la tragedia. Hubo un momento en que las voces y guitarras solo se oían por monitores.

 

Otra en su lugar se habría levantado y se habría refugiado en el camerino hasta que los técnicos hicieran su trabajo. Pero Estrella debe de haber leído en alguna parte que la inteligencia emocional consiste entre otras cosas en aprovechar una situación desfavorable en tu beneficio. O simplemente recordó que ha pasado toda su vida preparándose para ser artista de las grandes. Sin inmutarse y sin perder la sonrisa, ordenó “id arreglando eso” y saltó al patio de butacas sin micro ni falta que hiciera.

 

Era el hechizo que necesitaba no solo para salvar la noche, sino para salir por la puerta grande del coliseo de la Cartuja. Se templó con la Habanera imposible de Carlos Cano y, ya a solas con su guitarrista de siempre, su primo Montoyita, estuvo exultante por taranta, especialmente conmovedora con la malagueña de El Canario, colosal por seguiriyas. Ya no necesitaba nada más. La cantaora mayor había aparecido y había dejado su sello.    

 

Su garganta se dio una tregua con la guitarra sola de Montoyita evocando a Paco de Lucía, antes de terminar mostrando al público su costado más tonadillero, con éxitos como Una espina clavá o La noche de amor de Chavela Vargas. Pero todo sabía ya a propina después de esos quince minutos de gloria que devolvieron la fe en Estrella a muchos escépticos, y la sonrisa a la artista ante la siempre difícil audiencia sevillana. Igual son imaginaciones mías, pero cuando se puso a lanzar besos a diestro y siniestro, yo juraría que más de uno fue a parar al técnico de sonido que, a cuenta de una faena catastrófica, sin darse cuenta invocó la magia.  

 

 

Ficha artística

Estrella Morente en concierto
Ciclo Andalucía Flamenco
Teatro Central, Sevilla
30 de septiembre de 2023
Cante: Estrella Morente
Guitarra: Montoyita
Palmas y coros: Antonio Carbonell, Ángel Gabarre
Percusión: Curro Conde Morente, Ángel Gabarre